Ramon Sola
Aktualitateko erredaktore burua / Redactor jefe de actualidad

1986: así amplió los secretos oficiales el Gobierno González tras Zabalza y los GAL

Cuando en los 90 el abogado de Mikel Zabalza pidió al Cesid información del caso, la puerta se cerró evocando la Ley de Secretos Oficiales. No era casual; un acuerdo precisamente de 1986, un año después, había echado un manto sobre los Servicios de Información. Lo ha contado Iñigo Iruin en Altza.

El abogado Iñigo Iruin y el forense Paco Etxeberria, junto a Idoia e Itziar Zabalza, este martes en Altza.
El abogado Iñigo Iruin y el forense Paco Etxeberria, junto a Idoia e Itziar Zabalza, este martes en Altza. (Jon Urbe | Foku)

A la espera de que alguna voz de Intxaurrondo detalle qué hicieron a Mikel Zabalza, en este 40 aniversario todavía se puede hallar algo nuevo sobre el crimen y su cobertura posterior. El abogado Iñigo Iruin ha hecho una aportación interesante en la mesa redonda junto al forense Paco Etxeberria y dos hermanas Zabalza Garate este martes en Altza. Tiene que ver con una cuestión de plena actualidad; la Ley de Secretos Oficiales, que víctimas del Estado sitúan como factor clave para la impunidad.

Como es sabido, esa norma aún vigente se promulgó en 1968, en pleno franquismo. Pero en 1986, poco después de la muerte de Zabalza, el Gobierno González dio otra vuelta a la llave del candado que encierra las verdades del terrorismo de Estado. Un Consejo de Ministros determinó la extensión del concepto de ‘secretos oficiales’, de modo que a partir de entonces encajaron como tales todas las actuaciones de los servicios de información de Guardia Civil y Policía. Todo quedaba clasificado, cubierto, oculto... y así sigue.

Lo ha remarcado el abogado Iruin en una charla que ha abarrotado la casa de cultura de Altza, el barrio donostiarra en que residía Zabalza. «Esto no se suele citar, pero es un elemento fundamental. Hubo un acuerdo de Consejo de Ministros del 28 de noviembre de 1986 en el que se otorga la condición de secreto, con carácter genérico, a los medios de los Servicios de Información».

El contexto de aquella decisión gubernamental liderada por Felipe González no era neutro. Además de la muerte de Mikel Zabalza justo un año antes, los GAL llevaban ya tres años de actuación y entraban en su recta final. También se habían producido algunas condenas por tortura (prácticamente todas las que acabaron siendo validadas por el Supremo son de esa época, primera mitad de los 80). Para Iruin, queda claro que «el Estado ve entonces la necesidad de protegerse, de buscar espacios de impunidad», y a ello respondió aquella decisión.

La versión oficial insostenible

La periodista de NAIZ Irratia Garazi Castaño, como moderadora, ha abierto la mesa redonda preguntando cómo empezó toda aquella redada. Iruin ha explicado que las siete detenciones fueron «totalmente arbitrarias». Respondían a un objetivo que se reconoce en las conversaciones entre el agente del Cesid en Intxaurrondo Pedro Gómez Nieto y su jefe operativo, Juan Alberto Perote: cuando se producía un atentado de ETA, «hay que demostrar que no estamos parados». 

Desde el arresto, la única documentación que existe es el papel en que le leen sus derechos, supuestamente firmado por Mikel Zabalza, a las 3.52 de aquella madrugada. En el siguiente documento (4.40) ya no está su firma. «Y a partir de esto, ¿qué? La versión oficial, nada más, porque en Intxaurrondo no hay libro de registro, no hay nada…»

Paco Etxeberria le ha cogido el testigo. Hay informes forenses, sí, pero solo sobre el resto de los detenidos, «Mikel Zabalza ya no está». El siguiente informe obviamente no se emitirá hasta que se haga aparecer el cuerpo, el 15 de diciembre, tres semanas después. La segunda autopsia determinará claramente que en el estómago no había diatomeas, síntoma de que «Mikel Zabalza no se ahogó en el río», aunque las conclusiones oficiales se establecerían justo en sentido contrario. Cuando esos informes han sido analizados objetivamente 40 años después, al igual que el escenario de la supuesta fuga en Endarlatsa, el corolario sellado por el Gobierno de Lakua es claro: aquella versión oficial era mentira.

