Periodista, especializado en información cultural / Kazetaria, kulturan espezializatua
Entrevista
Mohammad Rasoulof
Cineasta

«La determinación de las iraníes en las protestas de 2022 fue una sorpresa»

El director de ‘Goodbye’ (2011), ‘Un hombre íntegro’ (2017) o ‘La vida de los demás’ 2020), es uno de los directores iraníes más prestigiosos de la actualidad, pero es vetado en su país. Su último film, ‘La semilla de la higuera sagrada’, se ha convertido en un fenómeno internacional.

El cineasta Mohammad Rasoulof.
El cineasta Mohammad Rasoulof. (Gari GARAIALDE | ZINEMALDIA)

Casi ninguno de los largometrajes que Mohammad Rasoulof ha realizado en los últimos diez años ha podido ser visto en Irán. Su activismo como opositor al régimen le ha valido para ser censurado e incluso encarcelado. Cuando estallaron las protestas de 2022, de hecho, se encontraba en prisión. Fue allí donde tomó forma ‘La semilla de la higuera sagrada’, un tenso thriller donde palpitan esas tensiones generacionales que definen la actual sociedad iraní y que el cineasta rodó en condiciones de clandestinidad.

Tras ganar el Premio del Jurado en el Festival de Cannes, la película se pudo ver en Zinemaldia, donde cautivó a la audiencia y se hizo con el Premio del Público. Alemania la seleccionó como su representante en los Oscar y entra en todas las quinielas para ser una de las más firmes candidatas en la categoría de Mejor Película Internacional. La película acaba de llegar a las salas.

Creo que el punto de inspiración de esta película fueron las protestas de las mujeres iraníes acontecidas en 2022. ¿Cómo vivió aquello?

Las mujeres siempre han sido protagonistas en las protestas que, durante las últimas décadas, han acontecido contra el régimen político iraní, pero nunca con la determinación que tuvieron hace dos años. Para mí, y para muchos de los hombres de mi generación, aquello constituyó una sorpresa. A partir de ahí me planteé hacer una película que reflejase esas tensiones sociales en un núcleo familiar.

«Mi mayor pesar es que, tras participar en mi película, dada la repercusión que ha tenido, muchos están teniendo dificultades para seguir trabajando en Irán»

Porque usted cuando sucedió toda aquello estaba en prisión, ¿es así?

Sí, y fue justo ahí donde encontré la inspiración, en la reacción de los funcionarios de prisiones, en esa mezcla de sentimientos que percibí en ellos. De un lado de miedo, de temor, dado el cariz que estaban tomando los acontecimientos, pero también de quiebra moral, ya que muchos de ellos comenzaron a cuestionarse su propia lealtad al régimen. En concreto hubo un miembro de la dirección de la cárcel que, en privado, me expresó su vergüenza por ser parte de un engranaje represivo. Me llegó a decir que incluso se le había pasado por la cabeza la idea de suicidarse ante el rechazo que sufría por parte de su familia y de sus hijos, que no entendían por qué él contribuía a perpetuar ese sistema de represión.

¿Fue ese miembro de la dirección de la cárcel el que le inspiró el personaje del juez, protagonista de ‘La semilla de la higuera sagrada’?

En parte sí, sobre todo por lo que te acabo de comentar, por esa quiebra moral vi en él. Pero esa es una actitud que no percibí únicamente cuando estuve en la cárcel, sino que la he visto también en muchos funcionarios a lo largo de estos últimos quince años, desde que mis películas comenzaron a tener problemas y yo mismo tuve que lidiar con la censura institucional. En ese contexto conocí a muchas personas incómodas por el rol que ocupaban dentro del régimen y del impacto que me produjeron muchas de ellas surgió la idea de este personaje, que fue madurando en mí durante mucho tiempo.

¿Cómo fue la experiencia de ponerse a rodar una película como esta nada más salir de la cárcel?

Bueno, justamente fueron esas protestas desencadenadas por la muerte de Mahsa Amini las que motivaron que el régimen decretara una pequeña amnistía para intentar calmar los ánimos de la población. Yo me vi beneficiado de la misma y lo primero que hice al salir a la calle fue buscar a todos esos jóvenes que habían liderado las movilizaciones para hablar con ellos, para escucharlos e intentar comprender sus motivaciones y sus aspiraciones. Fue ahí cuando pude entender lo que había pasado y a partir de ahí comencé a desarrollar el guion de la película, sobre todo los personajes de las dos hijas de ese juez implacable que acaban enfrentadas a su propio padre.

