La «línea amarilla», boceto de la división de la «Nueva Gaza»
La entrega de cuerpos de prisioneros israelíes está a punto de completarse con lo que debería comenzar la segunda fase del alto el fuego en Gaza, una fase que Israel se resiste a cumplir y para la que sus planes pueden apuntar en dirección distinta al texto del acuerdo.

Entre las ruinas de Gaza el Ejército israelí colocó hace semanas bloques de hormigón de color amarillo que delimitan la zona que ocupan sus tropas y que supone más de la mitad del territorio palestino. Decenas de palestinos han muerto tiroteados al acercarse a esta frontera letal sin definir en ningún documento ni mapa. El Ejército sigue disparando cada día contra supuestas «amenazas cada vez que una familia palestina intenta regresar a lo que fue su casa y, pese a estos bloques, sigue sin estar claro dónde comienza la zona prohibida. Los soldados disparan mucho antes de que los palestinos lleguen a las marcas amarillas. Las balas llueven desde los drones o francotiradores que vigilan cada movimiento. Israel ha vulnerado así el alto el fuego a diario y de forma impune. Cada día, Israel ha matado a una media de 20 personas y ningún mediador le ha reprochado estos incumplimientos que ya han causado cerca de 370 muertos.
Fue el caso de los once palestinos, entre ellos siete niños, de una misma familia que las fuerzas israelíes mataron el 17 de octubre al atacar el minibús en el que se dirigían a su hogar en el barrio de Zeitún de la ciudad de Gaza, o los niños de 8 y 12 años que la semana pasada supusieron «una amenaza» para las tropas.
«Solo nos movemos por las zonas donde vivimos. Si quiero saber si un lugar es peligroso, pregunto a la gente: ¿alguien ha estado allí en las últimas horas? La situación es peligrosa. Son los vecinos quienes nos informan de lo que realmente pasa», explicaba Mohamed Badaui, en Zeitún.
Al marcar este límite con estos bloques Israel se arroga un derecho que no tiene, pero atacar a civiles vulnera la legalidad internacional y humanitaria en cualquier caso. Israel repite así la indefinición de las «zonas de evacuación» o «zonas seguras» en las que ha matado durante dos años a miles de personas.
Igual que la indefinición de las fronteras del Estado de Israel le ha permitido expandir la ocupación de Palestina, la difusa «línea amarilla» le permite consolidar la ocupación de Gaza e impide que los palestinos recuperen sus vidas.
El Ejército incluye en esta ocupación las poblaciones de Beit Hanun y Beit Lahia, y el barrio de Shuyaiya, al oeste de Ciudad de Gaza, además de Rafah, el corredor Filadelfia y «todas las áreas de concentración de tropas en Jan Yunis».
Una «frontera» definitiva
Si en un principio el plan israelí era dividir la Franja en dos para arrinconar a su población en el sur y forzar así su salida, tras el plan de Donald Trump, la línea amarilla sigue dividiendo Gaza por la mitad, pero entre el oeste, cerca del mar donde intenta sobrevivir los palestinos, y el este y la zona fronteriza con Egipto, ocupada por las tropas. Esta «línea amarilla» debía ser provisional y, según se fuera cumpliendo el acuerdo, el Ejército israelí debía retirarse hacia otras posiciones, concretamente hacia una segunda «línea roja» marcada en el mapa de Trump, que incluso establece una tercera zona a lo largo de la frontera para el repliegue militar.
Pero si Israel ni siquiera cumple las condiciones de la primera fase no parece que vaya a aceptar dar más pasos. Sus acciones hacen pensar que quieren convertirla en definitiva. Así lo estima el corresponsal militar Yoav Zitun en el diario “Yedioth Ahronoth”, que plantea «una barrera alta y sofisticada que reducirá la extensión de la Franja de Gaza, ampliará el Neguev occidental y permitirá la construcción de colonias israelíes en la zona».
El militar define así una anexión progresiva similar a la que Israel lleva a cabo desde los Acuerdos de Oslo, cuando dividió Cisjordania en tres áreas con diferente administración, tras los que fue extendiendo las colonias que reducen la extensión del territorio palestino, junto al muro que aisla sus comunidades.
Jared Kushner, emisario y yerno de Donald Trump, incluso ha propuesto comenzar a construir en la zona ocupada, en línea con el delirante proyecto de su suegro de convertir la Franja en una inversión inmobiliaria, sin palestinos. También ‘The Wall Street Journal’ señaló que EEUU evalúa un plan para dividir la Franja en dos zonas: una bajo control israelí y otra con una población palestina arrinconada y desarmada, y que limitaría la reconstrucción al lado israelí.

