Los realistas celebran el gol de Gibelalde con los aficionados ubicados en ese fondo.
Los realistas celebran el gol de Gibelalde con los aficionados ubicados en ese fondo. (Andoni CANELLADA | FOKU)
Imanol  Intziarte
Redactor de actualidad, con experiencia en información deportiva y especializado en rugby

El Sanse asciende a Segunda después de un agónico partido de vuelta frente al Nástic

El filial de la Real sube a la categoría de plata por segunda vez en un lustro después de imponerse al Nástic de Tarragona en el cómputo de la eliminatoria. Los catalanes han conseguido forzar la prórroga, pero un penalti anotado por Gibelalde en la prolongación ha certificado el billete (1-2). 

A Segunda. Se dice fácil, pero el mérito de los chavales del Sanse es tremendo, como lo demuestra que el año que viene serán el único filial en la categoría. El premio llega tras unos play offs repletos de sufrimiento, sobre todo en los partidos de vuelta. Fue una angustia contra el Mérida y no lo ha sido menos ante un Nástic de Tarragona duro, curtido, que disputaba estas eliminatorias por tercer año consecutivo y que ha vendido muy cara su piel.

La Real B ha protagonizado un buen arranque, tocando con calma ante un Nástic muy agresivo. El primer remate lo han efectuado los potrillos en un córner, con un testarazo de Mikel Rodríguez a las manos del meta. Los catalanes han replicado con un disparo de Antoñín que ha detenido Arana.

Al margen de esos dos acercamientos, el partido marchaba plácido para los locales, que para nada parecían un filial con gente muy joven, más bien al contrario. Durante la semana el técnico Iosu Rivas ya había destacado la madurez de los suyos, y no hablaba a humo de pajas.

Los único motivos de preocupación eran las amarillas tempraneras para Eder García y Rupérez, en ambos casos por entrar con los tacos por delante, aunque sobre todo la segunda parecía muy rigurosa.

La ruidosa afición del Nástic, buena parte de la cual ha viajado sin entrada y que ha recibido a los suyos con bufandas, banderas y bengalas en los exteriores de Zubieta, no desprendía excesivo optimismo.

Y casi hunde definitivamente su moral Lander Astiazaran poco antes de la media hora, pero el donostiarra no ha podido precisar su disparo tras una jugada de tiralíneas que merecía terminar en las redes. Las mejores llegadas eran para el Sanse, ante un Nástic que cifraba sus esperanzas en algún barullo en el área.

Un bote desafortunado

Pero lo que es el fútbol, un centro-chut de Jardí, que en teoría no llevaba ningún peligro, no ha sido despejado por Peru Rodríguez, y tras botar en el corazón del área se ha envenenado y ha superado a Arana (0-1, 37’). Al descanso la eliminatoria seguía estando del lado blanquiazul, pero a solo un gol de la prórroga.

No se había cumplido ni un minuto de la reanudación cuando el Nástic ha dado un nuevo susto, con un balón que se ha paseado por el área pequeña sin hallar rematador. La salida en tromba que se podía esperar en el arranque del encuentro ha llegado con el estímulo del gol. 

Un testarazo de Goti recordaba a los catalanes que el Sanse no se iba a atrincherar en su campo. A renglón seguido, Mariezkurrena ha pedido penalti por una caída en el área, aunque el árbitro ha entendido que el de Astigarraga se ha tirado y le ha enseñado la amarilla.

Iosu Rivas ha comenzado a mover ficha cumplida la hora de partido, con la entrada de Orobengoa por el amonestado Eder García. En el otro banquillo, Luis César Sampedro cambiaba a dos de sus jugadores más ofensivos en busca de piernas frescas.

El choque entraba en sus veinte minutos finales, y al Nástic le iba llegando la hora de jugarse el todo por el todo. Rivas metía a Marchal, Carrera y Gibelalde por Astiazaran, Mariezkurrena y Carbonell.

Miedo y júbilo

Como en la primera mitad, el Nástic se ha encontrado el gol de la nada. Un balón al área, una salida de Arana a los pies de un atacante, éste que cae y once metros. Oriol no ha perdonado, y la eliminatoria se abocaba a la prórroga (0-2, m.76). El viento soplaba de cola para los catalanes, aunque el ascenso seguía siendo para un Sanse y una afición que se estaban dejando comer por los nervios.

Los treinta minutos extras tenían aroma a agonía. Se trataba de resistir. Goti, exhausto, dejaba su plaza a Agote. Y de repente ha salido el sol. Nada más sacar de centro para comenzar la segunda parte, internada por la derecha, centro al área, y el remate de Marchal, que iba a puerta, ha golpeado en el brazo de un defensa. Penalti que ha transformado Gibelalde con tremenda frialdad para decidir la eliminatoria (1-2, m.107).