Desde el pasado 1 de junio, las ambulancias de Nafarroa dejaron de estar en manos privadas y se gestionan a través de una empresa pública, Bidean, que además ha reforzado su flota de vehículos. Tras mes y medio y sus primeros sanfermines, NAIZ entrevista a Alberto Lafuente, el médico anestesista encargado de acometer una de las mayores y más complejas publificaciones de las últimas décadas en la Administración Foral.

Explíqueme cómo era la gestión del transporte sanitario antes y después de este 1 de junio.

Aquí había dos empresas privadas con su idiosincrasia que se dedicaban al traslado sanitario programado y urgente, que son cosas diferentes. De repente, se crea Bidean, una empresa pública que depende del Departamento de Salud y que lo que hace es unificar y subrogar a los casi 420 trabajadores que tenían esas dos empresas. La diferencia es que Bidean deja de tener unos criterios economicistas en favor de unos indicadores de sistema público. Buscamos calidad y eficiencia, claro, pero sobre todo formamos parte del sistema sanitario.

Una publificación total de las ambulancias en Nafarroa. ¿No es eso?

Exacto. Hemos internalizado dentro de una empresa pública todo lo que es asistencia urgente y programada. Aunque han puesto en el logo «transporte sanitario», nosotros le preferimos llamar «traslado». ¿Por qué? Porque las personas no son paquetes. Y en nuestro caso, son personas vulnerables o muy vulnerables. Llevamos a gente a diálisis, a recibir quimio... Imagínate. Tenemos que conseguir que la atención sanitaria les llegue desde el primer momento.

O sea, que el derecho a una asistencia pública se extienda hasta las ambulancia.

Ese es el objetivo, sí. Desde el primer momento en que te toca el sistema, debe haber una coordinación absoluta. Ahora todo pasa a ser una cuestión interna de Osasunbidea.

Además de las ambulancias con el logo de Bidean. ¿Seguirán funcionando otras en Nafarroa? ¿Qué hay de la DYA o de la Cruz Roja?

Cruz Roja es Protección Civil, como Bomberos. Eso sigue igual. Son servicios preventivos, que se colocan si hay vacas o una etapa ciclista. La coordinación con ellos la hacemos a través del 112. Pero la mayor cobertura asistencia, de largo, es la nuestra. Somos complementarios.

¿Queda alguna ambulancia más circulando?

Las que acuden a algún hospital privado o atienden a un seguro privado. Las ambulancias que se ven en la calle son públicas. El resto son residuales.

La apuesta del Gobierno ha sido fuerte. Nueva base, nueva flota... ¿Cómo ha sido esta puesta en marcha?

Hemos remodelado tres nuevas bases. La central, con más de 2.500 metros cuadrados, y que es el destino de 54-55 ambulancias. Hemos remodelado además otra en Tudela y la tercera, en Sangüesa. Hemos usado las que tenían las anteriores empresas, pero invirtiendo en mejorarlas. Nos hemos quedado también con algunas ambulancias que tenían, pero únicamente con las 49 que tenían menos de dos años. Y hemos hecho un renting de otros 61 vehículos. Nuestro objetivo es ser capaces, cada cuatro o cinco años, de renovar toda la flota. Lo hacemos pensando en el confort del paciente y del trabajador. Ten en cuenta que las ambulancias hacen muchos kilómetros en poco tiempo. Hay que rotar porque llegan averías, etc.

El informe que realizó Comptos sobre la viabilidad de la empresa tiene sus sombras.

Es verdad, pero también es verdad que el proyecto que fiscalizó no es el que hemos ejecutado. Aquel proyecto se diseñó antes de entrar yo. Lo rompimos por completo. Comptos cuestionaba sobre todo el gran desembolso adquisición de ambulancias y al final optamos por el renting. Todas las empresas privadas de ambulancias han apostado por el renting. Pero sí que nos va a tocar ahora demostrar que somos más rentables para al sistema público. A fin de cuentas, esta es una empresa que no busca tener beneficio más allá de reinvertir en la empresa o en la plantilla.

Procesos de publificación tan complejos y ambiciosos son raros de ver. ¿Tienen algún modelo como referente?

