«¿En qué país hay que pedir permiso para que una ambulancia rescate a una niña en peligro?»
La mirada de Saja Kilani y Motaz Malhees, protagonistas de ‘The Voice of Hind Rajab’, habla por sí misma. Aún con la resaca emocional de lo vivido el miércoles en el estreno y en la multitudinaria manifestación que le siguió, resaltan que el silencio frente al genocidio equivale a complicidad.

Cuando Saja Kilani, actriz y poeta palestina, jordana y canadiense, y Motaz Malhees, nacido en Jenin, bajaron las escaleras del Teatro Victoria Eugenia tras la proyección de la película ‘The Voice of Hind Rajab’, de la directora tunecina Kaouther Ben Hania, no se esperaban que miles de personas les aguardaran en la calle con banderas palestinas al grito de «Esto no es una guerra, es un genocidio».
«Nos habían comentado que habría gente esperándonos a la salida. Sé de las protestas que se han venido haciendo en Euskal Herria, pero jamás pensé en algo así. Me dije a mí mismo que serían como mucho un centenar de personas o quizás menos. Pero cuando vi a esas miles de personas ahí fuera, apoyándonos, denunciando el genocidio, mi cuerpo se bloqueó, se me puso piel de gallina. Fue algo extraordinario que nos da esperanza como palestinos», señala Malhees a NAIZ en una entrevista compartida con ‘La Vanguardia’.
Kilani añade que tanto la acogida de la película como la multitudinaria manifestación, que encabezaron portando la pancarta, «me da esperanza de que aún queda humanidad. Es algo que jamás olvidaré. Es uno de esos momentos que si algún día tengo hijos les contaré. Honestamente, no esperábamos encontrarnos con una energía así».
Volviendo la mirada a Hind Rajab, quien el 29 de enero de 2024 falleció en un ataque directo del Ejército israelí contra el vehículo en el que trataba de salir del barrio Tel al-Hawa de Ciudad de Gaza junto a sus tíos y cuatro primos, Kilani sostiene que «su voz simboliza algo más que una niña. Hind nos muestra la historia de vida que hay detrás de cada número que leemos en los medios de comunicación porque corremos el riesgo de volvernos insensibles ante la secuencia de imágenes y números. Pero las víctimas no son meros números. Por eso, necesitamos ponerles voz y dotarlos de vida, de personalidad. Eso es algo que debemos hacer los artistas. No estamos hablando de ecuaciones matemáticas, sino de seres humanos, de vidas. Son padres, madres, niños, médicos, periodistas y así sucesivamente».
Malhees quiere que «Hind sea la esperanza de que nunca más habrá una historia como la suya. El cine nos da la posibilidad de mostrar los sueños y vidas detrás de cada número que vemos en los medios Ese es el objetivo de este film, mostrarle al mundo que detrás de cada cifra hay personas con emociones y sentimientos», destaca.
335 impactos de bala
«En ‘Hind’ –continúa– vemos a una niña de seis años atrapada durante horas en un coche rodeada de los cuerpos de seis familiares. Los soldados sabían que estaba en el interior del vehículo, tienen sistemas para detectar si quienes están dentro están vivos o muertos, pero aun así la mataron. La carrocería del coche tenía 335 impactos de bala. Este tipo de historias deben ser contadas para que el mundo entienda que no es solo un número, y que miles y miles de niños han padecido situaciones similares o peores a la de Hind. Estamos viendo a niños descabezados por los bombardeos, con los intestinos fuera… Espero que la voz de Hind agite al mundo, porque el silencio es complicidad».
El visionado de la película produce una mezcla de impotencia y angustia que deja sin palabras. Preguntados por las emociones que está provocando, Kilani se pregunta «¿en qué país del mundo se tiene que pedir permiso para que una ambulancia vaya al rescate de una niña en peligro? Es absurdo. ¿Cuál es la función de una ambulancia o de un médico si no es ayudar a alguien cuando lo pide? Estamos hablando de una niña de seis años suplicando ayuda. Los voluntarios de la Media Luna Roja intentaron todas las estrategias y tácticas posibles para poder llegar a ella, y cuando ya tienen luz verde y la ambulancia está aproximándose se escucha una explosión». Esa detonación acabó con la vida de los paramédicos Yousef Zeino y Ahmed al-Madhoun.
Sin palabras
«Incluso cuando lees el guion te quedas sin palabras. Me congratula ver que el público también se queda sin palabras y que es capaz de ver lo absurdo de toda esta situación. Para mí, una de las funciones del cine es conmover interiormente a las personas. Por eso y para eso hago cine», remarca Kilani, quien interpreta a Rana Faqih, la voluntaria de la Media Luna Roja Palestina que durante horas trató de tranquilizarla a la espera de conseguir luz verde para el traslado de la ambulancia.
Con ojos vidriosos, Malhees, que interpreta a Omar, otro operario de la Media Luna Roja Palestina que habló con Hind, reconoce que se «imaginó que la salvaba, pero luego te das de bruces con lo que pasó realmente».

