
El auge de las instalaciones fotovoltaicas en viviendas particulares ha llevado a muchas personas a creer que dichos sistemas garantizan un elevado nivel de autosuficiencia en caso de apagón o blackout. Pero la realidad es que la mayoría de las instalaciones actuales están diseñadas solo para abastecer una parte del consumo eléctrico, no para garantizar al 100% la autonomía de una casa.
Es lo que indica Xabier Lizaur, responsable de la cooperativa Ekitermik de Arrasate, una ingeniería especializada en el diseño e instalación de sistemas fotovoltaicos para autoconsumo, al que acudimos para conocer con detalle por qué durante el apagón del 28 de abril no funcionaron de forma autónoma la mayor parte de las viviendas dotadas de instalaciones fotovoltaicas, incluso las que contaban con sistemas de almacenamiento.
Según explica este profesional, una instalación fotovoltaica está compuesta, además de placas solares, por un inversor que convierte la energía continua que generan los paneles en energía alterna, para que pueda ser canalizada a los aparatos de consumo. Este esquema básico permite abastecer solo una parte del consumo de una vivienda, que ronda habitualmente el 30 o el 40% del total.
Esto obliga a que las instalaciones estén conectadas a la red eléctrica, lo que permite, por un lado, consumir la energía solar generada en la vivienda, por otro, verter el excedente a la red, lo que da derecho a compensaciones económicas, y por último, recibir electricidad de la red cuando no hay suficiente generación solar como por ejemplo, de noche o en días nublados.
Pero, ¿qué ocurre cuando se produce un backout o apagón generalizado de la red eléctrica? Pues que la instalación doméstica deja de funcionar, ya que los inversores se desconectan automáticamente de la red por motivos de seguridad, pues sería muy peligroso que hubiera miles de viviendas enviando electricidad a la red cuando los técnicos de mantenimiento están trabajando para tratar de solucionar el problema.
FUNCIONAR EN «MODO ISLA»
Así pues, si lo que se busca es la autosuficiencia completa, es preciso contar con una instalación más compleja, que permita funcionar de forma independiente a la red, lo que se conoce como «modo isla» o backup (aislamiento eléctrico). Para ello se necesitan no solo baterías para el almacenamiento de la energía, también un inversor híbrido capaz de funcionar de forma autónoma. Así, cuando la instalación detecta un apagón, podrá desconectarse físicamente de la red y pasar a alimentar la casa únicamente usando la energía almacenada en las baterías.
Pero para que todo ello funcione correctamente, la instalación debe contar también con un cuadro eléctrico preparado para discriminar los aparatos de consumo que se consideran esenciales de los que no lo son. «Si ya tienes la instalación doméstica sectorizada, no habrá dificultad en seleccionar cuáles son los consumos críticos. Pero hay casas en las que todos los consumos pasan por un mismo circuito, y en esos casos es preciso modificar toda la instalación», explica Xabier Lizaur.
La principal razón por la que la mayoría de las viviendas no dispone de todo este sistema es la económica, ya que su coste puede duplicar el de una estándar, motivo por el que hoy día la mayor parte de las viviendas con paneles fotovoltaicos no son autónomas al cien por cien. Eso sí, tras el apagón han aumentado las consultas de propietarios de viviendas con placas solares sobre los requisitos técnicos para instalar baterías y el precio de estos sistemas, que pueden suponer un desembolso adicional de entre 6.000 euros y 10 o 12.000 euros, incluido el sistema de aislamiento o backup.
ALMACENAMIENTO COMPARTIDO
Para evitar el coste de estas inversiones entre usuarios particulares, en algunos lugares se han puesto en marcha proyectos experimentales de almacenamiento eléctrico compartido, como es el caso de la comunidad energética local Energía del Prat, en Catalunya, una iniciativa que cuenta con hasta 1 MWh de baterías distribuidas en diez conunidades de vecinos. Estas instalaciones almacenan energía en horas de bajo coste para liberarla en horas de mayor demanda o precio, para así maximizar el uso de las renovables y reducir la dependencia de la red eléctrica. No obstante, hoy día esta posibilidad no está contemplada en el marco normativo, que solo admite el autoconsumo compartido.
Sea de una forma o de otra, los expertos se oponen a la utilización del término «batería virtual» por parte de las compañías energéticas para referirse a sus sistemas de compensación de excedentes de energía en autoconsumo, al considerar que inducen al engaño. La propia Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) ha exigido a las compañías que no utilicen este término, ya que no se trata de una batería física que almacena electricidad, sino de un sistema virtual que contabiliza los excedentes y los compensa en futuras facturas.
El tamaño de las baterías determina el nivel de autonomía de la instalación
Aunque una instalación fotovoltaica esté preparada para funcionar de forma autosuficiente en caso de apagón, su autonomía no pasará de unas horas o, como mucho, de un día.
Tal y como explica Xabier Lizaur, de la cooperativa Ekitermik, en los últimos años el Ente Vasco de la Energía ha apoyado económicamente la adquisición de baterías, lo que ha llevado a mucha gente a instalarlas para aumentar la autonomía de sus instalaciones de autoconsumo.
Estas baterías están compuestas por módulos de 5 kWh y, normalmente, se instalan entre uno y tres módulos, por lo que la capacidad de almacenamiento oscila entre los 5 y los 15 kWh. Esto posibilita una autonomía de varias horas, dependiendo del consumo, aunque en raras ocasiones se consigue cubrir toda la noche.
Y es que, como insiste el responsable de Ekitermik, la mayoría de las instalaciones actuales están diseñadas solo para abastecer una parte del consumo eléctrico, no para garantizar al 100% la autonomía de una casa.
Para ello habría que instalar baterías de gran capacidad, que solo se han instalado en casos experimentales, como los de algunas viviendas que incorporan baterías procedentes de coches eléctricos usados. Es el caso de una familia residente en una casa de Aurizberri, en el Pirineo navarro, cuya instalación cuenta con dos baterías de Volkswagen ID.3 que pueden almacenar hasta 27,6 kWh cada una.
Otro ejemplo es el de un mecánico madrileño conocido por sus aparciciones en televisión y redes sociales, que dispone en su domicilio de un sistema autosuficiente con baterías de tres vehículos nuevos que han terminado en el desguace a causa de siniestros y que le proporcionan una capacidad de 100 kWh.
En cualquier caso, pese a toda esta potencia instalada, lo cierto es que esas baterías, si no hay sol y no se genera electricidad de forma constante, no pueden proporcionar más energía que para poco más de un día.

El Patronato del Guggenheim abandona finalmente el proyecto de Urdaibai

Descubren un colosal «valle de los dinosaurios» en el Stelvio con miles de huellas fósiles

Zestoa: El fiscal admite la sombra de violencia machista pero mantiene la petición de multas

85 urte dituen Juaristi enpresaren egoera larriaz ohartarazi dute berriz langileek

