Daniel   Galvalizi
Periodista
Entrevista
Miquel Fernández
Director de la Fundación y autor de un libro sobre Pedro Zerolo

«El matrimonio igualitario era una utopía para mi generación, nunca pensamos conseguirlo»

20 años después de la aprobación de esa ley, Miquel Fernández publica la historia de la lucha de Pedro Zerolo por los derechos del colectivo LGTBI. Socio en el activismo y amigo, alerta de que dos décadas después la derecha española «sigue agitando la banderita con mensajes machistas y tránsfobos».

Miquel Fernández.
Miquel Fernández. (Inma Mesa)

Algunas personas tienen la suerte de ser protagonistas y vivir en primera persona procesos que acaban en hitos históricos. Es el caso de Miquel Fernández, director de la Fundación Pedro Zerolo, íntimo amigo del líder de los derechos civiles y compañero durante años de la batalla por los derechos del colectivo LGTBI que culminó en la aprobación en junio de 2005 de la ley de Matrimonio Igualitario.

Extremeño de nacimiento, valenciano por adopción y vecino de Madrid, Fernández ha publicado recientemente ‘Pedro Zerolo, vida y legado de un pionero de los derechos civiles’ (Cúpula, 2025), en donde narra con detalles los orígenes de su vínculo con el exconcejal del PSOE, nacido en Tenerife, de quien fue «mano derecha», y cómo fue la gesta en los años previos a 2005.

«Se están volviendo a escuchar ahora los mismos discursos que a fines de los 80 y comienzos de los 90. No nos podemos dejar amedrentar», recalca en entrevista con NAIZ, a diez años de la muerte del activista político español contemporáneo que más espacios dedicados tiene a su memoria en todo el territorio del Estado (son 27, señala Miquel).

¿Cómo conoció a Zerolo?

En marzo de 1994, cuando convoqué junto a Jordi Petit el primer encuentro de parejas de hecho, para intentar ponernos de acuerdo en una propuesta para el gobierno. Pedro vino por la delegación de Cogam. Ya ahí me deslumbró su capacidad de comunicación, de defensa, y siempre digo, él estaba defendiendo una posición respecto a un modelo de parejas y yo defendía otra, eran modelos diferentes, él quería regulación de uniones y nosotros equiparar a las parejas con el matrimonio. Pero él tenia razón, no era posible tener dos figuras jurídicas con los mismos derechos. Él abogaba por regular la figura de los convivientes y tratar de entrar por el ámbito de protección de la familia.

Enseguida conectamos y a partir de ahí empezamos a tener contacto, tuvimos oportunidad de trabajar juntos en las primeras manifestaciones estatales por una ley de parejas en 1997. Yo desde València y él en Madrid. Nuestra relación se hace más intensa a partir de 1997 porque él quiere refundar la federación (FELGTB), quería revitalizarla. Ahí entra Lambda a la FELGBT; hasta aquel momento estaban solo Cogam, una asociación de Barcelona y una de Granada.

Y hoy son más de 50 las asociadas en la FELGBT...

Sí, creo que fue exitosa esa refundación, sumando poco a poco nuevos colectivos, la estrategia de ampliar la base, hacer política sumando. Él como presidente y yo secretario general ,junto a Beatriz Gimeno. Los 90 fueron años duros porque veníamos de todo lo que había sido la rémora del franquismo en la mentalidad, veníamos de represión, de ser perseguidos y encarcelados, y después tuvimos que enfrentarnos al reto del VIH y el sida.

«El sida nos señaló una emergencia y reorientó los objetivos del movimiento, porque moría tu pareja y te quedabas en la calle, te dejaban tirado»

 

El sida vino a generar una emergencia en el activismo, la gente fallecía y hasta el año 95 ó 96, cuando comienza el AZT a ser más efectivo, la gente fallecía y era habitual ir a varios entierros de amigos. Yo he vivido ese momento. Eso también nos señaló una emergencia que supuso una reorientación de los objetivos del movimiento, de afrontar el hecho de que cuando la gente fallecía no tenia nada, moría tu pareja y quizás te quedabas en la calle, en casos de familias que no habían querido saber nada y te dejaban tirado. Eran dramas humanos.

En aquel entonces conseguimos que en la ley de arrendamientos urbanos se incorporara la subrogación a parejas para tratar de evitar estas situaciones que eran tremendamente inhumanas. Esto nos hizo decidir poner énfasis en la información jurídica al colectivo y es verdad que todavía subsistía esa imagen negativa de la homosexualidad, que fue más estigmatizada con la llegada del SIDA, que se nos hizo casi responsables, le llamaban el ‘cáncer gay’.

Era un momento muy distinto, social y tecnológicamente, supongo que el reto para el activismo era más difícil.

