Leoncavallo, el ‘centro sociale’ más conocido en Italia, desalojado en su 50 aniversario
Asemejable a un gaztetxe, se halla en un barrio periférico de Milán y había sobrevivido a más de 100 denuncias e intentos de desahucio, hasta su desalojo este jueves. Tuvo mucha importancia en los 70, cuando fue acusado de reclutar para las Brigadas Rojas. Esta es su historia.

Si uno dice Leoncavallo en Italia, la conexión es inmediata: estamos hablando del famoso centro sociale. Vale, ¿y qué es un centro sociale? El concepto más cercano a lo que puede ser un gaztetxe de Euskal Herria, pero la dimensión es inmensa.
Hay varios ‘centros sociales’ en Italia, pero el más conocido es sin duda este Leoncavallo, en Milán, que durante este 2025 cumple medio siglo de vida. Quienes vayan a Turín, por ejemplo, encontrarán otro que lleva hasta nombre euskaldun: el Askatasuna.
Leoncavallo viene a ser el padre, o el hermano mayor, de todas estas estructuras. Conocido, popular, controvertido, histórico, símbolo de un intento de resistencia a un tipo de economía y de vida que va en dirección opuesta.
Viene... o venía, porque su continuidad está hoy muy en entredicho. En la madrugada de este jueves, por sorpresa, se ha materializado el desalojo, con un abundante dispositivo policial. A falta de un mes para cumplir su primer medio siglo de vida, unas cuantas patrullas de la ciudad de Milán han entrado en este macro-espacio símbolo de la cultura alternativa y militante.
«No hay espacio para la ilegalidad», ha declarado el ministro de Interior, Matteo Piantedosi, mientras los principales medios italianos –RAI incluida– emitían en directo imágenes del operativo policial, con la entrada sellada a cal y canto por policías con armamento y escudos.
Este desahucio estaba programado para el 9 de septiembre, pero las máximas autoridades probablemente tenían prisa. Fuentes oficiales apuntan a algún intento de negociación para trasladar el centro a otro punto, pero habrá que ver cómo acaba.
El viejo y el nuevo ‘Leonka’
El Centro Sociale Leoncavallo debe su nombre a la calle donde originariamente fue fundado, el 18 de octubre de 1975, en una antigua fábrica abandonada donde se elaboraban productos farmacéuticos. Concretamente en el número 22 de Via Ruggero Leoncavallo, el compositor entre otros de ‘Pagliacci’, una de las óperas más conocidas en el mundo.

Se trataba del noreste de Milán, un barrio reconocible porque varias calles y plazas llevan el nombre de algún compositor (Boccherini, Scarlatti, Lulli, Porpora, Catalani, Falloppio, Jommelli) o libretista (Giacosa). El barrio se llama genericamente Casoretto, coqueto y popular al mismo tiempo, a su vez en el interior del macro-barrio llamado Lambrate.
Sin embargo hoy día Leoncavallo no se encuentra ya allí, donde mientras tanto han instalado un banco, sino más lejos todavía del centro, en la verdadera periferia, en una calle que se llama Via Antoine Watteau, en el barrio Greco. Este sí, muy obrero, un barrio que ha mantenido su autenticidad. La gentrificación ciertamente ha llegado hasta aquí también, en la ciudad maestra de la especulación inmobiliaria, pero caminando por las calles de Greco, zona más al norte de Casoretto, parecen respirarse atmósferas del pasado.
El gigantesco edificio ocupado en 1994 tiene más de 15.000 metros cuadrados, más que el Buesa Arena de Gasteiz para entendernos
El ‘Leonka’ (mote histórico del Leoncavallo) no ha cambiado su nombre por ‘Watteau’, por cierto, y con sus 50 años de vida es realmente la atracción principal de la zona. Desde 1994 la sede del Centro Sociale, denominado también Spazio Sociale Autogestito, está en este gigantesco edificio (15.000 metros cuadrados, más que el Buesa Arena de Gasteiz por poner un ejemplo) que anteriormente era una fábrica papelera que quedó abandonada.

