Trump en Gaza, ¿esperpento o cebo?
Trump suelta la mayor burrada y fija todas las miradas. Mientras, da por muerto el alto el fuego en Gaza, hace suyos todos los objetivos sionistas de Israel y eleva la limpieza étnica a algo justificable a cambio de supuestos réditos económicos.

El anuncio de Trump, que bendice una deportación masiva de la población de Gaza que empequeñece la Naqba de 1948, es un despropósito, un esperpento tal que suena increíble.
Justificar la limpieza étnica en la Franja para construir, con dinero europeo y árabe y con empresas estadounidenses protegidas por los marines, un inmenso ressort turístico, una riviera en Oriente Medio, es el sueño húmedo y criminal de un magnate inmobiliario fracasado a quien le ha calentado los oidos su yerno judío y sionista Jared Kushner.
Todo sueño es irreal y los analistas han salido en tromba para asegurar que ese plan es irrealizable. Aunque la negativa de los palestinos a ser bombardeados y/o expulsados de sus tierras nunca ha sido vinculante para Washington –y menos para Trump–, es cierto que los países potencialmente receptores, Egipto, Jordania... se niegan. Advierten de que tragar ese sapo supondría tal incendio de la región que, en el menor de los «males», o de los «bienes» según los ojos del que lo mire, arrasaría con sus regímenes despóticos, sus dictadores y sus reyes, en favor del islam político democrático.
Más allá de su viabilidad, el enésimo desatino del inquilino de la Casa Blanca, que adelantó horas antes al asegurar que «Israel es demasiado pequeño», es la guinda a 15 días de anuncios que, además de desafiar nuestra capacidad de sorpresa, responde a la estrategia comunicativa de un neurótico descreído a quien hay que reconocer su habilidad como showman curtido en la televisión. Una estrategia que cumple su principal objetivo.
Trump suelta la mayor burrada y fija en ella, en su desparpajo, todas las miradas. De los que le temen y de los suyos, que se excitan precisamente por su capacidad para generar esa sorpresa aterrorizada entre los que se le oponen.
Y mientras nos devanamos los sesos mirando el dedo erecto del magnate, este ya ha conseguido sus propósitos a corto, medio y largo plazo.
Trump ha hecho suya la decisión de Netanyahu y de sus aliados ultrasionistas de dar por muerto el recién iniciado alto el fuego en Gaza. ¿Sobre qué va a negociar Hamas? ¿Sobre si sus cuadros y milicianos son los primeros o los últimos en ser deportados?
A medio plazo, ha roto el consenso mundial –del que participaba EEUU formalmente- en torno a los dos estados sancionando la colonización total de Cisjordania. Los republicanos ya exigen que se prohíba el uso de ese topónimo y sea sustituido por los términos bíblicos Judea y Samaria.
Por último, ha normalizado la limpieza étnica en el altar de la eficacia y la eficacia económica... de EEUU. Un crimen contra la humanidad justificado científicamente.
Al lado de todo lo anterior, volver a suspender las subvenciones a la UNWRA es un detalle, unos ¿cientos, miles? de palestinos más muertos por el Marina D'Or en Gaza.

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