En el 90% de las CCAA, esto sigue en manos privadas. Hay otras dos experiencias. Baleares hizo la transición, pero primero asumió el traslado urgente y luego programado. Aquí es simultáneo. Y luego está La Rioja....

...donde el cambio lo llevó a cabo usted.

Sí. Yo era el gerente autonómico en aquella época. No es una experiencia fácil, pero creo que tenemos que demostrar que hay modelos de gestión públicos muy eficientes, tanto o más que los privados.

¿La Rioja lo consiguió?

No conozco ahora los números. Cambian los gobiernos y te echan. Pero sí que conservo conocidos y teléfonos. Están funcionando bien.

Su nombre no se me hizo desconocido cuando le nombraron. Le tocó gestionar el covid, ¿verdad? Y durante la primera ola, usted fue el gestor a imitar. Lo mantuvo a raya un tiempo.

La OMS me puso como ejemplo de cómo remodelar un hospital y el sistema sanitario. Fue chulo. Pero luego la pandemia explotó y se nos desbordó a todos. En el arranque, el equipo que estábamos hicimos un buen trabajo. O así lo creo.

Ahora reaparece en Nafarroa, otra vez con ambulancias.

Me voy moviendo según proyectos. Intento demostrar que el modelo de sanitario tiene que ser necesariamente público. Tenemos que demostrar que es mejor, porque si no, acabaremos como en EEUU.

¿Cómo le ha ido a Bidean estos los sanfermines con solo mes y medio de rodaje?

Pues nos ha ido muy bien. Hemos hecho la cobertura habitual, sin incidencias. Nos esforzamos en dar más calidad en la atención. Pero los sanfermines no lo son todo. Estuvimos dando servicio también al resto de Navarra. Manejamos quince puestos de ambulancias. En concreto, lo que ha sido el bautismo en la urgencia en sanfermines, funcionamos con absoluta normalidad.

Si dejamos los números fuera, ¿en qué beneficia el cambio de modelo al paciente?

Por de pronto, hay un punto más de calidad. Tenemos todas las ambulancias homogéneas, con material de electromedicina homogéneo, hay más material, la flota es más moderna. No nos limitamos a cumplir un decreto o una concesión y vamos más allá de los mínimos. La sanidad avanza más rápido que las leyes. Nosotros no tenemos por qué esperar.

Aunque no todo es fácil, no tiene sentido engañarnos. Las empresas que subrogamos traían unas inercias, unas formas de trabajar arraigadas hace muchos años que hay que romper. Y cuesta. Agradezco, eso sí, la actitud de la plantilla.

Cuando me ha mencionado de integración en el sistema de Osasunbidea, ¿eso en qué se traduce?

En que ya hemos empezado a hacer protocolos comunes. Trabajamos de la mano, puesto que al final tenemos el mismo jefe. Al frente de esta empresa hay un consejo de administración que está presidido por el consejero de Salud, Fernando Domínguez.

Con Osasunbidea estamos todo el rato hablando y viendo cómo podemos mejorar diferentes cosas desde que el paciente entra en el sistema. Somos un ente instrumental, nuestro cometido no es poner pegas, sino solucionar problemas. Vamos a algo más personal.

Más allá de la pura gestión, qué impronta le gustaría dejar dado que la ha tocado arrancar con esto.

Llevamos apenas un mes, pero para mí es clave el tema de la formación. Queremos invertir mucho en formar a la plantilla en lo puramente asistencial, pero también en lo que se refiere a comunicación y trato al paciente. A lo largo de este mismo año empezaremos con los cursos. Vamos a ejecutar un plan ambicioso. Como comprenderás, eso no tiene un rédito inmediato ni se cuantificará económicamente. Pero dentro de un sistema de salud, en ese esquema público, está claro que queremos que todos los profesionales estén excelentemente cualificados. A más formación, más calidad.

Le concedo que en eso, de primeras, no había caído. Ahora que son empresa pública pueden recurrir a profesionales de Osasunbidea, o incluso a la Universidad Pública de Navarra y la nueva Facultad de Medicina.

Totalmente. Tenemos que ir de la mano. En la Universidad Pública hay una rama de ingeniería biomédica. Tenemos ahí un caldo de cultivo muy prometedor. Y llegaremos hasta donde podamos llegar.