NAIZ

Mark Leckey levanta un pueblo medieval dentro del Guggenheim

En el centro de la sala 208 del Museo Guggenheim se alza una fortificación medieval. Es ‘Y la ciudad se alzaba en todo su esplendor’, una «atracción» y no una exposición, como ha puntualizado su autor, Mark Leckey, quien ha creado esta instalación para la serie ‘In situ’. 

La instalación creada por Leckey para le museo bilbaino.
La instalación creada por Leckey para le museo bilbaino. (Mark LECKEY, BILBAO 2025A | AGFMGB GUGGENHEIM BILBAO MUSEOA)

El Museo Guggenheim de Bilbo ha inaugurado la segunda exposición de la serie ‘In situ’ con Mark Leckey, titulado ‘Y la ciudad se alzaba en todo su esplendor’ y que se podrá visitar hasta el 12 de abril. En ella, Leckey plantea una intersección entre cultura popular, tecnología y memoria colectiva, recontextualizando imágenes históricas para generar un diálogo entre pasado y presente.

La instalación es la segunda de la programación en la que artistas contemporáneos crean obras específicamente para la sala 208 del museo y que se inició en marzo con el artista multimedia Refik Anadol.

La obra de Leckey representa una localidad medieval fortificada que se erige en una colina y se inspira en la pintura de Sassetta ‘Ciudad junto al mar’ (1424), uno de los primeros paisajes del arte occidental en el que un entorno urbano se convierte en el tema principal.

De esta manera, lo que quiere reflejar es el renovado interés de la sociedad contemporánea por las visiones metafísicas y simbólicas del mundo que evocan el pasado medieval. «Buscaba encontrar una imagen de cómo se siente este momento actual, hago arte para intentar transmitir cómo veo el mundo», ha defendido el artista.

En ese diálogo entre pasado y presente, Leckey ha asegurado tender a pensar en su obra «como una atracción, no como una exposición», y es que en esta ocasión, sonido, imagen y luz envuelven al espectador en torno al elemento arquitectónico epicentro de la acción.

La «atracción» se proyecta como un cuento corto en el que el artista inglés ha hilado un relato imaginado definido por un bucle de seis minutos de sonido compuesto por el propio artista que potencia la atmósfera onírica y la experiencia inmersiva generada.

A la localidad fortificada la acompaña la sala Didaktika, en la que se muestra una mirada al proceso creativo de la pieza con una copia de la obra original e información adicional.