Microhumedales vascos, la grandeza de los pequeños ecosistemas
Un equipo de científicos liderado por la Sociedad Aranzadi trabaja en la conservación de los pequeños humedales de Gipuzkoa. Olvidados y desecados por la falsa creencia de que son focos de mosquitos e infecciones, la ciencia desmonta su mala fama y resalta sus beneficios y biodiversidad.

Carlos Cabido dirige Mikroklima, un proyecto que busca preservar y poner en valor los pequeños humedales de Gipuzkoa. «Sobre los microhumedales existe un enorme desconocimiento. Hablamos de charcas, pequeñas regatas, abrevaderos... No son una versión pequeña de los grandes humedales, que sí que están protegidos, sino biotopos que albergan especies que nada tienen que ver con las que habitan los humedales grandes», explica este herpetólogo de la Sociedad Aranzadi.
La preservación de especies, la mayoría de las veces, no responde a criterios científicos. Enseguida los ejemplares más llamativos –las águilas, los mamíferos...– se llevan el grueso de los fondos para su conservación. Y los pequeños animales menos vistosos, pero que cumplen un papel más destacado en el ecosistema, se dejan de lado.
Entre los grandes olvidados están los anfibios, un grupo en el que dos de cada cinco especies se encuentran amenazadas. Y los anfibios viven prácticamente en exclusiva en microhumedales.
De forma análoga, el preservacionismo se ha enfocado hacia la protección de espacios singulares, catalogándolos como parque nacional, reserva natural, etc. Sin embargo, un movimiento ambientalista no puede dejar de lado el cuidado de esos otros espacios más comunes precisamente por eso, porque al ser más abundantes juegan un papel más importante en el equilibrio natural. Este domingo, se celebró el Día Internacional de los Microhumedales para concienciar sobre su importancia.
Dentro Mikroklima están presentes, además de a Aranzadi, Neiker, Naturklima y al laboratorio Ziba Science, así como la Diputación y Kutxa Fundazioa. Trabajan en diferentes direcciones, como estudiar la relación entre estos microhumedales y el cambio climático.
Las charcas y los pequeños depósitos de agua son particularmente vulnerables a la alteración climática, por lo que ofrecen distintos indicadores para analizar. Uno muy singular es el tritón alpino.
En la zona de Goizueta existe una población de la especie a una altitud anormalmente baja, puesto que al tritón le gusta el agua fría que corre a más de 1.000 metros de altitud. Según explica Cabido, analizar la población de tritones de Goizueta en aguas calientes «nos permite estudiar cómo puede ser el futuro de esta especie cuando se eleve la temperatura del agua en las montañas». O descubrir qué hace que los tritones de Goizueta puedan sobrevivir (si tiene que ver con alguna adaptación o su microbioma) y si su estado de salud es el adecuado.
Gipuzkoa, pese a ser un herrialde con mucha precipitación, no tiene tantos de estos humedales como cabría esperar. Hay dos razones fundamentales: que las zonas llanas donde debía encharcarse el agua se usan para vivir o para pequeñas explotaciones y, la segunda, porque los habitantes los han secado pensando que así habría menos mosquitos molestos.
Uno de los descubrimientos de Mikroklima es que esta segunda idea, la relación entre estas charcas atraen mosquitos, se ha demostrado falsa. Los microhumedales no solo no son nidos de mosquitos que piquen a humanos, sino que son espacios donde las especies más preocupantes, como el mosquito tigre, no son capaces de asentarse.
«Al mosquito tigre le cuesta establecerse porque tiene competidores mejor adaptados y depredadores», comenta Cabido.
«Al mosquito tigre le cuesta establecerse porque tiene competidores mejor adaptados y depredadores», comenta Cabido. El mosquito tigre, en realidad, se reproduce en charcas pequeñas, de agua limpia, y no en microhumedales renaturalizados.
En paralelo a estas labores de monitorización y estudio, el proyecto también está esforzándose por recuperar este tipo de ecosistemas. Lo hacen concienciando a ayuntamientos u ofreciendo la creación de nuevos humedales a empresas, debido a la capacidad de estos espacios para fijar carbono y compensar emisiones. Serían, en este sentido, una alternativa a las plantaciones forestales para estas industrias.
Una tercera aspecto del proyecto es el de la sensibilización ambiental. Desde Mikroklima están organizando con centros escolares visitas para el estudio de la vida. A fin de cuentas, en una charca se dan cita numerosas especies animales y vegetales, algunos de ellos con ciclos de vida muy cortos, por lo que son biotipos particularmente ricos para iniciarse en el estudio de la naturaleza.
Según explica Ion Garin, también de la Sociedad Aranzadi, hay 50 charcas en Euskal Herria que se usan para que los estudiantes aprendan sobre «mosquitos, anfibios, odonatos [libélulas], vegetación e invertebrados».
Por otro lado, en Mikroklima se han dado hallazgos esperanzadores, como la aparición de especies consideradas en peligro de extinción como el escarabajo acuático Graphodereus cinereus o la planta Berula erectea. Ambos hallazgos se han dado en humedales urbanos, lo que refleja también la conveniencia de incorporar estos biotopos a pueblos y ciudades.

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