
El presidente de EEUU, Donald Trump, ha comenzado este lunes su gira por Oriente medio con promesas colosales de inversiones y compras saudíes, sobre todo en materia militar y de inteligenica artificial.
En un viaje en el que no prevé pasar por Israel, Trump, acompañado de varios magnates, incluido su aliado Elon Musk, ha prometido cobrar «grandes cheques» durante este viaje, en línea con su enfoque «diplomático» de obtener el máximo beneficio bajo fuertes presiones.
En Ryad ha firmado una asociación económica estratégica con el príncipe heredero y hombre fuerte de la tiranía saudí, Mohammed bin Salman. El Gobierno estadounidense estima en 600.000 millones de dólares la suma que llegará a Estados Unidos, lo que corresponde a la cifra presentada por Bin Salman en enero.
En estos acuerdos, destaca la compra por parte de Arabia Saudí a EEUU de material militar «de última generación» por valor de 142.000 millones de dólares, lo que lo convertiría, según Washington, en el «mayor (contrato de defensa) de la historia».
Además, la empresa saudí DataVolt invertirá «20.000 millones de dólares en centros de datos e infraestructuras energéticas vinculadas a la inteligencia artificial» en Estados Unidos, según la Casa Blanca.
También ha mencionado contratos de empresas tecnológicas por un total de 80.000 millones de dólares, que involucran a Google, a los editores de software Oracle y Salesforce y al gigante de semiconductores AMD.
Alianza reforzada
Mohammed bin Salman ha contentado la vanidad de Trump con una bienvenida a su medida, con una escolta de aviones de combate, guardias montados y el esplendor del palacio real.
La evidente cordialidad entre los dos hombres, a quienes se les ha visto charlando animadamente y con muchas sonrisas, ha acompañado el refuerzo de esta alianza. «Realmente creo que nos gustamos mucho», ha afirmado Trump, que continuará luego su gira en Qatar y Emiratos Árabes Unidos.
Hace ocho años antes, el presidente estadounidense ya eligió el reino saudí para su primer viaje internacional. La decisión de volver a priorizar a las petromonarquías del Golfo por encima de sus aliados occidentales resalta su creciente papel geopolítico y su potencial económico.
Además de potenciar los negocios estadounidenses en la región, Trump tendrá que abordar importantes cuestiones regionales con todos sus anfitriones, desde las negociaciones del acuerdo nuclear con Irán a la situación catastrófica en Gaza, de la que las satrapías árabes hace tiempo que solo se preocupan en los discursos.
En este contexto, la normalización de las relaciones entre Arabia Saudí e Israel, un proyecto que promovió Trump, parece estar fuera de la agenda mientras persista la ofensiva israelí en Palestina.
Trump levanta las sanciones a Siria y saluda a Al Sharaa
Pero sobre todo, en el viaje destaca el anuncio del levantamiento de las sanciones a Siria y la intención de Trump de saludar al presidente del nuevo régimen sirio, Ahmed Al Sharaa, rehabilitando públicamente a una figura a la que EEUU todavía considera «terrorista», al igual que a su formación, Hayat Tahrir al-Sham (HTS).
Ya en diciembre EEUU retiró la recompensa de 10 millones de dólares por Al Sharaa y, antes de volar a Oriente Medio, Trump ya mencionó la posibilidad de levantar las sanciones y «darle a Siria un nuevo comienzo».
Desde que llegó al poder con el derrocamiento de Bashar Al-Assad, Al-Sharaa (Mohamed Al Golani en su etapa yihadista) está llevando a cabo una intensa lucha diplomática para que se levanten las sanciones contra Siria y ha ofrecido al presidente estadounidense construir la Torre Trump en Damasco, proporcionar a EEUU acceso al petróleo y gas sirio e incluso normalizar lazos con Israel, adhiriéndose a los Acuerdos de Abraham como otros países árabes.
Por su parte, EEUU exige a Siria la expulsión de combatientes extranjeros con funciones oficiales, el reemplazo de figuras que EEUU considera vinculadas al extremismo y una ruptura con el pasado ideológico de HTS, antigua filial de Al-Qaeda.
También exige que persiga a los movimientos de resistencia palestina presentes en Siria. En este sentido, la semana pasada fueron detenidos en Damasco dirigentes del FPLP y la Yihad Islámica.
Ankara y Ryad
Ahmad al-Sharaa también comenzó a seducir a las dos principales potencias militares de la región, Turquía y Arabia Saudí, objetivo de sus primeras visitas a comienzos de febrero.
Finalmente, Ryad y Ankara han presionado para el acercamiento de EEUU al nuevo régimen de Damasco, un paso en el que le precedió el presidente francés, Emmanuel Macron y en el que también han contado los grandes industriales estadounidenses.
En cualquier caso, no resta la trascendencia de que Trump es el primer presidente que va a reunirse oficialmente con el dirigente de un grupo vinculado en su momento a Al Qaeda, la autora de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

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