Alaia Sierra
Aktualitateko erredaktorea / Redactora de actualidad

El Congreso español recuerda a los fusilados en 1975 en un acto sin intervenciones políticas

El Congreso español ha acogido el ‘Acto con motivo del día de recuerdo a las víctimas del Golpe Militar, la Guerra y la Dictadura’. Han participado Aroa Moreno y Roger Mateos, escritores de dos libros alrededor de los fusilamientos del 1975. Los familiares de Txiki y Otaegi no recibieron invitación.

Jon Iñarritu, diputado de EH Bildu, en el acto este jueves.
Jon Iñarritu, diputado de EH Bildu, en el acto este jueves. (EH BILDU)

El Congreso español ha recordado este jueves a los fusilados en septiembre de 1975 en el ‘Acto con motivo del día de recuerdo a las víctimas del Golpe Militar, la Guerra y la Dictadura’, que ha contado con la presencia de los familiares de Xosé Baena y de José Luis Sánchez Bravo. Los de Jon Paredes Manot ‘Txiki’ y Anjel Otaegi explicaron el fin de semana que no habían recibido invitación. Tampoco ha habido opción de que intervinieran los grupos políticos. Han acudido representantes de todos los partidos menos del PP, de Vox y de Junts.

Han participado en el acto Aroa Moreno y Roger Mateos, escritores de ‘Mañana matarán a Daniel’ y ‘El verano de los inocentes’, respectivamente, que tratan los fusilamientos de 1975. Según ha contextualizado Mateos, en los momentos previos a la muerte de Franco «el régimen se endureció y las torturas eran generalizadas, las cárceles estaban llenas de presos políticos y la policía franquista disparaba y mataba».

Ha añadido que para llevar a cabo las penas de muerte, la única prueba fueron las autoinculpaciones que fueron obligados a firmar tras ser torturados. «Las sentencias de muerte ya estaban dictadas de antemano, la policía franquista manipuló los datos y no se aceptaron pruebas ni testigos», ha explicado.

Por su parte, Aroa Moreno ha explicado cómo se topó de casualidad después de una excursión al monte con la historia de los fusilados, cuando se preguntó «¿por qué no sabía quienes eran? y ¿por qué no se me había contado su historia?». Así decidió escribir una novela «para comprender y responderme preguntas» para darse cuenta de que «tenía que dedicarle mucho tiempo debajo había un iceberg». Tuvo la sensación de que si no las escribía «me voy a sumar al gran pacto de silencio».

Considera, además, que aunque la literatura sirva para reflexionar y hacerse preguntas y sea un «vehículo para las emociones», «la responsabilidad de la memoria es del Estado» y debe estar sujeta en la verdad y una comisión de la verdad; la justicia, para la que «llegamos tarde» y la reparación a las víctimas, «aunque sea simbólica».