Alessandro Ruta

La Pompeya del Gobierno de Giorgia Meloni

La crisis y finalmente caída del ministro de Cultura italiano, Gennaro Sangiuliano, revela de nuevo las conexiones íntimas entre poder, sexo y chantaje en la política. Y los remedios, a veces, son peores.

La «influencer» Boccia y el ya exministro Sangiuliano, en una imagen difundida en redes sociales.
La «influencer» Boccia y el ya exministro Sangiuliano, en una imagen difundida en redes sociales. (NAIZ)

Otra vez un escándalo sexual, otra vez Italia envuelta en asuntos embarazosos en pleno verano: un ministro que dimite, pillado in fragranti, y un gobierno, el de Giorgia Meloni, que, a pesar de intentar aparentar ser distinto a los anteriores, se descubre lleno de impresentables.

Gennaro Sangiuliano es el nombre del mes, probablemente del año, el segundo de la era de «doña Giorgia» como primera ministra. Su carrera y su imagen han sido ridiculizados en menos de dos semanas. Su puesto de ministro de Cultura ha quedado pulverizado por lo que había montado con Maria Rosaria Boccia, una mujer de Pompeya, ciudad donde iba a celebrar el ‘G7 de la Cultura’, ni más ni menos. Historias de amantes, de sexo aplicado al poder y de parches que son peores que las heridas.

‘Genny’ Sangiuliano, de Dante a Colón

El verano del Gobierno de Giorgia Meloni se iba consumiendo entre las polémicas sobre los permisos para los balneari, los dueños de las playas privadas, pero en estas irrumpió en escena Gennaro Sangiuliano, el ministro de Cultura.

Napolitano, graduado en Derecho cum laude, con un pasado como periodista en medios de centro-derecha o directamente de derechas (‘Libero’), punta de lanza del melonismo una vez que Fratelli d'Italia alcanzó el poder, y la guinda del pastel: la dirección de los informativos del segundo canal televisivo público, Rai 2, histórico feudo de la Liga Norte.

En 2022 Giorgia Meloni, después de ganar las elecciones, eligió a ‘Genny’ como ministro en el reparto de la tarta propio de todo gabinete. ¿Era Sangiuliano la pieza mejor? Probablemente sí en el contexto de un partido nuevo como Fratelli d'Italia con una clase dirigente muy variada, a veces contradictoria y sin duda alguna poco preparada para los altos cargos.

Sangiuliano, una vez dejar RAI 2 (con excedencia), tenía una misión, mejor dicho casi una obsesión: extirpar «la izquierda» del mundo cultural italiano. Con su toque brillante de aristocrático napolitano del siglo XIX, las gafas finas de marca, la chaqueta elegante, el ministro encadenó una serie de tropiezos comunicativos inolvidables. Entre los mejores, admitir frente al jurado del Premio Strega (el ‘Planeta’ italiano) que pese a haber dado su voto no había leído ninguno de los libros.

Sangiuliano ya había tenido traspiés memorables como situar a Times Square en Londres o a Galileo antes de Colón, pero lo peor estaba por venir...

 

Corría el verano de 2023, todavía todo estaba tranquilo. Pero lo encadenaría con otras frases «de leyenda». Sangiuliano ha llegado a afirmar que «Dante Alighieri fue el fundador de la cultura de derechas en Italia», aunque el autor de ‘La Divina Comedia’ viviera entre el siglo XIII y XIV; luego dijo que «Londres es conocida por Times Square», que realmente se encuentra en Nueva York; añadió que «celebramos los 250 años de Nápoles», olvidándose un cero (tiene 2.500, y además es su lugar de nacimiento; y la mejor de todas, agradeció a Cristóbal Colón haber utilizado en sus viajes intercontinentales «los instrumentos y las teorías de Galileo Galilei», aunque en realidad el científico toscano nació 70 años después de 1492.

Con todo, estos eran solo tropiezos verbales, graves para un ministro de Cultura que al menos debería conocer algo de Historia, pero en última instancia pura carne de memes en esas redes en las que Sangiuliano ha sido siempre muy activo. Y como él, la persona que ha coprotagonizado su caída: Maria Rosaria Boccia.

La «influencer cultural»

A finales de agosto, después de los Juegos Olímpicos, corolario de unas semanas bastante aburridas desde el punto de vista político, entre los cotilleos sobre una posible alianza entre el Partido Democrático y Matteo Renzi, aparecía la «bomba» desde Pompeya.

Todo arrancó en un post publicado el 26 de agosto por una tal Maria Rosaria Boccia, que agradecía el ministro Sangiuliano «haber sido nombrada asesora para la organización de los Grandes Eventos».

Nadie conocía a esta señora rubia «influencer cultural», hija de una familia acomodadísima de Pompeya, la tercera atracción turística más visitada en Italia en 2023 (tras el Coliseo de Roma y Museo de los Uffizi en Florencia): 3 millones de asistentes el año pasado.

Nadie conocía a Boccia pero los rumores en el mundo periodístico ya hablaban de un Genny muy activo con las mujeres a pesar de tener esposa: lo dibujaban como una especie de amante latino impulsado por su condición de ministro de la República italiana, y además en un área muy expuesto a los eventos y las relaciones públicas. Un amante latino sin un verdadero «physique du role»; dicho de otro modo, cuya máxima belleza o encanto consistía en ser ministro.

