
Daniel Noboa o Luisa Gonzá- lez, quien venza el domingo en Ecuador en las urnas, deberá gobernar un país sumido en la peor crisis de seguridad de su historia, con un homicidio cada hora, pese a la «guerra» contra el crimen organizado declarada por el presidente y candidato a la reelección. En febrero de 2025, el país registró 736 homicidios, que se suman a los 793 de enero, según cifras oficiales, lo que supone un preocupante repunte con el que se llega a la segunda vuelta de las presidenciales.
Este recrudecimiento de la violencia se produce después de que, tras la declaración del «conflicto armado interno», 2024 acabase con una caída de 15% con respecto a 2023, año en el que Ecuador fue el país más violento de Latinoamérica con casi 47 muertes violentas por 100.000 habitantes.
Las bandas criminales habían convertido las calles del país en escenario de sus negocios y sus guerras. «Esto generó una guerra urbana, que es distinta a las otras porque el enemigo se mimetiza dentro de la sociedad. El enemigo está entre nosotros mismos», señaló el analista en seguridad Luis De Guzmán.
Sin embargo, la experta Michelle Maffei cree que la «hipermilitarización» ha sido un error debido a la falta de medidas de prevención que impidan que cada vez más jóvenes sean reclutados por las bandas delictivas o que el nivel de violencia aumente. Añadió que las fuerzas de seguridad se han enfocado en detener a los cabecillas sin tener en cuenta que eso está provocando una lucha interna entre quienes quieren ser los nuevos líderes y el nacimiento de nuevas facciones más violentas.
«Si no hay un cambio de perspectiva vamos a terminar el 2025 con más de 50 grupos de delincuencia organizada (22 al inicio del «conflicto armado interno»). Y cuántas más bandas o cárteles hay en un país, más difícil es revertir el fenómeno. Creo que estamos poco a poco llegando a ese punto donde no vamos a poder dar marcha atrás», sostuvo.
Fortalecimiento institucional
Los especialistas coincidieron en que Noboa o González deben empezar por fortalecer y reformar las instituciones vinculadas con la seguridad.
Para Maffei, una prioridad es depurar a las Fuerzas Armadas y a la Policía, que, en su opinión, «lamentablemente ya están cooptadas», y después volver a concentrar el trabajo militar en las fronteras, pues es por allí por donde entra la droga o las armas.
De Guzmán también aboga por fortalecer las instituciones para combatir los negocios vinculados a la criminalidad, aunque cree que lo prioritario es garantizar la educación y una salud de calidad, y oportunidades de desarrollo.
«Si no se hace de esta manera vamos a terminar siendo siempre una sociedad y un Estado que solamente amortigua y combate la violencia, pero que está en constante descomposición», concluyó.
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