Ya les dieron los coches para patrullar, ahora pedirán la tele en color y las rondas
El viernes proliferaron las noticias relacionadas con la Ertzaintza y todas ellas son un reflejo de la deriva en la que está inmersa la Policía autonómica. El autor recuerda que el chantaje que empezó con ‘Ertzainas en Lucha’ terminó con un pacto histórico para mejorar sus condiciones laborales.

Hay una famosa canción que Janis Joplin canta a capela y que, irónicamente, ella considera de «gran importancia social y política». Es ‘Mercedes Benz’ y comienza así: «Oh Señor, ¿no quieres comprarme un Mercedes Benz?/ Todos mis amigos conducen Porsches, debo enmendar mis errores./ He trabajado duro toda mi vida, sin ayuda de mis amigos./ Así que, oh Señor, ¿no quieres comprarme un Mercedes Benz?».
El pasado viernes pensé que los ertzainas silbarán esa tonada en los vestuarios de Arkauti o tras las reuniones sindicales. O cuando patrullen en sus flamantes BMW.
Antecedentes
Alguien podía pensar que concederles todos sus deseos saciaría a los sindicatos policiales. Se equivocaba, y cada semana los policías dan razones para preocuparse más. Son insaciables, con un relato esquizoide entre el victimismo y la chulería que les hace parecer fuera de la realidad. Si se atiende a sus declaraciones públicas y a sus actuaciones, se comprueba que están obligados a servir a una sociedad que ni entienden ni les gusta. Y, si se atiende a lo que dicen cada vez más a menudo, creen que tienen derecho a rebelarse. Muy complicado de gestionar.
Haciendo un poco de memoria, hay que recordar que el chantaje que empezó con la dinámica de Ertzainas en Lucha terminó con un pacto histórico para mejorar las condiciones laborales de los policías. Los BMW son lo más llamativo (cada uno cuesta 75.000 euros), pero cabe destacar que en su último acuerdo con el Departamento de Seguridad los ertzainas lograron mejoras inconcebibles en ningún otro área de la función pública, ni qué decir en el sector privado.
De forma muy resumida, lograron una subida salarial mínima de 4.200 euros al año (salen 350 por mes) con 2028 como horizonte. Ese aumento se camufla a través de pluses para regatear los límites legales. Límites que se utilizan para no mejorar las condiciones de otros trabajadores. La lista de pluses es inabarcable y muy difícil de justificar, porque no supone ninguna mejora en el servicio, sino pagarles más por hacer lo mismo o menos.
«Que nos dejen actuar»
Volviendo al viernes, las noticias sobre la Ertzaintza se solaparon durante todo el día, y todas fueron pésimas. Por un lado, informamos de que siete ertzainas habían comparecido en los juzgados de Donostia, cinco como investigados y dos como testigos, por su participación en el operativo en el que resultó gravemente herida la aficionada de la Real Amaya Zabarte. Según explicó el abogado de Zabarte, para justificar la presencia de proyectiles de uso prohibido que aparecen en el atestado los agentes adujeron que «se les cayeron de una bolsa». Es lo más parecido a «el perro se comió mis deberes» que se pueda decir, solo que siendo policía y delante de un tribunal.
Ese mismo día se supo que el Juzgado de Tolosa ha dictado de nuevo el sobreseimiento de la causa abierta por las heridas causadas durante los carnavales de 2024 por un proyectil de foam lanzado por la Ertzaintza contra Xuhar Pazos. El joven perdió la visión de un ojo por el impacto, pero la jueza ha considerado que la Ertzaintza actuó correctamente, siguiendo los protocolos y de forma proporcionada.
Como si nada de lo anterior hubiera pasado –o, precisamente, para evitar que se hablara de ello–, convocados por los sindicatos que firmaron el acuerdo –Erne, Esan y Si.P.E.–, un centenar de policías se concentró el mismo viernes en Donostia ante la comisaría del Antiguo. Se presentaron como víctimas de una supuesta «escalada de agresiones» y denunciaron la «tibieza» a la que les fuerzan los mandos. «Estamos hablando de órdenes que hacen que nos tengamos que replegar en vez de ser contundentes en las actuaciones», resumieron, a la vez que exigían poder utilizar más armas, desde pelotas de goma a pistolas táser o gas pimienta.