(Gari GARAIALDE | ZINEMALDIA)

‘La semilla de la higuera sagrada’ bascula sobre tres personajes femeninos principales, las dos hijas del juez y la madre de estas, que me parece un perfil muy interesante a la hora de mostrar el rol pasivo desde el que todas esas mujeres, de generaciones anteriores, han contribuido al mantenimiento de la cultura patriarcal.

Hay que entender a esa mujer. Ella ha sido educada en una cultura que le ha asignado un rol y, lejos de cuestionar ese rol, lo que ha hecho es alimentarlo porque su único contacto con la realidad social proviene de lo que ve en la televisión y la televisión en Irán es un medio de propaganda muy poderoso. Sus hijas, por el contrario, manejan otras fuentes de información, tienen acceso a las redes sociales, interactúan con otro perfil de gente y sienten curiosidad por ir más allá del discurso oficial. Eso les lleva a cuestionar las jerarquías y es lo que provoca que, al principio, choquen con su madre, pero, poco a poco, esta va haciendo suyo el punto de vista de sus hijas hasta acabar enfrentada a su propio marido.

Se trata pues de una película que, más allá de otras consideraciones, refleja un conflicto generacional, ¿no?

Así es. Pienso que ese es el tema principal de la película y no tanto el rol de la mujer en mi país. Esas tensiones generacionales que estallaron en las protestas de septiembre de 2022 no hacen sino reflejar ese viejo debate entre tradición y modernidad en el que vive atrapada la sociedad iraní.

¿Por qué eligió una estructura de thriller para rodar dicho conflicto?

Bueno, no fue una elección deliberada. De hecho, en esta película hay muy pocas decisiones de puesta en escena que respondan a una lógica preestablecida. El tono de la película y la estructura narrativa del filme los fuimos decidiendo sobre la marcha, porque cuando uno rueda en condiciones de clandestinidad hay que tirar de posibilismo.

«Esas tensiones generacionales que estallaron en las protestas de 2022 no hacen sino reflejar ese viejo debate entre tradición y modernidad en el que vive atrapada la sociedad iraní»

¿Y cómo afronta uno un rodaje así? Me imagino que ha de rodearse de un grupo de profesionales discretos y de su máxima confianza.

Yo tengo prohibido rodar en mi país. Sobre este condicionante establecimos unas dinámicas de trabajo donde yo raramente aparecía por el set de rodaje, dirigiendo toda la película a través de mis ayudantes. Éramos un equipo de personas muy reducido, pero tuve la suerte de contar con profesionales muy comprometidos, y no hablo solo de los actores sino de todo el equipo técnico. Mi mayor pesar es que después de participar en mi película, y dada la repercusión internacional que ha tenido, muchos de ellos están teniendo dificultades para seguir trabajando en Irán. Algunos, como yo mismo, han optado por salir del país, pero quienes han permanecido allí están siendo vetados por las autoridades.

¿Cree que el cine puede ser una herramienta de transformación social o es iluso pensar algo así?

El cine tiene un componente emocional muy acusado. Como tal, puede ser una herramienta poderosa para suscitar empatía en el espectador. En general, yo creo en el papel del arte como una herramienta de acercamiento entre las personas. No obstante, en un contexto como el que vivimos en Irán, bajo un régimen autoritario, esto cambia porque el arte y la cultura en general está muy instrumentalizada por el poder político y es complicado servirse del cine o de cualquier otro medio para abrir espacios de disidencia.

¿Mantiene la esperanza de que, en algún momento, una película como ‘La semilla de la higuera sagrada’ pueda verse en Irán?

La esperanza es algo cambiante, unos días pienso que el régimen iraní tiene los días contados y al día siguiente me levanto pesimista en este sentido. No obstante, mi película está siendo vista en Irán. No a través de los conductos oficiales, pero sí que hay muchas copias piratas circulando por ahí, sobre todo entre los más jóvenes. Eso me hace mantener una cierta esperanza en que el escenario actual pueda llegar a revertirse.