«Me motivaba honrar a esa generación de mujeres silenciadas»
Loreto Mauleón comenzó a alcanzar popularidad tras intervenir en la serie ‘Goenkale’. Su papel en ‘Patria’ le valió numerosos galardones y lanzó su carrera. Ahora estrena ‘La buena letra’, sobre la novela homónima de Rafael Chirbes, su primer papel protagonista en cine.
En ‘La buena letra’, dirigida por Celia Rico Clavellino, Loreto Mauleón encarna a Ana, una de esas numerosas mujeres silenciadas en el contexto de la dictadura franquista que mantuvieron en salvaguarda la dignidad de los vencidos renunciando a muchas cosas, entre ellas a su propia voz. Un personaje que la actriz defiende desde un emocionante ejercicio de contención.
En ‘La buena letra’ usted acomete, por primera vez, un papel protagonista en una película. No sé si este hecho influye en el modo en que ha podido encarar el trabajo.
A ver, no te voy a engañar, no es lo mismo interpretar un personaje secundario, por así llamarlo, que cargar con todo el peso de una película sobre tus espaldas. Dicho esto, el cine es un trabajo en equipo y en este caso más si cabe porque la verdad es que me he sentido muy arropada. Sobre todo por Celia, la directora, que no me ha soltado la mano en ningún momento. Pero sí que es verdad que igual el sentido de la responsabilidad ha sido mayor en este caso y también que da impresión verse a una todo el rato en la pantalla. No obstante, eso no me genera ninguna presión y esta oportunidad la he vivido con mucha ilusión, ilusión que estos días, según se ha ido acercando el estreno de la película, ha ido a más.
«Mis abuelas ya no están. Me hubiera encantado poder hablar con ellas y preguntarles muchas cosas acerca de su experiencia como mujeres en aquellos años»
En todo caso, no deja de ser un reto el hecho de haber incorporado un personaje como este desde la contención, hasta el punto de que sus silencios resultan más elocuentes que sus palabras. ¿Fue difícil desarrollar un trabajo así?
Detrás de mi interpretación hay mucho trabajo previo de investigación, de leer muchos libros, ver muchas películas, asistir a exposiciones… Fui absorbiendo un poco todo lo que me llevara a esos años de posguerra y a la singularidad de una mujer como Ana. Y luego con Celia ensayamos mucho y conversamos mucho sobre el personaje. Entonces, al final, intenté condensar toda esa información en cosas muy concretas, en gestos, en miradas, en pequeños movimientos… Fue un trabajo de despojamiento donde desde lo general avanzamos a lo específico y la verdad es que lo he disfrutado mucho. Me ha parecido un ejercicio muy interesante.
¿A qué fuentes acudió para meterse en la piel de Ana?
Uf, fueron muchas… Por ejemplo me acuerdo de una exposición de Isabel Quintanilla que me sirvió mucho para visualizar el universo de Ana y que me llevó a aprender costura antigua tanto a máquina como a mano. Y luego también leí obras como ‘Nada’ de Carmen Laforet o ‘Usos amorosos de la posguerra española’ de Carmen Martín Gaite, libros que me sirvieron para construir el personaje. Desgraciadamente mis abuelas ya no están. Me hubiera encantado poder hablar con ellas y preguntarles muchas cosas acerca de su experiencia como mujeres en aquellos años. Entonces, a falta de esos testimonios, fui generando el personaje a partir de otra información. Celia también me pasó algunas lecturas y referencias que ella tenía y sobre esa base pudimos ir dando forma a Ana. Fue muy gozoso en el sentido de que no siempre tienes ese tiempo para poder preparar un personaje. De hecho, cuando empezó el rodaje como tal yo ya conocía muy bien a Ana. Pero tengo que decir que toda la parte de maquillaje, peluquería, ambientación, etc. estaba trabajada de una manera tan minuciosa, que eso al final a mí también me ayudó mucho de cara a encontrar a Ana.

No sé si en ese proceso de preparación también le sirvió como inspiración la novela de Rafael Chirbes en la que se basa la película. Se lo comento porque hay algunas diferencias de enfoque en la adaptación que resultan llamativas.
