
El Ejército israelí mató ayer a al menos 56 personas en otro ataque contra la multitud que buscaba comida cerca de un puesto de reparto en el centro de la Franja de Gaza. En un plazo de 24 horas mató a 120 palestinos e hirió a más de 440 en estas trampas puestas en marcha por la denominada Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), la oscura organización cuyo sistema ya se acerca más al exterminio que a la ayuda.
Los ataques contra estos centros se han convertido en diarios, con decenas de víctimas cada jornada entre la población desesperada.
En las dos últimas semanas, el Ejército israelí ha matado a al menos 224 personas y herido a 1.858 en lugares que supuestamente se destinaban a ayudar a la población.
El Gobierno palestino de Gaza denunció que las tropas «abrieron fuego de forma directa contra cientos de ciudadanos que se reunieron en puntos de distribución de ayuda establecidos por la ocupación sionista» cerca del eje de Netzarim, en el centro de la Franja, y en Rafah, en el sur.
Denunció «una escena sangrienta que refleja la intención premeditada de matar a civiles indefensos», y reclamó de nuevo a la comunidad internacional y a la ONU, en particular, «acciones urgentes».
El silencio de los interpelados permite al Ejército de Israel justificar las matanzas como «disparos de advertencia» contra «sospechosos» que «suponían una amenaza para las fuerzas».
Además del peligro para la vida por acercarse a estos lugares los palestinos sufren la inseguridad de no saber si lograrán algo de comida.
En el punto instalado en el corredor de Netzarim miles de personas acuden caminando desde el norte de la Franja, donde no llega nada de ayuda, pero la GHF las atormenta con la confusión de aperturas y cierres. El martes anunció que ayer a mediodía abriría sus centros, pero sobre las tres de la madrugada alertó de que el centro de Wadi Gaza, el ubicado cerca del corredor, estaba cerrado tras agotarse la comida que se iba a distribuir. Un cuarto de hora antes del mediodía comunicó que también había cerrado el ubicado en Tal al-Sultan, en Rafah, y veinte minutos después el otro situado en lo que fue esta ciudad del sur de la Franja, hoy destruida.
Este caótico sistema de ayuda plagado de violencia «está deliberadamente estructurado para mantener a los palestinos desesperados y hambrientos mientras los empuja hacia el sur», señala Chris Newton, analista del International Crisis Group a Al-Jazeera. El caos, los disparos y muertos, y la mísera cantidad de ayuda repartida no son tanto un error, sino un diseño deliberado para llevar a la población al límite y forzar, en última instancia, su aniquilación o expulsión.
EXPERIMENTOS DEL HAMBRE
A su juicio, el sistema está diseñado para ser dramáticamente insuficiente después de 20 meses de guerra, y el Ejército israelí contribuye a la política de inanición atacando desde drones, tanques y helicóp- teros a las personas hambrientas que buscan comida.
La GHF afirma que ha repartido 16 millones de raciones de comida desde el 27 de mayo, lo que equivale a menos de dos comidas diarias durante cuatro días si el alimento estuviera llegando a toda la población. Pero no es así, y su objetivo declarado es proporcionar 1.750 calorías de alimentos por persona y día.
Esa cantidad se acerca, según Newton, al experimento de hambre que investigadores de la Universidad de Minnesota, en EEUU, llevaron a cabo en la década de 1940 para estudiar los efectos de la malnutrición durante la guerra mundial. En aquel experimento se sometió durante un año a jóvenes voluntarios a restricciones de alimentación que les provocaron consecuencias físicas, enfermedades, pérdida de peso extrema y daños psicológicos que perduraron incluso meses después de haber concluido.
La cantidad objetivo de la siniestra fundación solo es el 75% de el límite de calorías mínimas que Israel fijaba antes de 2008 para evitar la desnutrición en Gaza.
El sistema también se acerca a las 800 calorías de promedio que, a través de raciones o contrabando, comían los judíos en el gueto de Varsovia bajo el régimen nazi -una situación cuyos efectos pudieron ser documentados por un grupo de médicos judíos- o a los experimentos de Ernst-Günther Schenck con prisioneros españoles republicanos en el campo de Mauthausen.
En Gaza, más de 2.700 niños menores de cinco años estaban diagnosticados con desnutrición aguda ya a finales de mayo, según denunció Naciones Unidas. Al menos 58 personas han muerto en el territorio palestino por desnutrición desde el 7 de octubre de 2023, 53 de ellos niños.
Pero es incalculable la cifra de los que están muriendo por consecuencias indirectas, como enfermedades o la imposibilidad de recuperase de las heridas provocadas en los bombardeos israelíes.
Unicef ilustró ayer este crimen con dos historias. Por un lado la de Osama, un niño de cinco años, que está gravemente desnutrido y pesa solo 5 kg, peligrosamente por debajo del peso saludable para su edad. Su recuperación depende de la nutrición suficiente que no tiene y de una atención médica también en riesgo.
La otra historia es la de Abed al-Rahman, de 13 años. Su padre le dio algo de dinero para conseguir pan y al ver a la masa dirigirse al punto de la GHF pensó que sería una oportunidad de lograr algo más para su familia. Cuando acudió allí, un proyectil cayó cerca y le llenó de metralla el abdomen y la espalda. Todavía tiene metralla en el interior de su cuerpo, incluido el páncreas. Durante horas pidió un analgésico que le aliviara el dolor, pero no pudieron conseguirlo.
Netanyahu trata de frenar las elecciones
Los partidos de la oposición israelí llevaron ayer al Parlamento la posible disolución del órgano, paso previo a la convocatoria de elecciones anticipadas. La coalición gobernante que lidera Benjamin Netanyahu preveía introducir un gran número de propuestas para alargar la jornada. En primer lugar se votó la admisión a trámite de la propuesta, que necesitaría otras tres votaciones más, y una mayoría absoluta de 61 escaños, para ser aprobada.
La decisión llega después de que dos partidos ultraortodoxos, claves para la estabilidad del Gobierno, amenazaran con retirarle su apoyo por su lentitud para aprobar una ley que permita eximir a gran parte de los judíos ultrarreligiosos del servicio militar obligatorio. Uno de ellos, Judaísmo Unido de la Torá, defiende la disolución, pero el otro, Shas, busca un compromiso para evitar el adelanto electoral.

‘La Revuelta’ astindu du Zetak-en ikuskizunak... eta Euskararen Nazioarteko Egunean

Desalojado el instituto de Martutene, el Ayuntamiento solo realoja a la mitad en La Sirena

Solicitan inhabilitación y prisión para los policías acusados de agredir a un menor en Gasteiz

Euskal Herriko Osborneren azken zezena lurrera bota du Ernaik


