
El ertzaina que está acusado junto a un empresario vizcaino y un ciudadano argelino de transportar 862 kilos de cocaína impregnada en carbón en contenedores procedentes de Colombia a través del puerto de Sines, en Portugal, y que fue incautada en una nave en Medina del Campo (Valladolid) en abril de 2021, ha reiterado su inocencia. «No sabía nada», ha declarado.
Durante la segunda jornada del juicio que ha acogido este martes la Audiencia de Valladolid, los tres acusados han defendido su inocencia mientras que el Ministerio Fiscal les atribuye un delito de tráfico de drogas por el que se enfrentan cada uno a una pena de diez años de prisión y el pago de una multa de más de 33,26 millones euros.
En su declaración ante el juez, el ertzaina, G.M.G. ha explicado a preguntas de la Fiscalía que conoció al empresario J.A.P.A. porque le compraba pescado y que, tras rechazar comerciar con él en otros negocios (pescado, fruta o carbón), se interesó cuando le propuso la posibilidad de vender tabaco y alcohol.
El agente de la Ertzaintza ha explicado que es el propietario de una sociedad que buscaba poner en marcha un depósito fiscal (un espacio autorizado para almacenar mercancías extranjeras con suspensión de impuestos y sin necesidad de pagar aranceles hasta que llegan al mercado estatal) y que contaba con un contacto en Valladolid que podía ayudarle en las gestiones.
Ha insistido en que era la primera vez que trabajaba en importaciones internacionales y la primera vez que colaboraba con el empresario, mientras que sobre el ciudadano argelino A.M. ha dicho que no cruzó palabra en ningún momento.
Por su parte, el empresario vizcaino ha reconocido que aceptó la venta de carbón bajo comisión –muy alejada de su negocio habitual de pescadería– para devolver una deuda con unos acreedores y ha explicado que necesitaba de un depósito fiscal al considerarse la hulla como combustible y que eligió una nave en el municipio vallisoletano porque tenía dos o tres clientes potenciales en la zona.
Asimismo, ha denunciado que existieron numerosas discrepancias con la naviera por la información de salida y de llegada del cargamento procedente de Colombia, que por eso solicitó una inspección a la autoridad aduanera portuguesa.
Una treta del empresario vizcaino
Sobre este punto, el inspector jefe de la Policía española ha indicado que esto era una treta porque el empresario «es muy listo» y conoce las limitaciones del personal de aduanas.
De este modo, el empresario acusado ha planteado que le «pegaron el cambiazo» en alguno de los trece puertos por los que pasó el buque que llevaba los contenedores.
Por su parte, A.M. ha explicado que ayudaba al empresario en labores de carga y descarga de pescado y marisco en Bilbo, así como en algunas ocasiones a otros puntos del Estado español.
Ha asegurado que no realizó ninguna actividad de vigilancia porque «no había nadie» en Medina del Campo y ha justificado su presencia en la nave donde tuvo lugar la redada en que, aunque no tenga licencia de conducir, sí tiene carné para manejar «toros» o transpaletas.
También han declarado dos peritos de Sanidad que analizaron la droga recogida por la Policía Científica y han señalado que la riqueza de la cocaína –con lo que se determina el valor en el mercado clandestino–, oscila entre los 11 millones y casi los 65 millones de euros en función del formato de venta.
En la jornada del lunes, los testigos de la Policía española –entre ellos, el inspector jefe que coordinó las diligencias– defendieron que los tres encausados intentaron introducir 862 kilogramos de cocaína impregnada en carbón a través de dos contenedores, un proceso químico muy complejo, y en el que los policías, en colaboración con la Policía Judicial lusa, tuvieron que buscar los estupefacientes en más de 1.300 sacos que sumaban 40 toneladas.

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