Sobre la relación que mantuvieron con los verdaderos Rana Hassan Faqih y Omar A. Alqam para construir sus personajes, Kilani destaca que «Rana es una de las personas más valientes que he conocido en mi vida. Quería hacerle honor. Hablé mucho con ella. Tengo la suerte de llamarla amiga a día de hoy. Rana, Omar, Mahdi, Nisreen nos hicieron sentir todo el amor con el que trabajan en la Media Luna Roja. Estas personas pasan horas y horas juntos tratando de salvar vidas».
Malhees decidió llamar por teléfono a Omar A. Alqam porque «quería poner todo mi corazón y construir un personaje acorde a los hechos. Hablé con él. Tuvimos una bonita conversación, pero en un momento me pidió parar y me preguntó si me podía llamar en media hora. Me sentí tremendamente culpable porque mi propósito no era dañarlo emocionalmente. Estuvo 24 horas desaparecido. Cuando me volvió a llamar me confesó que tras atender la llamada de Hind, durante meses no pudo confrontar a su hijo pequeño».
Antes de finalizar la entrevista, dirigen un mensaje a aquellos que aún no hablan de genocidio o no lo condenan. «Que vean la película y luego hablamos», enfatiza Kilani. A su lado, Malhees incide con contundencia: «Siempre lo digo y no tengo miedo de decirlo. Quien se mantiene en silencio es cómplice de este genocidio. ¡Despertad!».
Premio Agenda 2030 Euskadi Basque Country
La película ha ganado el Premio Agenda 2030 Euskadi Basque Country que, por cuarto año consecutivo, concede el Gobierno de Lakua en el marco de Zinemaldia a la película que «mejor refleja los valores de la sostenibilidad y solidaridad como emblemas principales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que impulsa la Agenda 2030».
El jurado, compuesto por la actriz y directora Carolina Yuste, el escritor Harkaitz Cano y el director de Innovación Social de Lakua, Asier Aranbarri, ha destacado que «el arte nace también de la urgencia, y cuando el terror parece hurtarnos las palabras para imponer su silencio paralizante, ‘The Voice of Hind Rajab’ nos muestra una alternativa al miedo y al bloqueo, obligándonos a actuar y a tomar partido, mostrándonos a un equipo humano extraordinario que ya lo hace».
Incluida en la sección Perlak, se ha impuesto a los otros siete títulos que competían por el Premio Agenda 2030 Euskadi Basque Country: Maspalomas (Sección Oficial), Belén (Sección Oficial), Jianyu laide mama / Her Heart Beats in Its Cage (Sección Oficial), Nuestra tierra / Landmarks (Horizontes Latinos), Bajo las banderas, el sol / Under the Flags, the Sun (Zabaltegi-Tabakalera), Ciudad sin sueño / Sleepless City (Perlak) y, por último, It Was Just an Accident / Un Simple Accident (Perlak).

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