Pablo Ruiz de Aretxabaleta
Aktualitateko erredaktorea, nazioarteko informazioan espezializatua / Redactor de actualidad, especializado en información internacional

El genocidio documentado por sus autores, recogido en una base de datos

Las fotografías y vídeos grabados por los militares israelíes de ataques a civiles, destrucción de viviendas, torturas a prisioneros y el reconocimiento de la intención de genocida han servido para una vasta base de datos elaborada por Al-Jazeera, que puede servir como prueba ante los tribunales.

Soldados israelíes se llevan fuera de la Franja de Gaza a varios palestinos detenidos en noviembre de 2023.
Soldados israelíes se llevan fuera de la Franja de Gaza a varios palestinos detenidos en noviembre de 2023. (Menahem KAHANA | AFP)

Las propias fotografías y vídeos publicados por los soldados israelíes que participan en el genocidio de Gaza han servido para completar una vasta documentación sobre los crímenes de guerra cometidos.

La unidad de investigación de Al-Jazeera ha elaborado una gran base de datos con la que, además, ha producido una película que, según el experto en derecho internacional Rodney Dixon consultado por la cadena, «hará relamerse los labios a los fiscales».

Ejecuciones sumarias, destrucciones de viviendas, robos, humillaciones a presos,... Todos expuestos por sus autores en TikTok, Instagram o X. «Lo que pretendía ser una bravuconería se ha convertido en un expediente digital condenatorio», señala Al-Jazeera.

Los rostros y los nombres y apellidos de los soldados israelíes acompañan a estas imágenes.

Según los investigadores, documentan claramente violaciones del derecho internacional que pueden servir ante un tribunal.

De hecho, algunos casos ya han sido llevados ante el Tribunal Penal Internacional (TPI).

El trabajo recoge, identifica y clasifica las imágenes vistas durante veinte meses en redes sociales, como la demolición de casas y barrios enteros, mezquitas y escuelas entre celebraciones de los militares.

Así, se puede ver al soldado Shimon Zuckerman y a su compañero Yehuda Levinger de la Compañía C del Batallón 8219 fumando un cigarrillo mientras a su espalda una explosión acaba con un edificio.

El capitán Avraham Zerbib se ríe de la destrucción de una escuela: «Todo está destruido. No hay colegio esta semana, No hay colegio en Al-Amal, Jan Yunis. Mirad la ciudad destruida... ¡no hay colegio!».

LUGAR DE JUEGO

Igualmente, abundan las imágenes de soldados entrando en las viviendas de los palestinos muertos o desplazados, que convierten en un lugar de juego, saqueando sus pertenencias, mostrando joyas y dinero, usando los juguetes de los niños y riéndose del destino de sus víctimas.

Por ejemplo, el soldado Omer Sinvani grabó un vídeo en el que muestra los zapatos robados en una casa cuyos propietarios han sido desplazados y que afirma que serán para su novia.

Una de las prácticas habituales de los militares es vestirse con lencería femenina entre comentarios misóginos contra las mujeres palestinas.

También aparecen las imágenes de los detenidos palestinos despojados de ropa, con los ojos vendados, atados y humillados, obligados a mantener posturas forzadas, sobre todo durante el primer año de la operación contra Gaza.

Es el caso del francés Yoel Ohnona, que se jacta de torturar a prisioneros palestinos.

El propio Ejército divulgó fotografías de detenidos en situaciones humillantes, como las de los arrestados en una operación contra el hospital Al-Shifa, en la que aparecen en médicos y periodistas, incluido el director del departamento de Ortopedia, Murad al-Qouqa.

Los disparos de francotiradores contra civiles que huyen o su utilización como escudos humanos son algunas de las más impactantes.

«Después de seguirlos (con cámaras) durante media hora, los matamos», reconoce un soldado en un vídeo en el que aparecen civiles en un carro tirado por un caballo.

Muchas de estas acciones son las que Israel achaca a la resistencia palestina, pese a la evidencia gráfica que corrobora la frase «cada acusación es una confesión» que se ha hecho conocida entre los denunciantes de los crímenes israelíes.

