
En lo que era un secreto a voces, Vicente Moreno ha dado por finalizada su etapa en Osasuna, a pesar de que el equipo se ha salvado con holgura y pelea hasta el último momento por entrar en puestos europeos. Ya se sabía que la sustitución de Jagoba Arrasate iba a ser compleja y se abre ahora un segundo intento, probablemente con otro perfil.
«Es algo que siento, lo he ido madurando. No quiero que dependa de si entramos o no en Europa, ni de si el club me ofrece o no una renovación. Es una decisión tomada desde la tranquilidad y el agradecimiento», ha señalado Moreno en su comparecencia de este miércoles.
La situación es incómoda para el club: Sabalza admite que no sabían que Moreno iba a despedirse por su cuenta y el asunto se ha eludido en redes sociales pese a su trascendencia
Preguntado por su relación con el club, ha asegurado que «hay muy buena comunicación, muy buena relación. El club está al tanto desde hace días. Esta semana se lo comuniqué también a los jugadores. Era importante que ellos lo supieran antes que nadie». Sin embargo, también se puede intuir cierto malestar en la decisión de no esperar siquiera a ver si se le trasladaba oferta de renovación o no.
El técnico ha querido centrar el foco en estos tres últimos encuentros y en un hipotético billete continental: «Me alegraría muchísimo por estos jugadores, por la afición, por el ambiente que se vive en cada partido en casa. Sería el premio a todo un año de trabajo. Aunque yo no vaya a disfrutarlo como entrenador, sí lo disfrutarán ellos, y eso sería suficiente para mí».
Por su parte, el presidente, Luis Sabalza, ha admitido que no sabía que Moreno iba a adelantar este paso. El club ha quedado en posición tan incómoda que casi ni se ha hecho eco en sus redes de ese anuncio, más allá de un breve acuse de recibo.
❤️ Gracias por todo, míster. Todos juntos a por lo que nos viene. pic.twitter.com/NhYXLto8TF
— C. A. OSASUNA (@Osasuna) May 14, 2025
Hasta los periodistas se han quedado algo estupefactos en la rueda de prensa. Uno de ellos le ha repreguntado si estaba diciendo que no iba a seguir en Osasuna y el técnico ha tenido que remarcar: «Sí, eso acabo de decir».
¿Cuáles son las claves de este paso efímero? En la cuestión del perfil ha encallado este primer intento. Aunque trascendió poco del casting hecho por Braulio Vázquez hace un año, se sabe que todo se definió entre una terna formada por Rubi, Moreno y un «tapado» (¿pudo ser Iñigo Pérez, que de nuevo ahora ha sido sueño prematuro rojillo?). Cuando parecía que el catalán sería el elegido, llegó el valenciano, a quien el director deportivo presentó ante los medios como primera opción.
Si esto es cierto, al contrario que Arrasate y también que Rubi, Osasuna priorizó un estilo más «segurola». Una forma de hacer que prometía de entrada continuismo respecto al de Berritua y a otras características del club, como mantener abiertos al público los entrenamentos en Tajonar. Tenía su lógica la elección de Braulio: «En tiempos de turbación (y la marcha de Arrasate lo era y quizás aún lo es), no hacer mudanza». O, dicho de otro modo, los experimentos, mejor con gaseosa que con champán.
Vicente Moreno llegó casi pisando huevos, por no cuestionar el legado de Jagoba, y diez meses después se marcha prácticamente igual. Pero en el tránsito ha sido inevitable que sus modos de hacer fueran impregnando el estilo de juego y el propio estado de ánimo del equipo y la afición.
Arrasate no se inventó realmente en Iruñea; en su temporada anterior en Soria ya convirtió al Numancia en un experto en ganar partidos en las rectas finales. El ascenso de 2019 se gestó con un porrón de remontadas y muchos partidos a «todo o nada», tanto en El Sadar como fuera.
Es aritmética pura. Desde que el sistema de puntuación varió a tres puntos por victoria, arriesgar en los últimos minutos en situaciones de empate debe dar más réditos que números rojos. Y más aún con los cinco cambios actuales, que otorgan más margen de maniobra en esas rectas finales. Pero eso que tan bien manejaba Arrasate no encaja en la filosofía de Moreno.
La renovación se le ha ido por el desagüe en el rosario de empates –15 hasta la fecha–, la mayoría tras ir ganando. En las cinco temporadas anteriores Osasuna osciló entre 8 y 11 igualadas, con la única salvedad de 13 en la primera tras el ascenso.
