Laurent Perpigna Iban

Conmoción kurda tras el llamamiento de Öcalan

El anuncio del líder del PKK, que ha pedido a su organización que deponga las armas y se disuelva, ha provocado en Kurdistán una gran conmoción, pero también muchos temores. Sorprendidos, a muchos kurdos aún les cuesta asimilar que puede que se estén cerrando casi 50 años de lucha armada.

Mujeres kurdas, en Diyarbakir, tras escuchar el llamamiento de Abdullah Öcalan.
Mujeres kurdas, en Diyarbakir, tras escuchar el llamamiento de Abdullah Öcalan. (Ilyas AKENGIN | AFP)

El tiempo se detuvo el jueves en el norte de Kurdistán. Durante varias semanas se aguardó con impaciencia el «llamamiento del siglo», cocinado en el más estricto secreto por el líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), Abdullah Öcalan. Se hizo público en una conferencia de prensa, retransmitida en pantallas gigantes en las ciudades de mayoría kurda de Diyarbakir y Van, pero también en el norte de Siria e Irak.

El anuncio de Öcalan, cuyos términos no se habían filtrado desde su redacción, tuvo el efecto de un trueno.

Zana R., de 50 años, quien se dirigió a la plaza central de Diyarbakir para asistir a «este momento histórico» nos cuenta: «Había mucha gente, el momento fue muy emotivo. Después de la lectura de la declaración, todos estábamos en estado de shock. Muchos estaban desmoralizados, algunos lloraban», explica.

Y continúa: «La multitud coreó eslóganes en honor al PKK, era difícil de creer que acabáramos de presenciar una declaración de disolución. Me imagino que a muchos les costó asimilar la noticia».

Dîlan, de 38 años, no oculta su asombro. «Esperábamos un llamamiento al desarme, pero no a la disolución de la organización. No me imaginaba que una decisión así, después de 47 años de lucha armada, pudiera tomarse sin un congreso extraordinario. Me cuesta describir mis sentimientos. Siento mucha amargura, estoy en estado de shock, ¿qué vamos a ganar?», se pregunta.

«EL PKK, CONVERTIDO EN UN FANTASMA»

Omer D., incansable activista de la causa kurda, se muestra pragmático: «El PKK se había convertido en un fantasma en Turquía y servía para justificar una feroz represión contra nuestro pueblo y sus representantes, con un uso desproporcionado de la fuerza. Considero que recurrir a un proceso de lucha armada ya no era eficaz. Por lo tanto, creo que es una decisión razonable».

Sin embargo, le surgen muchas dudas sobre el futuro de la región: «¿Qué nos espera ahora? ¿Aceptará Turquía comprometerse con un camino que abarque a todos los componentes étnicos y políticos? Espero que haya avances positivos, pero lo dudo. Hasta ahora, Erdogan no ha enviado ni una sola señal alentadora. ¿Realmente quiere la paz?», prosigue Omer D.

Ansiedad que es ampliamente compartida por la población kurda de Turquía. Y tienen una buena razón: mientras continuaban las negociaciones con Öcalan, varios alcaldes del partido prokurdo DEM, elegidos democráticamente, fueron destituidos de sus cargos y reemplazados por administradores nombrados por el poder. Este fue el caso hace algunos días de los alcaldes de la ciudad de Van, acusados de estar vinculados al Partido de los Trabajadores del Kurdistán.

Polat, de 42 años, habitante de un pueblo destruido por el Ejército turco en los años 90, comenta: «Hay mucha ansiedad y miedo. Y eso se debe a que hasta ahora los kurdos no han obtenido nada en términos de derechos y libertades. Los millones de kurdos de este país deben obtener reconocimiento en el transcurso del próximo siglo, de lo contrario, la historia está destinada a repetirse. Turquía tendrá que dar pasos en esta dirección, y veremos en el futuro si estos satisfacen a la opinión pública kurda. Pero, por ahora, nos cuesta encontrar motivos para la esperanza».

Mehmet, un activista kurdo de larga trayectoria que vive en la ciudad de Batman, se hace preguntas sobre los entresijos de esta decisión: «No hay nada claro. Estamos a la espera, hay muchas zonas oscuras. El PKK no puede disolverse sin garantías claras para el pueblo kurdo y sin la implicación de las grandes potencias en este sentido. Sin embargo, no sabemos nada, es muy desestabilizador». Uno de sus compañeros va más allá: «La persona que dirige este país como presidente, Recep Tayyip Erdogan, no ha democratizado Turquía, sino que ha hecho precisamente lo contrario. ¿Cómo podría este hombre contribuir a lograr una paz duradera en una región marcada por un siglo de conflicto?».

Mehmet continúa: «Supongo que, con esta declaración, Öcalan quería demostrar que estaba en condiciones de tomar la iniciativa. Ahora la pelota está en el campo de la Administración, y la pregunta es qué va a hacer con ella. Si el poder turco se implica y avanza en la dirección correcta, entonces funcionará. Si no es así, creo que este camino hacia la paz no se materializará. Y, como ocurrió tras el fracaso de las conversaciones en 2015, tendremos que prepararnos para una terrible venganza».

En aquel momento, tras la ruptura del diálogo entre Erdogan y el movimiento kurdo, varias ciudades de mayoría kurda fueron sitiadas por el Ejército turco.

Sin embargo, en Kurdistán, marcado a fuego por décadas de sangriento conflicto, algunas voces se alzan albergando esperanzas de que se pueda construir una paz duradera a corto plazo. Milet, de 46 años, nos ofrece una última reflexión: «Espero que el PKK llegue hasta el final del proceso, deponga las armas y se disuelva. Este mensaje nos da esperanza. Las numerosas familias cuyos hijos se han unido a la guerrilla en las montañas de Irak se sentirán sin duda más tranquilas, y espero que puedan reunirse muy pronto. La sangre ha corrido durante demasiado tiempo, y es hora de que esto termine».