Ahí yo creo que hubo una estrategia acertada, Pedro lo tuvo muy claro, pensó que el mejor elemento para combatir el prejuicio era la visibilidad. En los 90 era muy difícil ser visible. Demandábamos la ley de parejas y costaba mucho encontrar parejas que quisieran poner la cara. Con mi pareja Tony Poveda me paseaba por muchas televisiones por eso mismo, hicimos una importante apuesta a finales de los 90 por la visibilidad. Creo que Pedro tenía razón al decir que la forma de combatir las ideas negativas sobre nosotros era que la gente sea consciente que podemos ser sus compañeros de trabajo, sus médicos, sus abogadas, sus profesores, etc.

¿Qué le había contado Pedro sobre su infancia en Canarias?

Él siempre señalaba que tuvo una infancia muy feliz, que se sintió muy querido. Su madre falleció de cáncer teniendo él 15 años. Su padre era Pedro González, pintor y decano de Bellas Artes. Cuando Pedro pasa a ser presidente de la Federación, su padre le dijo ‘hijo, que seas homosexual vale, pero ¿que tengas que ser el más homosexual de España?’ [se ríe].

Había esa sensación siempre en nuestros padres de que esto podía hacernos sufrir. En mis inicios recuerdo que en el ámbito estudiantil y universitario siempre me decían por qué me dedicaba al activismo gay, que podía dedicarme a otros espacios, que esto me podía limitar una posible carrera o futuro. Somos la demostración de que esto no podía ser una limitación, esta forma de pensar no podía limitarnos.

Pedro Zerolo era un encantador de serpientes en el buen sentido de la palabra, ha dicho en alguna entrevista. ¿A qué se refiere?

A que tenia una capacidad discursiva e intelectual a la hora de trasladar sus ideas, sus convicciones, que era notoria. Era extraordinario, esa capacidad se percibía, y esto lo sabían tanto quienes compartían sus opiniones como los que no. Defendía con mucho ahínco sus convicciones pero no era una persona sectaria ni necesitaba acudir al insulto o a denigrar al oponente. Tenía claro que la gente podía pensar de forma diferente y esto le hacía muy poderoso en la persuasión. Siempre defendía el principio de ‘no hay mejor forma de llegar que convenciendo’, la pedagogía social y política le parecía un elemento fundamental sobre todo para producir cambios permanentes y no temporales.

«Pedro [Zerolo] decía que había que responder con contundencia para que la extrema derecha no fijara su relato, era exigentísimo con eso»

 

Era un gran defensor de la libertad de expresión, la defendía como un bien supremo y creía que limitar la libertad de expresión acababa afectando a los colectivos más vulnerables. Y a la vez, tenía una exigencia de respuesta permanente contra la derecha y la extrema derecha, pensaba que no había que dejar nunca que responder a los embates y discursos de odio. Creía que había que responder con contundencia porque pensaba, y eso está vigente hoy, que era fundamental el relato, porque decía que si no la derecha extrema y la extrema derecha lograban fijar su relato, situarlo como el único y verdadero. Por eso me decía siempre; ‘Cada vez que digan algo hay que responderles, no hay que menospreciar los efectos que determinados discursos pueden tener en una sociedad’. En eso era exigentísimo, ‘no les voy a dejar pasar ni una’, decía.

Uno de los problemas que tiene la izquierda hoy en España es que está perdiendo el relato frente a una derecha que pretende hacer un relato alternativo, con capacidad de intervención enorme en las redes sociales y esto es un peligro. No basta con tener la razón, diría Pedro.

Una gran parte de los ciudadanos del Estado se muestran orgullosos cuando hablan de esa aprobación del Matrimonio Igualitario en aquel momento. ¿Es un patriotismo positivo en tiempos de tanto chauvinismo?

Sí, Pedro siempre hablaba que el mejor patriotismo es el de los valores, el que nos hace orgullosos. Los países no solo exportan vinos y jamones, sino modelos de sociedad. Creo que ese patriotismo se mantiene pero no hay que dejar que la extrema derecha imponga un modelo de patriotismo que se basa en la bandera y valores que nada tienen que ver con la mayoría social de nuestro país. Pedro decía que si por el PP fuera, España sería un país que se parecería más a Irán que a Francia.

Hablando de eso, en el libro recuerda que por esos días los opositores al Matrimonio Igualitario agitaban la bandera española, uniendo la patria a la opresión LGTBI. ¿Ha cambiado eso?

Siguen haciéndolo, eso no ha cambiado nada. Sigue el mismo modelo de la derecha, hacer creer que sus ideas y postulados tiene que ver con una simbología del país. Hay que cortar esto y no hay que dejarles que se apoderen de un orgullo de país. Los valores comunes tienen que ser elementos que nos unan, con independencia de las diferencias que existan. Seguimos viendo cómo hacen discursos machistas transfobos y racistas agitando la bandera de España. España no es lo que a ellos les gustaría que fuera.

Decía Zerolo, cuando casi no le quedaba aliento, que «el socialismo es efectivo en la medida en que es afectivo». ¿Qué cree que diría en estos momentos en que exlíderes como Felipe González o Guerra desgastan a Sánchez y la izquierda confederal se enfrenta entre sí?

