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Orban restringe los derechos constitucionales LGTBIQ+ en su ‘Purga de Pascua’

En una nueva ofensiva ultraderechista de Viktor Orban, el Parlamento húngaro ha aprobado este lunes por amplia mayoría una enmienda constitucional que consolida la prohibición de la Marcha del Orgullo y solo reconoce dos géneros.

Manifestantes se enfrentan este lunes a la policía húngara al bloquear la entrada del Parlamento en Budapest.
Manifestantes se enfrentan este lunes a la policía húngara al bloquear la entrada del Parlamento en Budapest. (Peter KOHALMI | AFP)

El Parlamento húngaro prosigue este lunes su ofensiva para restringir las libertades de las personas LGTBIQ+, consagrando en la Constitución la existencia exclusiva de los géneros masculino y femenino, y la primacía de los derechos del niño sobre todos los demás.

Con este último texto apoyado este lunes por la Cámara, el Gobierno del ultraderechista Viktor Orban pretende reforzar la base jurídica de la prohibición de la Marcha del Orgullo, aprobada por el Parlamento húngaro el pasado 18 de marzo con el argumento de proteger a los menores de edad.

La norma, aprobada el mes pasado, señala que se prohíben «las reuniones que promuevan o exhiban el cambio de sexo de nacimiento o la homosexualidad», y fue propuesta por el partido Fidesz, del primer ministro Orban, que después recibió el apoyo de diputados de extrema derecha de otros partidos. 

Esta nueva enmienda de la Constitución, la decimoquinta desde que recuperó el poder en 2010, declara que los derechos de los niños a su «adecuado desarrollo físico, mental y moral prevalecen sobre todos los demás derechos fundamentales», excepto el derecho a la vida.

Además, haciéndose eco de un decreto firmado por el presidente de EEUU, Donald Trump, la Constitución especificará a partir de ahora que una persona es «o un hombre o una mujer», lo que implica un reconocimiento constitucional de la discriminación hacia las personas no binarias y otras identidades de género.

Asimismo, otra disposición importante faculta al gobierno para despojar temporalmente de la ciudadanía húngara a las personas con doble o múltiple nacionalidad, incluso si adquirieron su nacionalidad por nacimiento. El posible objetivo es el financiero y filántropo de 94 años George Soros, nacido en Budapest pero con ciudadanía estadounidense.

«Purga de Pascua»

En marzo, el primer ministro Orbán anticipó una contundente «limpieza de Pascua» contra sus adversarios internos, a los que tildó de «chinches». Este lunes, esa amenaza se ha materializado con la aprobación por parte de sus legisladores de la enmienda impulsada por su partido Fidesz y su socio minoritario, que gozan de una holgada mayoría de dos tercios.

Antes de la votación celebrada en Budapest, unas decenas de manifestantes han bloqueado brevemente la entrada del Parlamento antes de ser desalojados por la policía.

Además, desde que se aprobó la ley que prohibía la Marcha del Orgullo, a mediados de marzo, la capital vive un sinfín manifestaciones: miles de personas marchan y bloquean puentes durante horas cada semana, y este sábado una multitud protestó vestida de gris, burlándose de la triste uniformidad deseada por Viktor Orban.

‘Seamos todos iguales y grises’ es el lema con el que el Partido del Perro de Dos Colas (MKKP), una formación satírica sin representación parlamentaria pero muy popular, convoco la marcha por el centro de Budapest en la que participaron miles de personas.

Una «trampa» a su gran rival

Políticamente, Viktor Orban busca movilizar a su electorado y cortejar a la extrema derecha de cara a las elecciones legislativas de primavera de 2026, según declara el experto Szabolcs Pek a la agencia AFP.

Un «frenesí» legislativo, señala, que le permite recuperar el control de la agenda, eclipsando «el debate sobre el fracaso de los servicios públicos o las dificultades económicas».

Al mismo tiempo, el líder está poniendo una «trampa» a su gran rival, Peter Magyar, cuyo partido Tisza lidera la carrera según varias encuestas.

Este ex alto funcionario, casado durante mucho tiempo con una ex ministra de Viktor Orban, Judit Varga, se ha convertido en un crítico virulento de la corrupción y plantea un desafío sin precedentes al gobierno.

Sin embargo, se ve obligado a caminar por una delgada línea: ansioso por complacer a algunos votantes, no ha tomado una posición sobre los derechos LGBTIQ+, un silencio que, según Pek, podría desviar a los más progresistas hacia otros partidos de la oposición.