Sonaba a los viejos tiempos de los bunga-bunga de Silvio Berlusconi. Un gran clásico de la política y más concretamente italiana, inmortalizado en docenas de películas de los 70-80, la degradación de las de Pasolini sobre el tema (serísimo) del sexo y del poder. Títulos como ‘El diputado con la amante por debajo de la cama’, ‘La profesora baila con toda la clase’ o ‘La doctora liga con el coronel’.

Cortocircuito comunicativo

Los cotilleos empezaron a crecer sobre todo cuando desde el Ministerio de Sangiuliano nadie pudo confirmar el tal «nombramiento de la señora Boccia como consejera para los Grandes Eventos».

La reacción de Maria Rosaria fue empezar a sacar documentos privados a los que ella evidentemente había tenido acceso, todo publicado en su cuenta de Instagram que en dos semanas ha pasado de 20.000 a más de 100.000 seguidores. Subió hasta vídeos grabados en el Parlamento italiano, donde se dirigía a lugares reservados sin que nadie la parase.

Maria Rosaria Boccia subiría vídeos grabados en el Parlamento italiano en que nadie la paraba; y Sangiuliano acabaría admitiendo todo y pidiendo perdón a su mujer en la RAI

 

Enseguida empezaron las preguntas a Sangiuliano sobre la verdadera «razón social» de la señora Maria Rosaria, y aquí se produciría un cortocircuito comunicativo impulsado por la misma Giorgia Meloni, que en un programa en Mediaset aseguró que su ministro no tenía nada que ver con ese escándalo que crecía. Para entonces ya los periódicos de derechas, también los más «melonistas», aconsejaban a ‘Genny’ dimitir.

Sin embargo el momento más espectacular sería la entrevista concedida por Sangiuliano al informativo del primer canal de la RAI, el más institucional, el 4 de setiembre. Una entrevista torrencial (17 minutos, de los 30 totales del programa) donde, entre lágrimas y con una misteriosa herida en la frente, el ministro admitía todo: que Boccia había sido su amante, aunque ya se habían separado, y pedía perdón a su mujer.

La entrevista provocó como respuesta otras entrevistas, esta vez no a Sangiuliano sino a Boccia. En ellas daba su versión de los hechos dejando también mensajes ocultos para Giorgia Meloni, mientras tanto comprometida en una cumbre internacional en Cernobbio, en el Lago de Como, para hablar de Ucrania con el mismísimo presidente Zelensky.

«Tengo una idea distinta de cómo debería portarse una mujer para ganarse su espacio», ha sido la respuesta a todo esto de la primera ministra italiana, bastante irritada con esta situación que se suma a problemas familiares privados, por ejemplo el divorcio entre su hermana Arianna y el marido Francesco Lollobrigida, «cuñado de Italia», ministro de Agricultura y otro recopilador de tropiezos, a lo Sangiuliano.

«Genny Delon»

Y ¿qué ha sido de él, ‘Genny Delon’, como ya lo han caricaturizado algunos medios aprovechando la muerte en agosto del gran actor y seductor Alain Delon? ¿Qué le ha pasado?

Tras descubrirse otros mensajes en redes sociales donde Boccia lo había etiquetado en situaciones en que parecía realmente más que una estrecha colaboradora, finalmente han llegado las dimisiones.

Sangiuliano dio el paso en la tarde del viernes pasado, 6 de setiembre, con una carta abierta a Meloni. Empezaba así: «Querida presidente, querida Giorgia», con el patente fin de mostrar su doble relación con la primera ministra, por un lado compañeros de gabinete y por otro amigo personal de la estadista de la Garbatella.

Sin embargo, no debería pensar que su fatal aventura ya ha llegado al final. Este martes se ha sabido que Sangiuliano ya es investigado por la Fiscalía de Roma por posible malversación y revelación de secretos. Entre otras cosas, deberá explicar el uso del coche del ministro para los desplazamientos de Boccia.

La dimisión llegó, además, el día anterior a la entrega de los premios en el Festival del Cine de Venecia, donde normalmente toma parte el ministro de Cultura.

Su sucesor ha sido nombrado con urgencia: es probable que Giuli sea el primer ministro en la historia de Italia con un tatuaje en el pecho, un águila símbolo del fascismo

 

En el Lido ya estuvo presente el sucesor de Sangiuliano, Alessandro Giuli, elegido muy rápidamente: post-fascista en su juventud, periodista él también, miembro de Fratelli d'Italia, y también admirador del fundador del Partido Comunista, Antonio Gramsci, y hasta el viernes director del Maxxi en Roma, el máximo museo de arte moderna de la capital italiana (nombrado por Meloni, obviamente). Puede que sea el primer ministro en la historia de Italia con un tatuaje, en el pecho: un tatuaje del águila símbolo del fascismo.

Giuli, a la derecha, tomando posesión del cargo ante el presidente Mattarella. (Quirinale)

Un personaje, Giuli, que se añade a un listado que comprende, entre otros, al mussoliniano presidente del Senado, Ignazio La Russa, pero que no tiene ya a Gennaro ‘Genny’ Sangiuliano, «traicionado por el coño» según la opinión de Vittorio Feltri, su exdirector en ‘Libero’ y actual director de ‘Il Giornale’, ambos periódicos pro-Meloni.