Hablando de gaseosa, el equipo no solo ha ido perdiendo fuelle durante los partidos, sino también en el transcurso de la temporada. Arrancó con cinco victorias, un empate y una derrota en los siete primeros partidos en casa, incluidos un triunfo de entrada ante el Mallorca que reforzó a Moreno ante el fantasma de Arrasate y un 4-2 al Barcelona que mostró que el de Massanassa tiene capacidad táctica sobrada.
Aquella noche de septiembre queda como la mejor de largo en el tránsito rojillo de Vicente Moreno. El técnico desarmó el estilo suicida de Flick quebrando su defensa adelantada especialmente a través de los laterales. Y es que Moreno, al contrario que su antecesor, es un entrenador más reactivo que proactivo.
Desde su llegada dejó clara la prioridad total que concede al análisis del rival. Futbolistas como Rubén García o Jesús Areso han reconocido que nunca han llegado al partido tan preparados a nivel de conocimientos de sus contrincantes como en esta temporada.
Eso, claro está, tiene su contrapartida, que es dejar en segundo plano las capacidades propias. Aquí Vicente Moreno no sale bien parado. Jugador por jugador, es probable que Osasuna haya dispuesto este año del mejor plantel desde la etapa de Milosevic, Nekounam, Raúl García, Ricardo y demás, que gestionó Javier Aguirre hace 20 años.
Un delantero de 20 goles como Budimir, otro punta estelar como Bryan Zaragoza, un creador de juego inhabitual en la cantera rojilla como Aimar, tres buenos centrales tras el acertadísimo fichaje de Boyomo, el despegue de Areso, la recuperación de Rubén García, la madurez de Sergio Herrera...
Hasta el 1-2 contra el Getafe en marzo, que hizo ya mirar solo al descenso, jugadores como Moncayola o Herrera no dudaron en mentar la aspiración europea. En general ha dado la impresión de que los jugadores eran más conscientes del potencial de la plantilla que el técnico. Ha faltado ambición. O sobrado contención.
Moreno empezó bien en casa pero ha encallado fuera, donde sus números con equipos anteriores ya eran inusitadamente pobres, y en el rosario de empates
Capítulo aparte merecen los números de Vicente Moreno fuera de casa, que le ponen realmente difícil prolongar su trayectoria en Primera tras haber entrenado a Espanyol, Mallorca y Almería además de Osasuna. A su llegada ya llamaron la atención, a lo que el técnico vino a decir que era algo anecdótico porque no le había ocurrido en otros países y categorías. Con todo, lo cierto es que en Iruñea no ha revertido la tendencia, desde el patético 4-0 inicial en Girona a los empates cedidos en Las Palmas y Leganés o en casa ante Alavés y Valencia, todos tras llevar el partido controlado.
Es inverosímil tildar ya de casual que los equipos de Moreno solo hayan cosechado cuatro victorias foráneas en la máxima categoría. Apenas ganó un partido fuera con el Espanyol, otro con el Mallorca y han sido dos con Osasuna, Anoeta y Zorrilla, al que cabría sumar si se quiere la victoria copera en San Mamés.
A su favor hay que decir que algunas de las críticas suenan injustas o exageradas. Los reproches de haber aburrido a la grada olvidan las fases más grises de la era Arrasate y no digamos ya la insoportable temporada anterior de Diego Martínez en Segunda, que fue precisamente la que precipitó el cambio de estilo con la contratación del de Berriatua.
Se le censura también que no haya hecho debutar a nadie de la cantera, cuando lo cierto es que el Promesas también ha relegado a algunos de los más prometedores para ceder la responsabilidad de seguir en Primera RFEF a jugadores de otros lares (Espejo, Herrero, Arroyo, Sixtus...)
La lectura de los partidos en sala de prensa ha sido otro de los reproches generales, pero esta es una característica bastante común. Otra cosa es que Arrasate se saliera de la norma por su sinceridad y normalidad, además de por el euskara.
Quien sea elegido para pilotar la segunda transición que se abre ahora tendrá algo a su favor: ya no deberá pelear con el fantasma del de Berriatua, sino con el de Moreno, o con los dos mitad y mitad.
De momento es Braulio Vázquez quien tiene que decidir, y se intuye una encrucijada similar a la de hace un año. Quizás tenga en mente un nuevo elemento de análisis: la apuesta por el fútbol-champán de 2018 le salió bastante mejor que intentarlo con gaseosa en 2024.
De momento, quien más suena es Alessio Lisci, técnico del Mirandés que ya entrenó en Primera al Levante, con solo 39 años, y que en su día se pasó por Taxoare para conocer los métodos de Osasuna. Pero se peina también el mercado internacional. Uno de los problemas de Lisci es que el Mirandés va a jugar el play-off y podría no acabar la temporada hasta finales de junio. Algo que, por cierto, ya pasó con Arrasate cuando llegó del Numancia...

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