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Entrevista
Mikel Nieve
Ciclista

«Siempre voy con una idea muy clara: dar lo mejor de mí en cada carrera»

Mejorar la temporada anterior. Esa es la principal meta que se fija Mikel Nieve cada vez que se pone en marcha el pelotón internacional, en el que se ha convertido en una de las principales referencias del ciclismo vasco. Sus triunfos en las grandes vueltas y su buena posición en las clasificaciones generales de esas rondas han llevado a un equipo de 7K hasta Leitza para conocer de primera mano al corredor que más alegrías y esperanzas genera entre los aficionados al ciclismo de Euskal Herria.

Mikel Nieve. (Conny BEYREUTHER)

Nieve se presenta en la plaza de su localidad natal como si fuera a tomar la salida de una etapa: subido en la bicicleta, con el maillot del Sky enfundado, casco y gafas de sol. La situación es tan real, que llega a la cita un poco tarde, porque al salir de casa ha sufrido un pinchazo, aunque esta vez no había coche de apoyo y le ha tocado resolver el entuerto a él mismo. No podía dejarlo para más tarde, ya que, una vez terminada la entrevista, se va a poner en ruta para entrenar, como tantos otros aficionados que disfrutan pedaleando por las carreteras de la zona en un día primaveral.

Mientras un sol radiante caldea las piedras del ayuntamiento y del frontón de Leitza, el estilizado ciclista de negro va desgranando una trayectoria deportiva que espera mejorar en las próximas citas que le aguardan en el calendario, como la Euskal Herriko Itzulia que empieza mañana o el Tour, y en las que se compromete a dar lo mejor de sí mismo. Como siempre.

Mikel Nieve nació el 26 de mayo de 1984 en Leitza. En un pueblo con tantos y tan buenos pelotaris, ¿no le dio por meterse en el frontón a hacer dejadas al ancho?
Bueno, que me decantara por el ciclismo fue casualidad. Según qué deporte se te da bien, vas en esa dirección. Entonces existía una escuela de ciclismo y además coincidió con la época de los triunfos de Indurain, así que nos apuntamos muchos amigos. El ciclismo me iba mejor, me gustaba y seguí para adelante.

Indurain conquistó el primero de sus cinco tours cuando usted tenía 7 años y, por lo que ha comentado, en cierto modo, sus éxitos fueron los «culpables» de que haya terminado siendo ciclista profesional.
Sí, fue esa época, con la gente pendiente de Indurain en todos los sitios y en Leitza también. De chavales estábamos todas las tardes con la bicicleta andando de aquí para allá y al final te terminaba enganchando.

¿Cómo veían en casa su afición por la bicicleta? ¿Pensaron que podría llegar a convertirse en ciclista profesional?
En casa son incondicionales míos. Desde muy pequeño me han ayudado y apoyado todo lo que podían, porque me gustaba. Todos los fines de semana venían conmigo a las carreras, incluso todavía lo hacen si tienen posibilidad. Siempre que pueden me ayudan y en el día a día me apoyan mucho. De todos modos, el que llegara a ser profesional no era tampoco un objetivo. Si lo he conseguido, ha sido gracias a las circunstancias y al fruto del trabajo.

Con el perfil que tiene la zona de Leitza, ¿tenía que salir un buen escalador sí o sí?
El entorno puede hacer algo, pero me parece que es más una cuestión de genética. Yo soy así, escalador, fino y ligero más que todo. Si el perfil fuera llano, tampoco habría salido sprinter. Soy escalador porque esas son mis condiciones.

Con 19 años empezó a correr en el Caja Rural del Club Ciclista Burunda, en el que militó durante cuatro años. ¿Cómo recuerda esa época de aficionado?, porque lo cierto es que tardó un tiempo en destacar.
Al principio no sabía ni dónde estaba, porque hasta entonces todo había sido más bien como un juego. Iba a las carreras con los amigos y después lo celebrábamos juntos. Pero al pasar al equipo, ahí ya empezó a ser un poco más difícil. Había mucho cambio de nivel, porque corría con gente más mayor, con más experiencia, y me costó adaptarme un poco por desconocimiento. Antes andaba a mi aire y tampoco me preparaba acorde a la categoría. Me costó darme cuenta de que si quería ser ciclista, tenía que hacer las cosas muy bien, y ese proceso me llevó un par de años.

En 2007 se convirtió en uno de los mejores ciclistas aficionados de la temporada y llegó su fichaje por Fundación Euskadi para correr en el Orbea Oreka, trampolín para el Euskaltel Euskadi. ¿Ahí ya tenía claro que había cogido la rueda buena?
Los dos últimos años veía que habría posibilidades de pasar, porque estaba dando un buen nivel y pensaba que tenía opciones. Y cuando me llamaron, fue un premio muy grande al trabajo bien hecho. Conseguir convertirme en profesional fue ver cumplido un sueño que tenía desde pequeño.

