«La dignidad es más importante que tener un yate en el Malecón»
Gabriela Fernández, guionista y presentadora de la Televisión Cubana, visitó Bilbo para cerrar el primer ciclo de documentales cubanos Doc-KUBA en el marco de una gira más amplia que le llevó por varias ciudades del Estado español de la mano del Movimiento Estatal de Solidaridad con Cuba.

La guionista y presentadora del programa «Con Filo» de la Televisión Cubana Gabriela Fernández fue la encargada de cerrar en Bilbo el primer ciclo de documentales Doc-KUBA, organizado por Euskadi-Cuba, Sierra Maestra, Desembarco del Granma, Resumen Latinoamericano, Cubainformación TV y el Movimiento Estatal de Solidaridad con Cuba.
En entrevista con GARA, Fernández subraya que «Fidel Castro y la Revolución en sí misma siguen siendo fuentes de inspiración» y que «la dignidad es más importante que tener un yate en el Malecón».
¿Cómo definiría a la juventud cubana actual?
Es una juventud que se parece más a sus tiempos que a sus padres, como todas, y que está viviendo tiempos realmente complejos. Pero que sean complejos no quiere decir necesariamente que sean malos.
Es cierto que hay una realidad económica que influye y que es difícil tanto para la juventud como para el resto de edades.
Sentimos esa necesidad intrínseca de la juventud de construir futuro y de seguir haciendo revolución en una situación muy distinta a la de las generaciones anteriores. Es una juventud con críticas y aspiraciones distintas.
Habla de críticas distintas, ¿en qué sentido?
Las críticas están muy condicionadas por la incertidumbre sobre el futuro que quizás otras generaciones no tuvieron, porque hasta la generación anterior a la nuestra vivieron el socialismo en su etapa más próspera, cuando la URSS no permitía que el bloqueo nos afectara tanto.
Esa juventud tenía más esperanza y más cerca el momento histórico que hizo la Revolución. En la juventud de ahora pesa mucho la carga de saber que siempre hemos estado bajo el bloqueo.
Una de las principales preocupaciones es cómo seguir haciendo Revolución con ese peso, porque el bloqueo ha hecho que tengamos que tomar medidas que, en cierta manera, nos alejan un poco del ideal revolucionario que teníamos. Por muy idealistas que seamos, una Revolución perfecta es difícil.
¿Cómo esta influyendo este segundo mandato de Donald Trump?
En su primer mandato nos impusieron cerca de 230 medidas. Después llegó el de Joe Biden, que no levantó ninguna de las restricciones.
Ahora regresa Trump y lo hace con Marco Rubio, quien amenazó que iba a ser especialmente quirúrgico con cualquier vestigio de desahogo del bloqueo que pudiéramos tener.
Lo único que nos alivia es que les queda poco por quitarnos.
Los apagones están generando malestar y preocupación. ¿Cómo los están viviendo?
El tema de los apagones es primordial. Se están buscando soluciones a corto plazo como los parques fotovoltaicos con los que China está colaborando.
La Habana es una de las zonas en las que menos problemas de electricidad tenemos. Aunque se va a diario y genera afectaciones, las caídas están organizadas.
En las provincias la situación es peor. A veces, la luz se restringe a doce o trece horas y eso afecta emocionalmente a las personas y, por supuesto, a la economía.
¿Hay temor a un nuevo «periodo especial»?
Oficialmente nunca hemos salido del ‘periodo especial’. Pero aunque se hacen comparaciones entre aquella etapa y esta, creo que son diferentes.
En el ‘periodo especial’, el desabastecimiento era brutal; ahora no tenemos ese nivel de desabastecimiento, pero es verdad que tenemos que trabajar en el tema de los salarios que, muchas veces, no alcanzan.
«Pesa mucho la carga de saber que siempre hemos estado bajo el bloqueo. Una de las preocupaciones es cómo seguir haciendo la Revolución con ese peso»
Hemos tenido que liberalizar un poco la economía para hacer frente al desabastecimiento que, de otra forma, sería complejo.
Es difícil salir del ‘periodo especial’ con un asedio así, pero nos vamos adaptando a las distintas crisis.
Otro periodo que marcó fue la «Batalla de Ideas», que comenzó en 2000. ¿Sigue siendo necesaria a día de hoy?
Es mucho más necesaria. La Revolución no es un proceso en línea recta, sino fluctuante. A veces hay que tomar medidas que te alejan o te acercan más de la meta.
Creo que las medidas que hemos tomado pueden influir ideológicamente de forma negativa en lo que queremos que sea la Revolución.