No faltan la burla del sufrimiento de los palestinos y del hambre. «Querida ONU, muchas gracias por vuestra ayuda humanitaria. Simplemente la estamos seleccionando», dice el capitán Betzalel Viberman, de la Brigada Givati, mientras saquea la ayuda humanitaria en un mensaje a Naciones Unidas y a la Unrwa.

MÁXIMA IMPUNIDAD

El Ejército israelí ha pedido a los soldados que no publiquen este tipo de vídeos y la posibilidad de ser detenidos en el extranjero, como ocurrió con la orden de un juez a un soldado de vacaciones en Brasil, parece haber aumentado su cautela, pero la impunidad general de las matanzas, la deshumanización de la población palestina y las arengas mesiánicas de sus líderes les proporciona la tranquilidad para seguir haciéndolo.

La máxima impunidad que pueden sentir les hace reconocer las intenciones genocidas de forma expresa, como ya han hecho muchos políticos israelíes. «No tenéis dónde volver, gazatíes. No teníes casa. Sintecho. Vamos a hacer vuestas vidas miserables...Vais a sufrir cada segundo. Vais a morir», dice a la cámara un soldado de la Brigada Givati.

«Ja, ja, ganamos. Muerte a los árabes» clama el sargento Aviv Zagur del 13 Batallón de Infantería de la Brigada Golnai frente a la des- truida universidad Al-Azhar.



«Sabemos quién mató a Hind Rajab»

La Fundación Hind Rajab ha presentado una denuncia por crímenes de guerra ante el Tribunal Penal Internacional por la muerte de la niña Hind Rijab, a la que los soldados israelíes acribillaron en un coche que recibió 335 impactos de bala.

La Fundación apunta al teniente coronel Beni Aharon, comandante de la 401 Brigada Blindada bajo cuyo mando una unidad de tanques atacó el 29 de enero de 2024 el vehículo de la familia Hind y luego la ambulancia de la Media Luna Roja que acudió a rescatarla. También identifica al batallón bajo su mando y a los oficiales del mismo.

«Estos hombres ya no son desconocidos. Ya no están protegidos por el silencio», señaló la Fundación, el pasado 7 de mayo, el día que Hind Rajab habría cumplido siete años.

Además de Aharon, prevé pedir órdenes de arresto contra otros oficiales del batallón en jurisdicciones nacionales bajo el principio de jursidicción universal.

«Esto es solo el principio. Vamos a por cada nombre, cada eslabón de la cadena, con la ley y la verdad», insistió.

El caso de Hind Rajab, de seis años, fue uno de los que más impactó en la opinión pública de los múltiples crímenes perpetrados en Gaza.

Un tanque israelí disparó contra el automóvil y mató en el acto a cinco miembros de la familia -su tío, su tía y tres primos- en el barrio de Tel al-Hawa en la ciudad de Gaza. Su prima Layand llamó a la Media Luna Roja «Nos están disparando. El tanque está justo a mi lado. Estamos en el coche, el tanque está justo a nuestro lado», dijo. Poco después se escucha un grito. Los disparos también la alcanzaron.

Hind quedó sola, herida y aterrorizada. Durante tres horas se comunicó por teléfono con los sanitarios de la Media Luna Roja, que enviaron una ambulancia. «Tengo mucho miedo...por favor, ven. ¿Vendrás?», le dice a su interlocutor.

Poco después se perdió el contacto con la niña y con la ambulancia, que también fue tiroteada. Murieron los dos médicos que acudían a ayudarla, Yusuf Zeino y Ahmed al-Madhoun.

Solo diez días después otros rescatistas pudieron llegar al lugar y encontraron el cuerpo de Hind.

En junio de 2024, Forensic Architecture, un grupo multidisciplinario de investigadores publicó su informe, que concluyó que un tanque israelí probablemente había disparado 335 proyectiles contra el vehículo en el que viajaban Rajab y su familia, a una distancia en la que el tirador podía ver que estaba ocupado por civiles, incluidos niños. Además, la investigación reveló que la ambulancia enviada para ayudar a Rajab probablemente también fue alcanzada por un tanque israelí. P. R. A.