Es tan enorme el edificio que se puede acceder desde cuatro puntos distintos; el más llamativo, sin duda, el que pasa por debajo del ferrocarril. Todo el entorno está lleno de murales, muchas veces cancelados y de nuevo pintados. Según el exconcejal de Milán y critico de arte Vittorio Sgarbi, «parecidos a la Capilla Sixtina».
«Ocupación abusiva»
La otrora papelera, ahora Leoncavallo, era propiedad del grupo industrial de Giorgio Cabassi, uno de los pesos pesados del sector inmobiliario milanés, protagonista de varias especulaciones. Y desde 1994, cuando el área fue ocupada, estaba intentando recuperar «su» edificio, a través de procedimientos judiciales, que siempre han sido rechazados.
Han sido más de 130 en tres décadas las denuncias a Leoncavallo, sobre todo por «ocupación abusiva», con el objetivo final de desahuciar el Centro Sociale. Casi se ha convertido ya en un chiste, porque cada administración local, de derechas e incluso de izquierdas, ha tenido que encarar alguna denuncia por parte de los Cabassi, que allí querían construir unas cuantas oficinas.
El desahucio estaba previsto para setiembre y nadie se lo tomaba muy en serio, pero se ha ejecutado en una madrugada de agosto
Es evidente que los desahucios han sido mayores en cantidad con alcaldes de centro-derecha, pero esta práctica es una especie de constante de la historia underground de la capital lombarda. Así que, llegados a este momento, prácticamente nadie hacía caso a las denuncias contra Leoncavallo, que a veces han sido ridículas; por ejemplo, la de 2018, cuando la acusación consistía en haber pintado de rosa las rayas azules de la ‘OTA milanesa’. La última, hace pocas semanas, alcanzó a la asociación Mamme Antifasciste, a quien se pedía una multa de 3 millones de euros de nuevo relacionada con el no-desahucio del centro..
Para los responsables del ‘Leonka’, nada nuevo bajo el sol; vivir siempre al filo de la navaja formaba parte de la cotidianidad.
De Fausto e Iaio a Salvini
Leoncavallo ha visto realmente de todo en su medio siglo de vida. Cuando nació estaban apagándose los últimos ecos del movimiento de 1968 y sobre todo empezaba la primera oleada de los grupos armados extraparlamentarios, encabezados por las Brigadas Rojas, muy activos en una ciudad entonces extremadamente obrera como Milán (ahora ya no).
Las primeras acusaciones al ‘Leonka’, de hecho, fueron de ser un lugar no solamente que simpatizaba por las BR, sino que reclutaba directamente para la milicia. Una milicia que en otros puntos de la capital lombarda había ya golpeado.
Para cuando se le vinculó con las Brigadas Rojas, en Leoncavallo había un jardín de infancia, un comedor social, una clínica ginecológica y una escuela popular
Mientras tanto en el Centro Sociale Leoncavallo se habían instalado un jardín para la infancia, una guardería, un comedor social, una clínica ginecológica y una escuela popular para que los trabajadores pudiesen obtener el diploma de secundaria. Y se desplegaban varias iniciativas culturales y políticas: conciertos, talleres feministas, exposiciones, organización de manifestaciones masivas, protestas en general.
Un primer punto de inflexión ocurrió el 18 de marzo de 1978, mientras toda Italia estaba pensando en el «caso Aldo Moro», el secuestro del presidente de la Democrazia Cristiana por parte de las Brigadas Rojas, que acabaría con su ejecución. Aquella noche, en una calle pegada al viejo Leoncavallo, Via Mancinelli, mataron a dos jóvenes militantes del ‘Leonka’: Fausto Tinelli y Lorenzo ‘Iaio’ Iannucci. Estaban volviendo a casa y alguien, que nunca ha sido descubierto, utilizando una pistola con silenciador les quitó la vida. El trabajo perfecto de un killer.

Mucho se especularía sobre el hecho. Desde una posible investigación del mundo de la droga por parte de los dos chavales, que habrían descubierto algo ‘gordo’, hasta una terrible coincidencia: y es que pocos años después se encontraría en Via Monte Nevoso 8, en una calle que se inicia donde termina Via Leoncavallo, girando a la derecha, la guarida de las Brigadas Rojas en Milán. En la misma calle, en frente del número 8, vivía la familia Tinelli. Es patente que algunos miembros de la ‘columna milanesa’ de las BR habrían cómo mínimo paseado por los alrededores de Leoncavallo, ¿acaso Fausto habría visto u oído algo que no tenía que ver u oír?
Nunca se descubrió quién mató a Fausto Tinelli y Lorenzo Iannucci, dos jóvenes militantes del ‘Leonka’, en 1978, mientras el secuestro de Aldo Moro
En cualquier caso, casi toda la juventud de la ciudad lombarda ha ido por lo menos una vez al ‘Leonka‘. Yo también un par de veces, penalizado por la ubicación del centro sociale, exactamente en la otra punta respecto a donde vivía en Milán.
Y también los personajes más inesperados, tipo el mismísimo Matteo Salvini, líder de la Liga Norte y actual viceprimer ministro del Gobierno de derechas de Giorgia Meloni. Salvini, milanés del barrio obrero del Giambellino (al otro lado del mapa de la ciudad), en una de sus primeras entrevistas públicas afirmaba, allá por 1993: «Conozco a los militantes de ese centro social, no son unos violentos. Iba a menudo allí entre los 16 y los 19 años». Unas birras, unos conciertos, unos encuentros con la hinchada del Milán, por aquel entonces muy de izquierdas...

Mucho ha cambiado todo: Salvini, el ‘Leonka’, Milán... Pero medio siglo después sigue manteniéndose la importancia de este centro que seguro intentará sobrevivir también después de este zarpazo.

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