Las referencias explícitas a la necesidad de utilizar pelotas de goma para evitar males mayores son especialmente delirantes y crueles. Si a la memoria de Iñigo Cabacas se le suma la reciente postura despiadada de esos sindicatos ante el reconocimiento de Rosa Zarra como víctima, la cosa se agrava.
Los problemas crecen
La misma mañana de la concentración, en sede parlamentaria, el consejero Bingen Zupiria aseguraba que en el proceso de selección de la Ertzaintza se garantizará la limpieza y el cumplimiento de la cadena de custodia de las pruebas. Toda vez que en la anterior convocatoria suspendieron el 90% de los aspirantes, para la actual OPE se han relajado los criterios de evaluación. Sigue sin haber una explicación oficial y veraz de por qué ha habido una crisis en la academia de Arkauti, que coincidió con la OPE fracasada y que terminó con los ceses de la directora general, Miren Dobaran, y su mano derecha, Amaya Angulo.
Su sucesor, Jon Goikolea, que fue jefe de prensa de Juan María Atutxa, tiene el encargo de «materializar el nuevo modelo educativo de la academia». Ese modelo lo está negociando el Departamento con los mencionados sindicatos. Entre otras cuestiones, está ligado a Arkampus, que también lleva asociado un complemento por formación profesional según el acuerdo de este año.
Precisamente, el año que viene habrá elecciones sindicales en la Policía autonómica. El colectivo Ertzainas en Lucha se desmarcó del acuerdo firmado por el 75% de los representantes sindicales y puso como objetivo las elecciones, en las que quiere «echar de sus poltronas» a los sindicalistas que llegaron al acuerdo. Eso explicaría, en parte, la radicalización de las centrales tradicionales.
Pero hay más factores si se quiere explicar la deriva en la que está inmersa la Ertzaintza. En clave interna, desde la permisividad hasta el nepotismo, pasando por un modelo de relaciones laborales litigante, nada ha favorecido un desarrollo profesional e institucional acorde con los tiempos y las prioridades de la sociedad vasca. Las tensiones y derivas dentro del PNV también han tenido reflejo en una Policía que nació bajo el control férreo del partido. Esa quinta fundacional se ha jubilado, dejando un legado dudoso, más pensado para justificar algunas de sus derivas operativas e institucionales que para adaptarse al nuevo tiempo político.
Desde una perspectiva política más general, la obsesión con la «batalla del relato» ha recreado una confrontación que rearma la visión más represiva del cuerpo policial. Se simulan conflictos que justificarían otras medidas. Y se abona la nostalgia, también entre quienes no vivieron los tiempos más duros.
De lo global a lo local
Tendencias globales como la oleada autoritaria han tenido sus reflejos locales en los perfiles de aspirantes a policías. Los gimnasios y las academias de opositores difícilmente pueden promover valores socráticos. En un mundo gobernado por la incertidumbre, es difícil que un agente pueda responder ante situaciones complejas si aprobó el psicotécnico a fuerza de repetir test como si fuese el carnet de conducir. Ponérselo más fácil no parece la mejor estrategia. Todo ello aleja de la carrera policial a otros perfiles profesionales.
En las siguientes estrofas de la canción, Joplin le pide a Dios que le compre una televisión en color y que le pague una noche de juerga en la ciudad. Que nadie dude de que, tras los BMW y las dietas, vendrán otras demandas igualmente inaceptables, pero que se justificarán y, si nadie lo remedia, se asumirán. Tras aumentar sus prebendas, parece que los grupos de presión quieren ahora aumentar su arsenal represivo.
«Oh Señor, prueba que me quieres y págame la siguiente ronda», dice Joplin. Allá ellos, pero que no digan que no avisamos, y que no pidan ayuda ni comprensión, ni ahora ni después de la borrachera represiva subvencionada.

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