Alberto Matxain
Iritzi arloko erredaktorea / Redactor de la sección de Opinión
Entrevista
Patricia Valle
Pedagoga y educadora sexual

«Hay que entender la sexualidad infantil para poder acompañarla»

Especializada en charlas y talleres formativos a profesionales, familias, adolescentes y niños, aboga por comprender y acompañar la sexualidad infantil y destaca la responsabilidad de padres, madres e instituciones en un contexto en el que las conductas sexuales abusivas entre menores se extienden.

(Aitor KARASATORRE | FOKU)

Estos últimos años, un fenómeno se está extendiendo en silencio provocando un enorme impacto en las familias que lo viven en primera persona: adolescentes y niños que ejercen conductas sexuales invasivas sobre otros menores. Patricia Valle, pedagoga y educadora sexual, explica a NAIZ el origen y la naturaleza de este fenómeno.

¿Puede hablarnos de la sexualidad infantil?

Para empezar, la sexualidad infantil existe. Empieza antes de nacer. Desde el momento en el que somos embriones, las hormonas van a hacer que un cuerpo se desarrolle con vulva o con pene. Pero no es solo el cuerpo, el cerebro también se sexa.

Tras el nacimiento, hay una etapa oral que es hasta los 15 meses, donde todo el placer se desarrolla en la boca. La segunda etapa, que es de los 15 meses a los 30 meses, es la etapa anal. La tercera fase sería la que va de los 30 meses hasta los 5 años, que es la etapa fálica cuando es un cuerpo con pene, y es la etapa clitorídea cuando es un cuerpo con vulva. En esta etapa, se autoexploran y tienen sensaciones placenteras, pero no tienen que ver con la masturbación, sino con una autoexploración de una parte del cuerpo que hasta ese momento no habían descubierto.

La etapa desde los 5 o 6 años hasta la pubertad se llama etapa de latencia. No hay muchos cambios físicos más allá del crecimiento. Aparece una gran curiosidad y se preguntan cómo se relacionan los cuerpos sexuados. Son las preguntas a las que los adultos responden con un «cuando seas mayor».

A partir de los 11 años llega lo que tanto susto nos da a los adultos: aparece el deseo. Gracias al desarrollo hormonal, llega una sensación de placer que podemos entender como el orgasmo. Y a partir de los 16, aparecen las ganas de compartir ese deseo con otros cuerpos sexuados. Las prácticas de relaciones adultas de una manera natural vendrían a partir de los 16. Pero todo esto se ha trastocado.

¿Cómo se entienden las conductas sexuales que no corresponden a una etapa concreta de la infancia?

Por sexualidad saludable entendemos las conductas que corresponderían a un desarrollo natural en el que el niño es el protagonista de su vida sexual. Fuera quedan esas conductas debidas a que un agente externo altera el desarrollo natural del niño, que ya no está siendo protagonista de su vida sexual. Esto es tremendo.

Estamos hablando de adolescentes que están siendo protagonistas de conductas abusivas con menores. Y no solo adolescentes. También niños y niñas de Primaria, que han recibido una información externa que les impacta y que no entienden y, para entenderla, lo que hacen es reproducirla en otros niños y niñas sobre los que sienten cierto poder. A esto se le llama «conducta invasiva del cuerpo del menor». Conviene aclarar que no se trata de abuso sexual, porque los niños que ejercen estas conductas no buscan placer. Un niño o una niña de 8 años que acaricia a un niño de 5 no lo hace porque se excita sexualmente, lo hace porque busca entender qué pasa cuando se hace esto.

Hay dos conductas que se han generalizado en Primaria: lo que llaman «gogogo», que es una felación con atragantamiento que se puso de moda en el porno hace 4 años, y lo que llaman «chocodedo», que es introducir el dedo en el ano de otra persona. ¿Qué placer puede obtener un niño o una niña al meter el dedo en el ano a otro menor? Ninguno. De manera natural, un niño de 8 años no mete el dedo en el ano de otro niño. ¿Es habitual que los niños se hagan felaciones? No. Pero cada vez es más frecuente encontrarse en Infantil y en Primaria conductas sexuales invasivas de otros cuerpos.

¿Cuál es la extensión del fenómeno?

Se está convirtiendo en habitual. En casi todos los grupos de los talleres que se hacen en Educación Infantil de segundo grado (3-6 años) aparece algún niño que ha tenido una experiencia o un conocimiento que no le corresponde por edad, porque lo ha oído, porque lo ha visto o porque lo ha recibido.

¿Cuántos adolescentes de más de 16 años consumen pornografía? El 80 o 90%. En la primera adolescencia, sigue siendo un porcentaje muy alto. Bajamos a Primaria: los niños y niñas que están viendo esto lo quieren experimentar con niños más pequeños. Y, así, está llegando a Infantil.

Recuerdo un niño que pudo hablar en uno de estos talleres y dijo: «Cuando yo estoy en la ducha, mi hermano me mete el dedo en el ano y está mucho rato». Le pregunté: «¿Y tú cómo te sientes? ¿Te gusta?». «No, no me gusta». «¿Lo has podido hablar con tus padres?». Y me dijo, «no, porque mi hermano me ha dicho que no lo puedo contar». Fíjate si no hubiera tenido la oportunidad, en ese momento, de hablarlo y poder decirle: «Tu hermano tiene que dejar de hacerlo. Si tú no te atreves, vamos a hablar nosotros con la ama y el aita para que sepan lo que está pasando para que esto deje de suceder».

