Aritz Intxusta
Redactor de actualidad

La redada en casa de Koldo García provocó una crisis en la «cúpula antiterrorista» de la GC

El guardia civil detenido por percibir dinero de Víctor de Aldama en la trama de las mascarillas, en la que está inmerso Koldo García, grabó dos interrogatorios que le realizó la «élite antiterrorista» del cuerpo, donde muestran temor a que los móviles de Koldo hayan dejado «rastro» hasta ellos.

El coronel jefe de la UCE-2, Vázquez Aznárez, en la comisión del Senado.
El coronel jefe de la UCE-2, Vázquez Aznárez, en la comisión del Senado. (Senado)

Es 1 marzo de 2024 y en la «cúpula antiterrorista» de la Guardia Civil están nerviosos. Una unidad distinta del mismo cuerpo, la UCO, ha entrado hacía unos días, 20 de febrero, en la casa de su colaborador Koldo García para investigar un presunto fraude en la compra de mascarillas.

El comandante Rubén Villalba era el enlace con este colaborador. Sus superiores le han hecho volver desde Venezuela para interrogarle acerca de los teléfonos que entregó a sus confidentes. Villalba, al parecer, no se fía y decide grabarlo con su Iphone 14. Le da al botón de grabar a las 9 y 24 de la mañana.

En los pocos extractos que han trascendido de esa grabación, su superior jerárquico (Agente 1) parece más nervioso que el propio comandante, teme que les «enmierden». Le confiesa que lleva días haciendo memoria sobre si ha llegado a «escribir algo comprometido» en alguna conversación de los últimos dos años con implicados en el caso.

«¿Qué puede suceder ahora? Pues bueno… Yo no sé estos qué cuidadosos eran o no eran con los teléfonos, si los.. si los… se los quitaban de encima, no se los quitaban de encima, si ahora han aparecido teléfonos o no. No lo sé», arranca dicho Agente 1, dando pie a Villalba para que se lo explique.

El comandante quiere que sea más claro, que su jefe concrete más. «¿De lo nuestro?», le pregunta. Su superior le aclara acto seguido que quiere saber qué hacían Koldo García y Víctor de Aldama con «los teléfonos que ellos utilizan para contactar con nosotros».

Villalba, el encargado de facilitar esos teléfonos desde el Servicio de Inteligencia de la Guardia Civil (SIGC), asegura a su responsable que personalmente solo se ha deshecho de los teléfonos que le ha ido entregando a Aldama, que con los de Koldo le ha sido imposible.

«No, no, no, esos teléfonos… hombre. Lo de la parte de Koldo, yo no sé lo que hacía con esos teléfonos. La parte de… Víctor, eso yo me encargaba de que, cada vez que iba o había que cambiárselo, yo te doy uno y tú me entregas otro», afirma.

Agente 1: «La cosa fea realmente es ¿qué cojones hacemos nosotros comprándole la telefonía a este tío, macho?» (por Koldo García)

 

El comandante le cuenta a su superior que con los teléfonos de Koldo García se les ha ido la cosa de las manos, que incluso ha visto al ministro, en aparente referencia a José Luis Ábalos, llevando alguno de los móviles facilitados por el Servicio de Inteligencia.

El audio de la conversación, del que solo han trascendido las frases que la UCO considera relevantes para la trama de las mascarillas por la que están encausados Koldo García, Víctor de Aldama y José Luis Ábalos, es mucho más largo. Dura una hora, 36 minutos y 54 segundos.

La del 1 de marzo es la segunda vez que los superiores de Villalba le abordan para saber dónde están los teléfonos del SIGC.

Cuatro días antes, el 27 de febrero, el comandante ha grabado otra conversación con un grupo de compañeros en la que insisten en que les cuente qué ha sido de estos teléfonos y por qué Villalba está percibiendo dinero por parte del confidente del servicio Víctor de Aldama.

Algunos medios españoles identifican a estos agentes como miembros de la UCE-2, siglas de la Unidad Central Especial 2, que es la cúpula para asuntos «antiterroristas». E incluso precisan que el coronel al mando, Javier Vázquez Aznárez, puede ser el Agente 1, presente en ambas grabaciones. Pero formalmente, no se sabe. La estructura final del SIGC es secreta.

Lo que sí es cierto es que Vázquez Aznárez, a quien los medios consideran el mayor experto en ETA dentro del SIGC, declaró por estos hechos en calidad de testigo. Y también compareció en el Senado, donde aseguró que era el único responsable jerárquico que tenía Villalba (de ahí que se le haya identificado como Agente 1) y precisó que en el interrogatorio a este comandante del día 1 de marzo participó una persona más y que en el del día 27 de febrero había cuatro interlocutores.