Pedro fue siempre gran defensor de sumar, de incorporar sinergias, él tenia un principio que era ‘la izquierda tiene que ser valiente’, lo tenia clarísimo en términos de concepto. Siempre abogaba por ser valientes y por sumar, dentro de las diferencias, ser capaz de ponerse de acuerdo en hojas de ruta. Él creía que había que ser un ejemplo de comportamiento, ser cercano a la ciudadanía, y desde esta perspectiva defendía siempre que había que ser claro con la ciudadanía, hacerles propuestas que fueran posibles, él planteaba un temor a la desafección de la ciudadanía por la política, decía que eso sería la antesala al totalitarismo. Las propuestas tienen que ser valientes pero posibles para no llevar al desencanto. Cuando la ciudadanía ve que no respondes a las expectativas, eso genera desafección. Ser de izquierdas es una cosa muy exigente, contigo mismo y con las ideas, siendo de derechas es mas fácil dejarte llevar, decía.

El juez Carlos Valle preguntó durante un juicio al humorista Quequé como un ejemplo del humor indebido qué le parecería si se dijera que habría que bombardear la plaza Pedro Zerolo y matar a homosexuales que estén allí. ¿Qué sintió al verlo?

A mi no me hizo ninguna gracia, la diferencia entre un juez y un humorista es clara… Creo que es bastante inaceptable que un juez pueda equiparar un espacio de símbolo de represión y dictadura con un espacio que es símbolo de libertad de una persona que luchó por los derechos civiles. Hemos pedido [la Fundación} al CGPJ que abra un expediente contra este magistrado.

Me gustaría que le cuente a los más jóvenes de hoy cómo era la vida LGTBi cuando usted era joven.

Cuando éramos adolescentes no podíamos ir de la mano con nuestras parejas, nos construimos sin ese elemento de afectividad en el ámbito publico, que hoy pueden hacer y se ve de manera cotidiana. Esa España que había abandonado la dictadura todavía tenía muchas reminiscencias, estaban ahí todavía muchos elementos, nos robaron eso de la adolescencia.

«Los derechos también pueden revertirse; se conquistan, se disfrutan y se defienden, decía Pedro»

 

Yo ni siquiera me permitía decirle a la gente que era homosexual, salgo del armario a los 21 años. Sentía necesidad de salir de Plasencia y me fui a estudiar a València, en donde se vivía un poco mas abierto pero yo no fui capaz de trasladarle eso a nadie. Los derechos también pueden revertirse; se conquistan, se disfrutan y se defienden, decía Pedro. Es una llamada a tener cuidado con la conquista, a no dar los logros por sentados y avanzar siempre en nuevos.

Siguiendo con el mismo ejercicio, ¿cómo le contaría a un joven cómo fue esa gesta histórica hace 20 años por el matrimonio igualitario?

Fue alcanzar una utopía para mi generación, cuanto tenia 20 tantos años no pensaba nunca que iba a vivir la conquista del matrimonio igualitario. Cuando empezamos la lucha pensamos que llegaría a buen puerto pero no teniendo claro que fuéramos a disfrutarlo. Como decía Pedro, las utopías de hoy son los derechos de mañana, fue la conquista de una utopía de miles de personas, que muchas quedaron en el camino, que fueron encarceladas por hacerse visibles, y una conquista que no fue fácil porque tuvimos una derecha y extrema derecha que se opuso con todas sus fuerzas, que sacó a los obispos, los colegios privados, la cúpula del PP...

Le diría que los derechos no vienen solos, hay que reclamarlos, batallarlos y trabajar por ellos, y en estos momentos que da la sensación de que estamos viviendo un retroceso, con discursos que no habíamos oído en los últimos 20 años y que vuelven a aparecer y son los mismos de principios de los 90. Es un motivo de esperanza también ver que fuimos capaces de vencer a estos sectores y seremos capaces de volverlos a vencer. No hay que dejarnos amedrentar por sus amenazas.

¿Cómo transitó sus últimos días Zerolo?

Una frase que me dijo y me marcó fue ‘pongámosle una sonrisa a la adversidad’. Creo que la llevó con mucha entereza, esa entereza de cuando uno mira fija a la muerte. Le pidió a su oncólogo que le dijera el tiempo que le quedara, le dijeron ocho meses y finalmente fue un año y medio. Lo vivió con la tranquilidad de irse sabiendo que dejaba una sociedad mejor de la que encontró.

Recuerdo que cuando me enteré fue un shock, cuando no pude venir a una reunión en Ferraz, y me mandó un mensaje porque estaba ingresado por pancreatitis. Cuando en enero de 2014 anuncia que tenía cáncer de páncreas fue un mazazo terrible.

¿Lo echa de menos?

Sí, mucho. En estos tiempos tan convulsos, pienso ‘si Pedro estuviera, esto no sería así’. Se le echa mucho de menos, creo que activistas como él son tan necesarios en el mundo de hoy... Gente que tenga la capacidad desde la tranquilidad y la firmeza. Muchos seguimos pensando que necesitaríamos ahora a muchos Pedro Zerolo.