«Soy un cineasta de formación clásica»
Imanol Uribe (San Salvador, 1950) pertenece a esa estirpe de pioneros del cine vasco que contribuyeron a hacer de este lo que es hoy. Es de los pocos realizadores de su generación que se mantienen en activo. Estrena ‘La sospecha de Sofía’, donde adapta la novela homónima de Paloma Sánchez-Garnica.

En su nuevo largometraje, Uribe pone en imágenes una trama de espionaje y contraespionaje a caballo entre el Madrid de los últimos años del franquismo y la República Democrática Alemana. Dos hermanos gemelos separados de pequeños toman las riendas de este thriller clásicamente construido sobre el trasfondo de la guerra fría.
¿Cómo afrontó el reto de adaptar una novela como ‘La sospecha de Sofía’ con una estructura tan intrincada y con tantos lectores? Me imagino que fue una tarea compleja.
Bueno, en este caso el proyecto vino a mí como un encargo por parte de Constantino Frade, quien me telefoneó el día de mi cumpleaños. A partir de ahí me mandó un guion de Gemma Ventura que ya estaba bastante bien definido y que seleccionaba de una manera muy precisa el arco argumental de la historia, porque la novela, que me leí después, es muy larga, tiene muchas tramas y toca muchos temas. Entonces, del guion que me ofrecieron, me pareció muy interesante todo el tema del espionaje ambientado en los años de la guerra fría, un período del que siempre he sido muy fan, como espectador y como lector. Y del mismo modo que no pierdo la esperanza de hacer un western algún día, tenía ahí esa espinita clavada de hacer una película de espías que, con ‘La sospecha de Sofía’, por fin he podido sacármela. De hecho, cuando pude trabajar en el guion lo orienté bastante más hacia el tema del espionaje de lo que lo estaba en la primera versión que me hicieron llegar.
«Del mismo modo que no pierdo la esperanza de hacer un western algún día, tenía ahí esa espinita clavada de hacer una película de espías»
En relación con eso que comenta, su trabajo de dirección rezuma un clasicismo que emparenta esta película con otras películas suyas de los años 90. No sé si eso también influyó para que aceptase la propuesta.
Me alegra que me comentes lo del clasicismo, porque mi intención a la hora de conferir un tono al relato fue justamente la de moverme en ese registro. No sé, supongo que es algo que me sale solo, de ahí que el tono de la película pueda evocar el de alguno de mis films anteriores. Yo soy un cineasta de formación clásica, alguien que estudió en la Escuela de Cine a finales de los 60 y principios de los 70 y, como tal, toda mi formación está imbuida del cine clásico americano. Luego uno intenta evolucionar, pero ese bagaje está ahí.
¿Militar en ese clasicismo en una época como la actual no supone ir un poco a la contra?
Igual sí, no lo sé. Cuando uno rueda una película siempre la hace para que la gente la vea, eso está claro. Pero creo que es un error ponerse esa presión encima. Al final uno hace la película que le sale, no tiene sentido ser un impostor. A partir de ahí, luego cuando se estrene, ya veremos si me he quedado anclado en el pasado o no (risas).

En el caso de una producción como ‘La sospecha de Sofía’, ¿cuál fue la mayor dificultad a la que se enfrentó?
Sobre todo, el hecho de que estamos contando una historia que transcurre entre Madrid, París, Berlín Oriental y Berlín Occidental, y nos hemos obligado a rodarla sin salir de España. Eso te obliga a un trabajo de dirección artística muy preciso y yo he tenido la suerte de contar, en esta parcela, con un profesional como Diego López, con el que ya había trabajado y que aquí hace un trabajo estupendo. Por ejemplo, las oficinas de la Stasi las localizamos en Aranjuez… Entonces, hacer creíbles todos esos espacios fue una tarea ímproba. Luego hubo otra dificultad a la hora de articular el relato y fue el doble papel de Álex González o, mejor dicho, el triple papel, porque interpreta a dos gemelos que intercambian sus personalidades. Ahí estás un poco al límite y también en la necesidad de que los diálogos no suenen impostados, de que los personajes se comporten como personas de aquel entonces, no como tipos de hoy vestidos de época.
En todos esos desempeños usted viene contando con un equipo de colaboradores muy sólido con los que repite película a película, como Gonzalo Berrido en la fotografía o Buster Franco en el montaje…
Sí, claro, eso es una gran ventaja. Pero como son profesionales tan buenos están muy solicitados y no siempre puedo contar con ellos. Digamos que, como cualquier entrenador, yo tengo mi equipo de titulares y luego también uno de suplentes por si alguno de esos titulares me causa baja. Pero, en todo caso, se trata de un grupo humano con el que trabajo muy bien y que me da máximas garantías, además la mayoría de ellos con una simple mirada ya saben lo que quieres.
Y la dirección de actores, ¿cómo la afrontó?
A ver, la base de todo está en el proceso de casting, es muy importante elegirlos bien porque si un actor no tiene cosas que ofrecerte no hay nada que hacer. Yo apenas ensayo antes del rodaje, lo que sí hago es hablar mucho con ellos, les doy una serie de pautas sobre su personaje. Luego ya, cuando estamos rodando, apenas les doy indicaciones: solo las justas e imprescindibles. En este caso, además, Álex tuvo un coach con el que fue preparando su papel.
«Con las plataformas se han multiplicado las posibilidades de hacer cine, pero también se reservan una potestad de influir en las películas a mi juicio exagerada»
Berlanga comentaba que en sus últimas películas le resultaba muy difícil confeccionar el reparto, porque echaba de menos a los actores con los que él empezó, que más que actores eran aliados. ¿A usted también le pasa?
No, para nada. No siento nostalgia en ese sentido y no la siento por una razón y es que creo que los actores de hoy vienen mucho mejor preparados. Eso no quiere decir que antes no hubiera grandísimos actores, pero antes a la hora de montar un reparto tu referente era el ‘Cine guía’ donde te venían cinco o seis actores que podían hacer un personaje, ahora hay muchas más opciones y vienen con mucho más bagaje. Personalmente estoy muy contento con el reparto que he conseguido reunir para esta película.
¿Tiene la sensación de que el cine ha cambiado mucho desde que usted empezó a dirigir?
Ha habido un factor que sí que ha supuesto un cambio radical y es la irrupción de las plataformas digitales. Ha sido positivo porque lo cierto es que se han multiplicado las posibilidades de hacer cine, pero también es cierto que, a cambio, se reservan una potestad de influir en las películas a mi juicio exagerada. No en todos los casos, afortunadamente, pero a veces resulta doloroso ver como desprecian tu trabajo hasta el punto de remontarlo o decidir en qué condiciones llega al público.
Al final, una carrera como la suya es un ejemplo de supervivencia…
Bueno, más bien se trata de ir adaptándose a las circunstancias, pero intentando no renunciar a tu manera de trabajar. Yo, por ejemplo, nunca me metería en una serie de esas en las que todo está ya establecido y lo único que te piden es que ruedes el guion que te entregan. Y en cuanto a las películas, pues intento seguir haciendo lo que he hecho toda mi vida, cediendo lo menos posible. A veces no te queda otro remedio. Si el productor tiene un acuerdo para filmar en tal o cual sitio no vas a ir tú a enmendarle la plana. Pero en lo que se refiere a la parcela creativa, necesito tener el pleno control.

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