En mi opinión, los y las profesionales que trabajan en Educación deberían dar a los docentes la formación de detección y notificación de indicadores, que son los que señalan que en el desarrollo de la sexualidad de la criatura se está dando una situación que está afectando a ese desarrollo.

¿Este aumento de casos se debe a Internet?

Sí. En el momento en que a los niños les aparece una información que les impacta, les confunde. Se debe a Internet, pero también a una generación de adultos que sigue asustándose de la sexualidad infantil. Seguimos considerando el sexo como un tabú. Cuando una niña se frota, todavía seguimos diciendo «mira qué cochina...». Nada de cochina, el adulto debe hablarle y decirle que está bien. Que es su cuerpo y siente así. Que hay una cosa que se llama intimidad. Que es su cuerpo y lo puede tocar en un espacio seguro, en su habitación o en el cuarto de baño. Y que, sobre todo, nadie le puede tocar. Y no puede tocar a nadie.

No podemos hacer una mirada adultocentrista de la sexualidad infantil. Hay que entender la sexualidad infantil para poder acompañarla.

¿Las conductas sexuales invasivas dejan secuelas en los menores que las sufren?

Que un hecho puntual se convierta en trauma o no va a depender de muchos factores: de la edad, del grado de violencia, de cómo reacciona el entorno, etc. El trauma no es solo lo que te ha ocurrido, es cómo lo has vivido. Se puede convertir mucho más fácil en trauma si cuando lo has vivido te has sentido sola o solo, si no has podido comunicarlo, si no has podido entenderlo, si has sentido que alguien lo ha visto y no ha hecho nada, si no te han creído o si le han quitado importancia.

Hay cerebros más sensibles al impacto y se pueden quedar inhibidos: bloqueo, disociación, falta de sensaciones con sus cuerpos. O desinhibidos, que es una hipersexualización. Cuando te encuentras niños que sexualizan todos los contextos y contactos, dices, «algo está pasando aquí». Y cuando te encuentras un niño con una inhibición de tocar su cuerpo u otros cuerpos, lo mismo.

¿Y afecta a los niños que protagonizan estas conductas?

Las secuelas vienen de lo que han recibido antes, de lo que han visto, oído y/o vivido en su cuerpo y luego reproducen.

Que en la etapa adulta les queden secuelas va a depender de si en ese proceso de crecimiento se les ha dado una explicación válida que deje esa experiencia que han ejercido en la parcela adecuada. Hay que acompañar al niño y explicarle. «Tenías 6, 7, 8 o 9 años, no entendías qué estabas haciendo, no había una intención de hacer daño. Había una intención de entender». Cuando ha habido un acompañamiento y una explicación para que el niño pueda integrar en su biografía lo que ha hecho, no tiene por qué ser un abusador o una abusadora toda su vida.

¿Los centros escolares están preparados para hacer frente a este fenómeno?

Están cada vez más preparados gracias a Skolae. Este programa puso sobre la mesa que la sexualidad infantil existe. Se hizo una formación del equipo docente, la teoría ya la tienen. ¿Qué ocurre? Que cuando se destapa algún caso de este tipo, no dejan de ser adultos que se asustan.

El Departamento de Educación del Gobierno navarro ha puesto en marcha una profundización de Skolae que ha empezado en septiembre. Han elegido 12 centros para hacer una formación con los docentes y que haya un educador sexual en el centro, para que, cuando surgen estas cosas, puedan tener una respuesta inmediata desde la sexología y pedagogía.

Y en todo ese contexto, ¿qué papel les corresponde a los padres y las madres?

Tener conocimiento de cuáles son las etapas del desarrollo de la sexualidad de sus hijos y ser capaces de hablar. Hay un montón de bibliografía, en castellano y en euskara. Los tres objetivos serían estos para todas las edades: que el niño conozca su cuerpo, que acepte su cuerpo y todo lo que su cuerpo le da, y que exprese su cuerpo y su sexualidad con libertad.

Las familias tienen mucho miedo a hablar de esto. Lo hacen tarde y mal, mayormente cuando entran en la adolescencia, para que no se queden embarazadas o para no provocar embarazos, y para evitar enfermedades de transmisión sexual. Se sigue hablando de la sexualidad como un tema de salud y no desde la educación, desde el placer y desde el conocimiento.

¿Le gustaría añadir algo?

El cómo tú vayas a reaccionar cuando un niño te revele algo me parece clave. Va a marcar el que siga hablando o el que se calle para siempre. Cuando una criatura te ha elegido para contar algo es porque necesita entenderlo. Si tu cara es de susto, sorpresa y asco, lo va a dejar en esa categoría. Si tu cara es de interés real, de escucha activa, sin pedirle detalles, y le das tiempo y no lo asustas, estás permitiendo que esa experiencia pueda entrar en una parcela de aprendizaje.

Si tienes la suerte de que un menor te elija para hacerte una pregunta que tenga que ver con la sexualidad, tienes que estar a la altura. Escucha activa, apertura de mente, acompaña y a partir de ahí, infórmate con profesionales para que, cada vez que pueda hablarlo, le puedas echar una mano. Y si tienes la sospecha de que tu hijo, tu hija, tu hije ha tenido una experiencia que le ha marcado negativamente, hay que trabajarlo para que no se quede debajo de muchas capas y aparezca en la etapa adulta.