La inversión extranjera directa refleja las incertidumbres políticas
El informe de la Unctad sobre inversión extranjera directa (IED) de 2025 recoge una nueva caída del volumen de inversión, que es especialmente notable en Europa. Un descenso que refleja el aumento de las tensiones geopolíticas.

La organización de la ONU para el Comercio y el Desarrollo (Unctad) ha publicado esta semana el informe sobre la evolución de la inversión extranjera directa en el mundo. Antes de entrar a desmenuzar los grandes números, conviene señalar que por inversión extranjera directa (IED) se entiende la adquisición de activos a largo plazo por parte de capital foráneo.
En términos generales, se considera IED la compra de una participación de, al menos, el 10% en una compañía. Según ese criterio, por ejemplo, la adquisición por parte del grupo saudí STC Group del 9,9% de Movistar en 2023 no entraría en ese capítulo, sino en de inversión en cartera. El principal objetivo de estas últimas sería el de obtener rentabilidad y no tanto el control de una determinada compañía. No lo entendió así el Gobierno español y por eso en diciembre de ese año decidió comprar el 10% del oligopolio español de las telecomunicaciones.
El ejemplo del grupo saudí sirve para apuntar que las líneas entre IED e inversión en cartera son muy difusas, por lo que conviene relativizar las conclusiones del informe de la Unctad. En general, la inversión extranjera se asocia con la llegada de nuevas tecnologías, mejoras organizativas o importantes inversiones, y, por tanto, se considera que sirven para impulsar el desarrollo económico de un país. En realidad, muchas veces no aportan nada de eso, como en el caso del grupo saudí, son simplemente una inyección de capital, que también tiene su interés, ya que puede servir a la compañía para otros fines.
En el ámbito de la inversión extranjera directa también entran las filiales de multinacionales u otras inversiones que no tienen que ver con la compra de acciones, como puede ser la subcontratación, los contratos de gestión, los acuerdos de construcción de plantas llave en mano, las franquicias o la cesión de licencias. Y este tipo de inversiones sí pueden tener un importante efecto en la economía receptora.
REDUCCIÓN DE LA INVERSIÓN
La inversión extranjera directa se recuperó tras la pandemia en 2021 y desde entonces no ha hecho más que descender. Según el último informe, en 2024 volvió a caer un 11% desde 1,64 billones de dólares de 2023 a los 1,53 de 2024, se redujo en más de 100.000 millones en números absolutos. Este descenso de la inversión extranjera viene a reflejar las tensiones geopolíticas, pero también la creciente fragmentación del comercio, así como el abandono de la ideología neoliberal que se ha traducido en una apuesta por una mayor intervención pública en política industrial nacional, lo que ha abierto una pausa en las decisiones de inversión en el extranjero.
Prácticamente todo el descenso se concentra en lo que el informe llama economías desarrolladas, esto es, en el Norte Global. El descenso de la IED en estos países ha sido del 22% con respecto al año anterior (110.000 millones). Destaca la caída de la inversión en Europa, un 58% menos. En términos absolutos, ha caído casi a la mitad, de 403.000 millones a 220.000 millones. Parece que los incentivos que el capital multinacional tenía para invertir en Europa se han desvanecido. Teniendo en cuenta que en general las IED son inversiones productivas, este descenso muestra la incertidumbre que existe sobre el futuro económico del continente europeo en el resto del mundo.
Sin embargo, la IED ha crecido en EEUU un 23% durante 2024, antes de la llegada de Trump al gobierno, lo que significa un aumento de 63.000 millones más, hasta alcanzar los 343.000 millones, cifra que supera a la IED en Europa. Las cifras sugieren que la Ley de Reducción de la Inflación y la Ley de Chips, entre otras medidas adoptadas por la Administración de Biden, han tenido un efecto de atracción de inversiones extranjeras, incluidas las europeas. Es posible que el encarecimiento de la energía en Europa y los crecientes aires proteccionistas también hayan jugado a su favor.
EL SUR GLOBAL
La inversión directa en los países en desarrollo, como los clasifica la ONU, el Sur Global desde un punto de vista político, apenas ha variado con respecto a 2023. Si entonces fueron 865.000 millones, en 2024 han sido 867.000 millones. Dentro de este grupo, Asia lidera la IED con 605.000 millones, un 3% más que en 2023. Sin embargo, esta inversión no se reparte por igual y los países de sudeste asiático han sido los principales receptores de inversión extranjera con 225.000 millones, nada menos que un 10% más que en 2023. Es posible que las medidas de EEUU contra China hayan desviado parte de la inversión extranjera hacia los países limítrofes, y especialmente hacia los del sudeste del continente.
En América Latina y el Caribe, la inversión exterior directa cayó un 12% con respecto a 2023, de 187.000 millones a 164.000 millones, sin embargo, aumentaron los anuncios de proyectos de inversión nuevos en Argentina, Brasil y México, una tendencia que también se observa en el resto de países del Sur Global, donde unos pocos países grandes acaparan la mayoría de los flujos. El capital extranjero busca grandes mercados, por lo que estimula precisamente la economía de aquellos países que menos lo necesitan. El informe resalta, por ejemplo, que la inversión directa creció en los pequeños países insulares en desarrollo un 14%, pero disminuyó un 10% en los países sin litoral.
Por último, la inversión directa en África aumentó nada menos que un 75%. Una cantidad importante que es necesario contextualizar. La inversión directa en África pasó de los 55.000 millones a 97.000 millones. A pesar del importante aumento, es solamente el 6% del total en un continente en el que vive el 20% de la población mundial. Además, 35 millones corresponden a un único proyecto en Egipto financiado por el fondo soberano de Emiratos Árabes Unidos. Restando ese proyecto, la inversión extranjera directa aumentó un 12%, pero las cantidades continúan siendo ridículas.
ESTRUCTURA DE LAS INVERSIONES
El informe contabiliza el número de proyectos de inversión para analizar la estructura de la IED. En 2024 cayó el número de proyectos de infraestructura (9% menos). Las infraestructuras digitales fueron la excepción con un aumento del 4%. Destaca el descenso de proyectos relacionados con las energías renovables, un 12% menos, y los vinculados con minerales críticos, que cayeron nada menos que un 50%. Estos descensos en áreas que se señalan como prioritarias invitan a pensar que las prioridades se han desplazado de las inversiones relacionadas con la transición energética a otras vinculadas al gasto militar.
Los proyectos nuevos con alta dependencia de la cadena de suministros, como son los relacionados con la electrónica, la automoción, la maquinaria y los textiles se mantuvieron estables. El informe menciona que la industria de los semiconductores afectada por escasez tras la pandemia y por las presiones para reubicar la producción, anunció varios megaproyectos. De los 10 más grandes, 3 de ellos se ubicarán en EEUU y uno en la India.
Por otra parte, la financiación internacional de proyectos relacionados con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) volvió a disminuir en 2024. En los tres últimos años se ha reducido un 40%. Cayeron tanto los nuevos proyectos industriales como los acuerdos de financiación de proyectos de infraestructura (FPI, en inglés), estos últimos dependen en gran medida de financiación internacional por su mayor envergadura. En conjunto, la inversión en infraestructuras se redujo un 26% en 2024. La caída más pronunciada se registró en energías renovables (-31%), en agua y saneamiento (-30%) y en sistemas agroalimentarios (-19%).
El informe advierte que solo para cubrir el déficit de financiación de los ODS se necesitarían 4 billones de dólares anuales en los países del Sur Global, lo que significa casi triplicar el actual volumen total de inversión extranjera directa.

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