Dagospia, los 25 años del medio italiano más temido
Cumple un cuarto de siglo una página web nacida casi como un juego y que ahora es capaz de condicionar gobiernos. Políticamente incorrecta, muy descarada, es fruto de la mente de su fundador, un personaje y convertido en una especie de gurú del cotilleo: Roberto D'Agostino.

Hay quien lee Dagospia y quien miente. Lo hacen todos: gente común y famosos, políticos y trabajadores, intelectuales y deportistas. Porque Dagospia es para muchos el mejor medio de información que existe hoy en Italia, y el pasado 22 de mayo ha cumplido 25 años, celebrándolo por todo... lo bajo, como conviene a una página web que ha hecho del cotilleo y del gossip su razón de vida.
Es decir, de manera discreta aunque se haya convertido en referencia a la hora dar las noticias antes de los medios tradicionales e institucionales. Dagospia no es ubicable en ninguna categoría informativa, es algo distinto a todos sus rivales siendo, como dice su fundador, «un simple recopilador de noticias».
Del banco a Kundera
Ya, su fundador: Roberto D'Agostino. Un personaje tan polifacético que se han perdido las cuentas sobre la cantidad de ‘chaquetas’ que ha llevado a lo largo de su vida. Si se busca en Google u otros motores, el primer resultado es «director de cine», y es verdad porque dirigió una peli, una sola, ‘Mutande pazze’, en 1992, traducible como ‘Calzoncillos locos’, una sátira sobre el intento de escalada social al mundo de los famosos por parte de gente «normal».
Sin embargo Dago, este es su mote, es mucho más que un simple director de cine o guionista: ha sido empleado en un banco, luego DJ y en general animador de la noche, «lookologo», tertuliano en programas televisivos o radiófonicos de culto y también periodista. Todo empezando desde San Lorenzo, quizás el barrio más popular de Roma, donde todos se conocen y todos hablan de todos.
Nacido en 1948, crecido en una familia casi proletaria, pronto D'Agostino se aprovechó de la era «loca» de la ciudad capitolina, entre las décadas de los 60 y 70, para empezar a mantener una vida de hippy. Era muy fácil por aquella época encontrar contactos, porque a Roma llegaban artistas, escritores, cineastas, jefes de Estado y también fanfarrones. En este mundo, en este submundo más precisamente, Dago empezó enseguida a ser uno de los reyes.
De todas formas la década clave sería la de los 80, cuando D'Agostino empezó a comparecer en programas de televisión de culto absoluto, donde no se entendía si interpretaba a un personaje ficticio o él mismo era el personaje. Supuesto «experto en look y maneras de vestir», teórico del «hedonismo reaganiano» y del triunfo de lo efímero, critico literario con fijación por ‘La insoportable levedad del ser’ de Milan Kundera, provocador en tertulias hasta recibir un vaso de agua en la cara lanzado por Vittorio Sgarbi, otro personaje histórico de este tipo de programas...
Con sus gafas y sus trajes elegantes, nadie hubiera podido pensar entonces que dentro de unos 20-30 años se convertiría en el periodista italiano más influyente. Por supuesto, sin ser un periodista real.
Cambio de paradigma comunicativo
Roberto D'Agostino tenía unas colaboraciones con algunos medios escritos, eso sí. Colaboraciones a su manera, donde comentaba los hechos de manera irónica. Lo hacía en el semanal ‘L'Espresso’, por ejemplo, expresión máxima de una cierta izquierda socialdemócrata, donde ya había que mantenerse políticamente correcto.
Su cita, su columna, se llamaba ‘Spia’ (‘Espía’) y contaba chismes o cotilleos sobre los famosos, tomando también el pelo a políticos e industriales. Hasta cuando, en 1999, como dicen los italianos, «pisó una mierda» acusando entre líneas a un famoso empresario de «traer mala suerte». Aquel famoso empresario era parte del consejo de administración de ‘L'Espresso’ y forzó la destitución de Dago.
D’Agostino comenzó con una columna en ‘L’Espresso’ tomando el pelo a políticos e industriales, hasta que «pisó una mierda» como se dice en Italia. A partir de ahí, funcionó sin controles
En vez de venirse abajo D'Agostino aprovechó la gran burbuja de la época, Internet, creando desde cero una página web que al principio no parecía nada más que un blog. Como nombre juntó el titular de la columna que tenía y su apodo: Dago + Spia. Allí, sin tener ningún tipo de controles, y manteniendo sus anteriores fuentes, empezó su aventura que sigue todavía hoy.
Los cotilleos llegaban, D'Agostino tomaba nota y los transformaba en noticias. Era algo que los medios tradicionales no podían hacer por varias razones; en primer lugar, porque tenían un código profesional de buena conducta. Existían los retroscenisti, expertos en cotilleos políticos, pero la oferta informativa de Dagospia iba más allá, tocando los verdaderos núcleos del Poder: economía y finanzas sobre todo.
Y las informaciones les llegaban desde fuentes seguras y poderosísimas: una de las más llamativas fue Francesco Cossiga, de la Democrazia Cristiana, expresidente de la República, que en vez de morderse la lengua, cuando ya estaba fuera del Parlamento (pero no del Poder) llamaba a D'Agostino. Que por supuesto no escribía quién le había pasado las informaciones, limitándose a veces a dejar caer el comodín de «¿Será así? Vete a saber».