Yo la novela de Chirbes la tenía ya leída desde hacía tiempo. Es un autor que me encanta y ‘La buena letra’ es una de mis novelas favoritas, pero nunca pensé que se haría una película a partir de ella. Así que cuando me llamaron para protagonizar este proyecto me sentí la persona más afortunada del mundo, más aún sabiendo que Celia iba a estar a los mandos. Y en cuanto a las diferencias, al final es una diferencia de enfoque porque todos tenemos en mente la novela pero esta es una adaptación que hace una mujer en una época como la actual donde, además, esa voz en primera persona que nos guiaba en las páginas de la novela se traslada al rostro y a los ojos de Ana. Entonces, inevitablemente va a haber diferencias, pero me parece que la esencia de Chirbes y de su novela están en la película.
Antes ha citado a sus abuelas. En este sentido, no sé si encarnar un personaje como el de Ana tiene para usted un valor añadido, en la medida en que está dando voz a toda una generación de mujeres que fueron silenciadas por la dictadura.
Celia nos decía que su empeño por hacer esta película era justamente ese, honrar a toda esa generación de mujeres que fueron silenciadas y olvidadas, y a mí es algo que me motivaba muchísimo cuando me involucré en el proyecto. Creo que con esta película tenemos la oportunidad de rendirles un homenaje, por esa entrega, ese sacrificio y esa abnegación que a nosotras, ahora mismo, nos lleva a plantearnos hasta qué punto merece la pena pasar por encima de una misma para mantener ese hogar. Una película como ‘La buena letra’ les da ese espacio y esa voz que no tuvieron. Fíjate hasta qué punto estuvieron silenciadas que la única de mis abuelas a la que conocí nunca me habló de su experiencia durante aquellos años. Ese también es un tema y he pensado mucho en ella mientras rodaba la película.
«El sacrificio y la abnegación que tuvieron ellas nos lleva a nosotras a plantearnos si merece la pena pasar por encima de una misma para mantener ese hogar»
Hace apenas un mes estrenaba ‘8’ de Julio Medem, ahora ‘La buena letra’… ¿Tiene la sensación de vivir un momento álgido?
Lo que tengo es la sensación de estar viviendo un sueño; que un cineasta como Medem te convoque para una película suya es como entrar en otro mundo. Es un referente de nuestro cine y además es un director muy especial con un lenguaje muy especial. Trabajar con él es meterte en un universo que te arrastra. Y luego, tener la oportunidad de ser dirigida por Celia Rico, que es una voz de otra generación pero también con una personalidad muy definida, pues, que duda cabe, que es algo que te acaba por enriquecer como actriz, pues te permite explorar espacios muy distintos.
Desde su intervención en ‘Patria’ su carrera ha cogido velocidad de crucero. ¿Cómo se gestiona el éxito?
La verdad es que ni me lo planteo, porque si lo hiciera sentiría un cierto vértigo. Prefiero ir proyecto a proyecto y vivir en el día a día. Además, esta es una profesión muy inestable, lo mismo hay épocas que estás arriba y luego otras en la que encadenas varios meses sin trabajo. Es verdad que para mí ‘Patria’ fue un punto de inflexión muy importante porque me dio mucha más visibilidad de la que tenía hasta ese momento, pero también es cierto que para cuando hice esa serie yo ya llevaba muchos años metida en este oficio y eso te hace relativizar un poco las cosas.
Lo que está claro es que ahora la televisión y las plataformas le dan la visibilidad que antes solo le daba el cine, ¿no?
Bueno, creo que las jerarquías que antes había, y que muchas veces se debían más a los prejuicios que a otra cosa, se han ido diluyendo un poco y ahora mismo trabajar en una serie o en una película te da el mismo prestigio. Ya no hay esa cosa como de considerar el trabajo en una serie como algo alimenticio… No sé, al final yo lo que priorizo son los guiones. Disfruto más haciendo cine, eso sí, porque los tiempos son otros, aunque es verdad que las películas se ruedan cada vez más rápido y en eso también el cine se ha igualado con la televisión. Pero como te decía, lo que me hace decidirme por un proyecto u otro es el guion.

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