¿Cómo vivieron todo esto las familias? Itziar Zabalza, una de las dos hermanas participantes en la mesa redonda, ha destacado que «el sufrimiento no aplanó la razón. Si lo habían detenido como a los demás, estaría en Intxaurrondo, así que fuimos allí. No nos dejamos llevar por la desesperación pese a la versión oficial». Itziar ha apuntado que toda aquella búsqueda y comunicación pública por parte fue importante: «La sociedad, que ya sabía que se torturaba, lo escuchó, aquello cogió fuerza, hubo una simbiosis con la familia».

Aquella versión oficial recreada en un despacho no resistió luego la prueba de la reconstrucción de los hechos en Endarlatsa, han apuntado tanto Iruin como Etxeberria. Aparecen al menos 20 incoherencias. Quedó «desactivada» ahí, pero otra cosa mucho más difícil –por no decir imposible– era probar qué había ocurrido realmente.

«¡Es que los guardias civiles dicen que no sabían que allí mismo había un cuartel de la Guardia Civil!», ha citado como detalle el forense Etxeberria, ahondando en esas contradicciones de Endarlatsa. También era mentira que al otro lado del Bidasoa estuviera Lapurdi; seguía siendo Nafarroa. Había mucha altura hasta el río, resultaba imposible bajar por ahí sin caerse. Zabalza no sabía nadar. Iba esposado. Y suma y sigue…

Paco Etxeberria: «¡Los guardias civiles dijeron que no sabían que allí mismo [en Endarlatsa] había un cuartel de la Guardia Civil!»

Etxeberria ha rememorado la reacción de Barrionuevo cuando en el Congreso el diputado del PNV Marcos Vizcaya pidió explicaciones: «¿Acaso está usted insinuando…?», le espetó el ministro, amenazante. «Pues no era una insinuación, era la verdad», ha constatado el forense tras el actual reconocimiento oficial por parte de Lakua.

Después, el absurdo judicial, ejemplicado por Iruin en que «doce jueces de instrucción han intervenido en el sumario. El que firmó el primer archivo en 1988 no había estado en la reconstrucción, el auto fue lamentable: descalificó la declaración de Idoia [Aierbe] como ‘sospechosamente tardía’, omitió todo lo que dijo sobre que vio a Mikel a las 6 de la mañana y lo reconoció, dijo que la reconstrucción no aportó nada original sin ir siquiera al lugar… Pero por contra, sí daba por acreditado que Zabalza quería enseñar un zulo a dos guardias civiles».

Un muro traslúcido, un trabajo inacabable

Y pese a todo ello, en la familia «siempre hemos sentido que había sintonía entre lo que decíamos y lo que en general opinaba la sociedad», ha remarcado Idoia Zabalza. En otros niveles «hemos estado mucho tiempo en un túnel oscuro, hasta 2010 podríamos decir. Luego hemos visto que muchos medios de comunicación salían del armario, o que todo el arco del Parlamento navarro ha pedido que se esclarezca el caso… La sociedad siempre ha creído la verdad. Pero hay un muro todavía difícil de romper, aunque sea traslúcido y podamos ver lo que hay al otro lado».

Idoia Zabalza: «Hay un muro todavía difícil de romper, aunque sea traslúcido y podamos ver lo que hay al otro lado»

 

Ese muro va mucho más allá de este caso. Lo ha admitido Etxeberria, de modo algo lacónico, al explicar la labor que están haciendo para el reconocimiento oficial de personas torturadas: «No acabaremos nunca con ese trabajo, la dimensión es inmensa. La pasada semana recogí el testimonio de una persona nueva, es un médico que no estaba en la lista de los más de 4.000, sino que vino a explicarnos qué pasó con otro médico: con Esteban Muruetagoiena [muerto en 1982]. Resulta que este médico fue también detenido después, y cuando te cuenta lo que le hicieron te puedes imaginar qué le hicieron a Esteban. Y así todo el tiempo… esto no tiene fin».