Las informaciones les llegaban de fuentes poderosísimas, como todo un Cossiga; y así han logrado exclusivas sobre el Papa Francisco o el ministro Sangiuliano
El verdadero secreto del éxito de esta web fue, sin embargo, cambiar el lenguaje periodístico y comunicativo. Porque Dagospia no daba solamente noticias inéditas, los ‘Dagoreport’, sino que copiaba y pegaba, indicando la fuente, artículos publicados en medios institucionales. Con un solo cambio, minúsculo pero fundamental: modificar el titular original, rompiendo el paradigma de lo «politicamente correcto». Utilizando juegos de palabras o incluso expresiones callejeras para dar la misma noticia con un lenguaje más comprensible, a veces crudo, a veces útil para funcionar en modo cotilleo.
El ‘Cafonal’
Nadie podía escapar de esta transformación, de este intento de desinflar el lado serio del Poder. Los políticos o los grandes empresarios ya no tenían su nombre sino un mote: así por ejemplo Berlusconi era ‘El Banana’, Mario Monti ‘Rigor Montis’ y Sergio Mattarella ‘La momia siciliana’. Un periódico tradicional no podía por supuesto meter en un titular de portada semejantes expresiones para dos primeros ministros o un jefe de Estado, pero Dagospia sí.
También podía inventarse palabras tipo ‘Cafonal’, el primer punto de inflexión que convirtió a esta página web en lugar imprescindible: una versión moderna de los paparazzi, reportajes absurdos con fotos impactantes de las fiestas o de los grandes eventos donde famosos o aspirantes famosos se citan más que nada para hacerse ver.
‘Cafone’ en italiano significa ‘paleto’, y ver a estos herederos de la peli ‘Mutande pazze’ disputarse trozos de pizza o a políticos asaltar al buffet de un restaurante después de la presentación de un libro es realmente un retrato perfecto de la sociedad italiana, donde además estas son ocasiones de encuentro también para negocios privados. Hay incluso un libro que recopila los mejores ‘Cafonal’ de la historia.
‘Cafonal’ en italiano significa ‘paleto’ y ver a políticos asaltar el buffet de un restaurante tras la presentación de un libro es un retrato perfecto de la sociedad italiana
A veces el ‘Cafonal’ puede ser también institucional, tomando el pelo a encuentros oficiales internacionales comentados, por supuesto, «a lo Dago», con un cinismo evidente y muy directo, se podría decir «muy romano». Porque un aspecto muy importante para entender todo es la idiosincracia de Roma, esta ciudad donde se cruzan varios mundos y oportunidades, donde es importante tener los contactos apropiados para sobrevivir, y que es capaz de echarte si no asumes sus costumbres.
¿Dagospia baluarte de la oposición?
Con los años esta «desgraciada página web», según la definición de su fundador, que define también su producto como «ni más ni menos que un servicio de consejería», se ha convertido en algo temido. Dagospia ha sabido anticipar noticias importantísimas y ser un espejo en que los poderosos de cualquier tipo han tenido que mirarse.
Así, fue Dagospia quien captó al Papa Francisco hablando de «mariconeo en el Vaticano», y fue Dagospia quien anticipó el escándalo del ministro de Cultura del gobierno de Giorgia Meloni, Gennaro Sangiuliano, pillado in fragranti con su amante Maria Rosaria Boccia, asegurándole una plaza en su mismo ministerio.
«No dejaré que Dagospia tenga influencias en mi gobierno», declaró públicamente la mismísima Giorgia Meloni en una rueda de prensa, dando de algún modo legitimidad a esta página web donde ahora trabajan más de diez personas en una redacción estructurada como un verdadero medio de información.
«No dejaré que Dagospia tenga influencia en mi gobierno», ha dicho Meloni, para el digital ‘La Ducetta’
Giorgia Meloni en Dagospia a la vez es ‘La Ducetta’ (‘La pequeña Duce’, recordando a Mussolini), ‘La estadista de la Garbatella’ o ‘Sora Giorgia’ (‘Sora’ es la manera popular en Roma de llamar a cualquier mujer). Y su gobierno, el ‘Governo Ducioni’, matizando la tendencia a la extrema derecha. Matteo Salvini en vez de ‘Capitano’ es ‘Capitone’, es decir, el macho de la anguila.

Roberto D'Agostino lleva ahora una larga barba blanca de gurú, viste de manera bastante rara, tiene tatuajes de arriba hasta abajo y aunque sea considerado una especie de «jefe de la oposición» al Gobierno, ha sido siempre duro con el bando de izquierdas también, a veces acusando de escasa combatividad al Partido Demócrata.
De vez en cuando saca noticias-bomba, frutos de los cotilleos, y se divierte así, erigido en el emperador máximo de un reino donde consiste en aparecer, incluso para los periodistas que cuando ven a sus articulos copiados-y-pegados en Dagospia no se enfadan sino que lo celebran cómo un signo de distinción (a mí también me ocurrió, lo admito). Sobre todo, porque ahora para leer muchos artículos de los periódicos más importantes en Internet hay que pagar, mientras que Dagospia es gratis.
Millones de clics, un poco de clickbait a veces con fotos de desnudos, pero la razón de esta página web sigue siendo la misma en el fondo: informar desmitificando la información, y convirtiéndonos a todos en espectadores participantes.

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