
La familia de Mercedes Bezunartea, la mujer muerta presuntamente a manos de su marido la pasada semana en Zizur, y la del hombre encarcelado por el hecho han emitido una nota conjunta que responde a la calificación de violencia machista determinada por las instancias judiciales y políticas. Una hermana de Bezunartea ya había salido al paso de esta tesis al día siguiente. Inciden en la enfermedad que sufre el hombre, de 85 años. La mujer tenía 78.
El comunicado ha sido remitido a EFE la hija de la pareja y la hermana de la mujer fallecida, molestas con la rápida calificación como violencia machista que oficialmente se ha dado a lo sucedido y con el encarcelamiento dictado por el Juzgado de Iruñea.
A estas dos decisiones han seguido por parte de instituciones y colectivos «respuestas protocolarias» que, «lejos de ayudarnos como víctimas, nos victimizan doblemente, de tal modo que, sea cual sea el resultado del proceso judicial, el daño es irreversible».
Los hechos ocurrieron el pasado 29 de julio, cuando el hombre, diagnosticado de alzhéimer, llamó a emergencias para avisar de la muerte de su mujer, de 78 años y enferma de parkinson, cuyo cadáver los efectivos policiales encontraron tendido sobre la cama y con un fuerte golpe en la cabeza. Según se publicó, en la llamada a emergencias el hombre estaba muy desorientado hasta el punto de afirmar que ambos –él y ella– estaban muertos.
Al día siguiente la juez acordó el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza, por un presunto delito de «asesinato», mientras que el Ministerio de Igualdad calificaba los hechos de violencia machista, por lo que instituciones y colectivos convocaron concentraciones y emitieron comunicados de condena, como habitualmente hacen en estas circunstancias. El movimiento feminista también se movilizó.
«Ejemplo vital de igualdad»
Con todo ello, en su carta la hija de la pareja y la hermana de la fallecida narran la trayectoria del padre encarcelado. Afirman que ha sido «un ejemplo vital de lo que es la igualdad» con su comportamiento en casa y fuera de ella.
La dependencia de su mujer al diagnosticarle Parkinson acentuó su faceta de «cuidador», aunque reconocen el deterioro cognitivo que también a él comenzó a afectarle.
Con todo ello, lamentan que la declaración oficial de los hechos como violencia de género conllevó la activación de una respuesta institucional establecida para estos casos, lo que incluye «a los familiares de las víctimas», aunque en su caso «no sabemos en qué consiste, no hemos recibido ninguna muestra de ello», dicen tía y sobrina.
«La verdadera ayuda a las víctimas, a la familia, hubiera sido que no le llamaran asesino, que no se diga que mató a su mujer y, por supuesto, que disfrutara de la presunción de inocencia», subrayan para advertir de que la fallecida es su familiar.

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