El comandante Villalba se presenta ante su jefe y los otros dos responsables como un pillo para justificar los pagos que recibía de Aldama. Les explica que él mismo adelantaba el dinero para comprar los teléfonos y dárselos a un subalterno, el Agente 9, a quien encomendaba entregárselos físicamente a Aldama y que luego este último se los pasaba a Koldo. Asegura que fueron tantos los móviles que esos 2.000 euros que le entregaba al mes Aldama eran el coste de los terminales redondeado al alza.

Móvil y dos esprays de autodenfensa entregados por Villalba a Aldama. (UCO)

«Cada teléfono me parece que costaba casi 200 euros, porque él pedía un teléfono, no sé si costaba nada más el teléfono 140, pero si le sumabas la tarjeta, le sumabas la recarga de 40 al final se pone en 200 euros, más el teléfono mío, son 400 cada equis tiempo. Hay veces que quería dos o tres teléfonos por mes», se explica el comandante en la grabación. Villalba les cuenta que le han pagado por estos teléfonos «tanto Koldo como el Gomina [apodo de Aldama que todos los participantes conocían]».

Pero en esa reunión lo que les interesa al resto de agentes es dónde están esos teléfonos. Un guardia civil cuya identidad y rango se desconoce (figura como Agente 2) le pregunta directamente: «¿Y esos teléfonos quién los tiene?».

El comandante Villalba intenta tranquilizarlo. «Nada, nada, porque son de usar y tirar. Es más, yo esos teléfonos es, una vez que se utiliza, ta, ta, yo se los pedía, me lo daba, yo lo destruía y aquí, es más, no hay rastro de esos teléfonos».

Interviene entonces el mando referenciado como Agente 1 en la transcripción, que parece enfadado: «Ahí, ahí, ahí la cosa fea realmente es ¿qué cojones hacemos nosotros comprándole la telefonía a este tío, macho?».

El siguiente en hablar es el Agente 2, que insiste en su preocupación por que los móviles aparezcan tras la detención de Aldama y Koldo: «Claro, por eso digo el rastro».

Siete días después

Esa conversación con más miembros del Servicio de Inteligencia dura 1 hora, 31 minutos y 48 segundos. El comandante había encendido la grabadora de su Iphone a las 9 horas y 12 minutos del 27 de febrero de 2024.

El gabinete de crisis en la «cúpula antiterrorista» tiene lugar justo una semana después, por tanto, de que se registrara la casa de Koldo García. Apenas quedan días para que agentes de la UCO detengan a Villalba, cosa que sucedió el 4 de marzo.

Villalba había desarrollado toda su carrera en el Servicio de Información en Gipuzkoa, hasta que fue alejado a la Embajada de Venezuela. Ahora está en prisión

 

Los responsables de este último le habían proporcionado, aparentemente, una salida con un puesto en la Embajada de Venezuela, pero le hicieron volver para interrogarle en persona y, luego, detenerlo.

Hasta ese momento, Villalba había desarrollado toda su carrera en el Servicio de Información, en el que se integró el 15 de diciembre de 2008, como miembro del Grupo de Información de la Guardia Civil de Gipuzkoa. Pero el 16 de octubre de 2024, cuatro meses antes de la redada contra Koldo García, Víctor de Aldama y José Luis Ábalos, lo habían destinado a esa embajada al otro lado del Atlántico.

Seguramente seguía adscrito a labores de inteligencia, pero oficialmente ya no forma parte del SIGC o de la UCE-2. Su detención, de hecho, se produce en el aeropuerto Madrid-Barajas, cuando pretendía volver a Caracas.

Según la UCO, en cuyo informe aparecen estas conversaciones, la relación entre Villalba y Koldo García se remonta a 2016, aunque no precisa por qué lo data en ese momento. 

El rastro de los teléfonos que facilitaba el comandante tras saltar la trama por la compra de las mascarillas en favor de la empresa de Aldama Soluciones de Gestión llevó hasta los audios en los que, presuntamente, Santos Cerdán hablaba de mordidas en obra pública.

El resto de las dos conversaciones grabadas por el comandante Villalba (más de tres horas de audio), a criterio de la Guardia Civil, constituyen un secreto de Estado.

El informe de la UCO cita la Ley de Secretos Oficiales del 68 y dos acuerdos del Consejo de Ministros (del 86 y el 94) que «otorgan con carácter genérico la clasificación de secreto a la estructura, organización, medios y procedimientos operativos de los Servicios de Información, así como sus fuentes y cuantas informaciones y datos puedan revelarlas».

«En virtud de todo ello –se justifica la UCO– se debe reseñar que todo el material intervenido a Rubén [Villalba] contiene información susceptible de estar amparada en la mencionada clasificación de secreto, por lo que incluso los elementos referenciados en este informe y anexados a él han sido cercenados en virtud de esta circunstancia».