Además, al colocar los bloques amarillos, el Ejército ha llevado la línea varios cientos de metros más allá del lugar donde deberían situarse, reduciendo aún más las zonas donde pueden moverse los palestinos y aumentando la confusión sobre el límite y, en consecuencia, las víctimas.
Décadas de experiencia en la ocupación han demostrado a los palestinos que cualquier medida temporal se convierte en permanente: refugiados, colonias, «zonas tapón de seguridad», zonas militares... Las grúas y torres de vigilancia que se están instalando en la zona ocupada parecen confirmar la voluntad de las tropas de permanecer allí indefinidamente.
Demoliciones
A la vez, el Ejército sigue demoliendo edificios y destruyendo la infraestructura urbana que aún quedaba en pie en las zonas que ocupa, en Rafah o en el este de Ciudad de Gaza, por si quedara algún lugar al que puedan regresar los palestinos.
En la zona ocupada han quedado, además, las que eran las principales tierras dedicadas a la agricultura en la Franja. Si Israel extiende indefinidamente la ocupación, la reconstrucción será aún más difícil y la inseguridad alimentaria que ha llegado a la hambruna en Gaza se hará también permanente.
Allí también se encuentran infraestructuras clave como los almacenes que usan las agencias de la ONU u ONG para sus tareas humanitarias y elementos de abastecimiento de agua, saneamiento y tratamiento de residuos.
Y bajo el control militar quedan igualmente todos los accesos a la Franja, fundamentales también para que lleguen los suministros básicos.
En esa zona oriental operan las milicias que ahora aparecen como un instrumento de Israel para la «Nueva Gaza». La más conocida es la de Yasser Abu Shabab, que encabezaba las denominadas Fuerzas Populares hasta que murió el pasado jueves en un incidente poco claro. Opera en Rafah, controlada por el Ejército israelí y donde se ha dedicado a asaltar los camiones de ayuda para robar su contenido. También está presente en el norte y el centro de Gaza. Los clanes Dogmush, Halles (barrio de Shuajaiya) y la milicia de Hossam al-Astal (en Jan Yunis) se suman a estas fuerzas que, coordinadas con el Ejército, se enfrentan a Hamas y pueden jugar un papel en los planes israelíes de división de la Franja. «Tenemos un proyecto oficial -confiesa Al-Astal a Sky News- Todos apoyamos ‘Nueva Gaza’. Pronto tomaremos el control total de la Franja y nos reuniremos bajo un mismo paraguas». No son bandas aisladas. Algunos son antiguos miembros de la Autoridad Palestina que Hamas expulsó del poder, y todavía se coordinan con ella y reciben apoyo de Emiratos Árabes Unidos.
Sobre el respaldo de Emiratos, Al-Astal reconoció que «sí, hay países árabes que apoyan nuestro proyecto. Pronto se aclarará todo. Nos convertiremos en el nuevo Gobierno de Gaza». Un miembro de otra milicia del norte de Gaza, liderada por Rami Jalas, declaró a Sky News que se coordinan con el Ejército israelí de forma indirecta, a través de un mecanismo en el que también participa la Autoridad Palestina.
Mientras tanto, en la parte occidental de la Franja, donde Israel ha arrinconado a la población palestina, la vida resulta insostenible. Para los planes sionistas la solución es la expulsión del máximo número de palestinos posible y, para ello, esgrimen la eventual apertura del paso de Rafah, cerrado a cal y canto para la ayuda que la Franja necesita con urgencia, solo para que salga la población.
Allí, Hamas ha empezado a tomar el control de los camiones de ayuda humanitaria, los precios, la búsqueda de cadáveres y ha desplegado a la Policía, con la unidad Radea, una estructura policial que también combate a los clanes armados que han colaborado con Israel. En las redadas ha detenido a decenas de personas y ha llevado a cabo varias ejecuciones grupales tras juicios sumarios.
Netanyahu y trump aboradarán la «segunda fase»
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, mantendrá un encuentro en Washington con el presidente estadounidense, Donald Trump, el próximo 29 de diciembre para avanzar en la segunda fase del alto el fuego en Gaza, un acuerdo que Israel continúa vulnerando y que ha dejado ya cerca de 370 muertos palestinos desde su entrada en vigor el 10 de octubre.
La segunda fase del plan de alto el fuego en Gaza contempla el desarme de Hamas, la creación de una autoridad transitoria y el despliegue de una fuerza internacional de estabilización, además de un hipotético repliegue de Israel, que actualmente controla más de un 50% del enclave palestino.
El domingo, Netanyahu se reunió con el canciller alemán, Friedrich Merz, y esgrimió que la segunda fase del plan de paz es «inminente y será difícil.
En el encuentro celebrado en Jerusalén, el primer ministro israelí señaló además que la anexión política de Cisjordania «sigue siendo tema de debate». Ayer, disparos del Ejército sionista dejaron dos muertos palestinos en Azzun y Qalqilia, ambas en Cisjordania.
Netanyahu añadió también el domingo que Israel pretende «conservar» los territorios que ocupa en Siria. Sus declaraciones llegaron un día después de que el presidente sirio, Abu Mohammad al-Julani, lo acusara de «exportar sus crisis» hacia Damasco.

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