Fidel siempre dijo que la Revolución no la iban a tumbar los americanos, sino nosotros mismos, y eso hace que una ‘batalla de ideas’ en un contexto como este sea fundamental para que la gente entienda que, independientemente de las medidas que se tengan que tomar, la Revolución tiene que estar ahí.
Esa ‘batalla de ideas’ es necesaria para entender esos procesos que parece que se salen de la Revolución, pero que son necesarios y están dentro del proyecto revolucionario.
¿A qué medidas se refiere?
Una de las más radicales es el reordenamiento monetario y el impulso a proyectos privados. Esto trae aparejado un coste ideológico y social.
Cada vez se ven más diferencias adquisitivas, aunque no diría de clase porque todos tenemos el mismo sistema sanitario y educativo.
Esto ha sido violento para una generación y una sociedad que están muy acostumbradas a que todo el mundo es parejo, a que si hay necesidades, estas se reparten entre todos y a que en épocas de bonanza, todos podamos tener cierta estabilidad.
«Ya hemos llegado a la conclusión de que la Revolución la tenemos que hacer en la calle porque esos espacios no son nuestros y nunca vamos a tener la preferencia del algoritmo»
Esto requiere un acompañamiento ideológico grande para entender que estamos en un contexto en que esas medidas son necesarias, pero que vamos a volver a coger el camino que nos acerca más al proyecto revolucionario que queremos.
¿Cuáles son las fuentes de inspiración de la juventud?
Fidel Castro y la Revolución en sí misma siempre van a ser nuestra columna vertebral de inspiración. Llevamos 60 años resistiendo con todo en contra, con una hegemonía capitalista que penetra por todas partes y, aún así, la Revolución se ha mantenido en pie y hemos podido, por ejemplo, desarrollar vacunas en un contexto como el del covid-19.
Yo nunca había salido del país. Ahora que lo he hecho y veo lo que hay, Cuba se me hace mucho más interesante y admirable, en contra de lo que dice la contrarrevolución.
Para mí, la pobreza no está relacionada con lo material y económico, sino con la falta de aspiraciones de vida y dignidad. En ese sentido, no creo que en Cuba se pueda hablar de pobreza por la dignidad que hay, que es más importante que tener un yate en el Malecón.
¿Cómo se están adaptando a la era digital?
Ha sido un proceso de aprendizaje. Al principio creímos ingenuamente que podíamos luchar en el mismo terreno y en igualdad de condiciones con todos esos medios que se hacen llamar ‘independientes’ y que cuentan con financiación y preferencia del algoritmo.
Ya hemos llegado a la conclusión de que la Revolución la tenemos que hacer en la calle, porque esos espacios no son nuestros y nunca vamos a tener la preferencia del algoritmo.
«Yo nunca había salido del país. Ahora que lo he hecho y veo lo que hay fuera, Cuba se me hace mucho más interesante y admirable»
No obstante, tenemos que tener presencia en las redes y garantizar que quien quiera saber la verdad tenga la opción de buscarla, pero siendo conscientes de que la batalla en las redes no la vamos a ganar.
Aunque la juventud acude cada vez menos a los medios tradicionales, estos todavía siguen ocupando espacios importantes en nuestras vidas.
Usted presenta el programa «Con Filo». ¿Cómo es la comunicación con los jóvenes?
Tiene un formato muy al estilo de Youtube, con una duración de 15 minutos. El usuario promedio de las redes no está una hora viendo algo, por tanto, tenía que ser algo corto, ameno y divertido.
Queríamos presentadores y guionistas jóvenes que no fueran periodistas. No tiene la seriedad de un programa de televisión tradicional. Tenemos mucha libertad creativa.
¿Qué «feedback» está recibiendo en su gira?
Me he encontrado con gente que quiere mucho a Cuba, que entiende lo importante que es ayudar independientemente de las posiciones ideológicas y políticas.
He hablado con cubanos que han salido de Cuba, pero que entienden que es injusto todo lo que se nos hace.
¿Cómo ha evolucionado la visión de la emigración desde la crisis de los balseros de la década de los 90 hasta hoy?
La visión que hay hoy día de la emigración es completamente distinta a la que había entonces, cuando era menos comprensible porque veníamos de esa época en la que el socialismo había demostrado que podía florecer.
La emigración estaba peor vista porque era importante quedarse y seguir construyendo. Hemos llegado a un punto en que se hace más comprensible que los jóvenes, por muy revolucionarios que sean y por mucho que entiendan la necesidad de una revolución como la de Cuba, emigren.
Estamos tratando de impulsar normalización de las relaciones entre los emigrados y los residentes en la isla. El bloqueo siempre ha tratado de romper esas relaciones y de utilizar la emigración como una arma política contra Cuba.

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