Tras pasar un solo año en el Orbea Oreka, dio el salto al Euskaltel Euskadi. Me imagino que sería todo un subidón ver sus aspiraciones cumplidas.
En Orbea me trataron muy bien. Al final es un equipo pequeño pero profesional, y te apoyan en todo. Aquel año la verdad es que me salió muy bueno a pesar de que sufrí una mala caída. Y me ofrecieron pasar al Euskaltel Euskadi, por lo que estaba especialmente agradecido.

En 2010 se convirtió en líder del equipo en la Vuelta a causa de la retirada de sus jefes de filas Igor Antón y Beñat Intxausti. Menuda responsabilidad recibida de forma tan inesperada.
Lo cierto es que no lo viví así, no sentía que tuviera una responsabilidad, sino más bien que me surgió la oportunidad. Estábamos trabajando para Igor y él se cayó. Como yo estaba en esa vuelta muy bien de forma y andaba muy bien, me surgió la oportunidad de disputar alguna etapa.

De hecho, entonces fue cuando consiguió su primera gran victoria como profesional.
Tras quedarnos sin un líder, se trataba de aprovechar nuestras oportunidades y en aquella etapa me tocó a mí. Por suerte, pude conseguirlo y me llevé una alegría muy grande.

Posteriormente llegarían más logros. En 2011, ganó la etapa reina del Giro, que está considerada como una de las más duras de la historia del ciclismo. Al año siguiente, consiguió entrar en el top ten del Giro y en 2013, logró el puesto número 12 en la general del Tour. Fueron unos años en los que ya se doctoró.
Año a año iba mejorando. Por ejemplo, el Giro de 2011 me salió muy bueno y esa etapa reina la pude ganar gracias a la fuga. Fue un orgullo haber conseguido esa etapa. Y sí que, paso a paso, iba mejorando, una tendencia que espero seguir manteniendo. Más que por el resultado, es la sensación que tengo y a ver si consigo continuar en esa línea.

2013 no solo fue un año de alegría en el Tour, sino también de una profunda tristeza a causa del final del Euskaltel Euskadi. ¿Cómo vivió ese difícil momento?
El final del Euskaltel fue una cuestión de circunstancias, pero resultó muy inesperado. Nos dijeron que salía un proyecto de cuatro años y resulta que a los seis meses nos anunciaron que no iba a continuar. Así que fue muy inesperado, difícil, y todos pasamos por malos momentos.

¿Por un instante llegó a pensar que tendría que dejar el ciclismo o se veía con opciones de fichar por otro equipo?
Posibilidades de fichar por otro equipo sí que tenía. De hecho, contaba con varias opciones y no me vi fuera del ciclismo. Pero, de todos modos, lo pasé mal, porque había muchos auxiliares que llevaban muchos años conmigo, compañeros que se quedaban en la calle, y tampoco tenía toda la certeza de poder conseguir lo mejor. Aquello pasó y esperemos que no se vuelva a repetir.

Entonces llegó la oferta del Team Sky. ¿Qué sintió cuando le llamaron para decirle que le querían en sus filas?
Como comentaba, tenía varias opciones, porque diferentes equipos se interesaron por mí. Así que tuve la suerte de tener dónde elegir y me decanté por la mejor opción.

Y lo cierto es que no defraudó a su nueva escuadra, ya que en el Tour del año pasado fue el mejor Sky y dejó el pabellón alto tras retirarse Chris Froome.
Me salió un año bastante bueno, aunque no me quedé del todo contento, porque tuve algún catarro en un mal momento. Así que estoy satisfecho por lo que hice entonces, pero espero mejorar.

Entonces, me imagino que afronta su segunda temporada en el Sky bajo esa premisa.
Todo deportista tiene que aspirar a mejorar, porque si no tienes esa motivación... Debes tener esas ganas de salir a entrenar, de mejorar y de ir progresando año a año.

En principio, en esta temporada es el gregario de lujo de Chris Froome, pero las circunstancias pueden cambiar, como ya le ha ocurrido anteriormente. En un momento dado, ¿se ve con opciones de ser el jefe de filas del equipo y de llegar a lo más alto?
Tampoco me planteo algo así, ni se me pasa por la cabeza. Yo siempre voy con una idea muy clara, que es dar lo mejor de mí en cada carrera. Y espero que todo vaya bien, que todo vaya rodado.

Hasta ahora, lo que le ha frenado a la hora de llegar más lejos han sido las contrarreloj. ¿Sigue siendo su asignatura pendiente para aspirar al podium?
Este año, por una vez, sí que he empezado a trabajar un poco ese campo concreto, pero soy consciente de que es difícil mejorar en un terreno que no es mi especialidad. Así que intento mejorar en todo lo que pueda y minimizar todo lo posible las pérdidas, pero sin obsesionarme, porque al final cada uno es como es y tampoco me voy a convertir en un contrarrelojista.

Si llegara a mejorar en ese ámbito y teniendo en cuenta sus cualidades en la montaña, ¿se ve capaz de tomar el relevo a Indurain y llegar de amarillo a los Campos Elíseos de París?
No, ni de lejos. No es un objetivo, ni me lo planteo. Yo sé que al final tengo limitaciones y que hay gente que está más capacitada para ganar un Tour. Algo así es para los elegidos y no está a mi alcance.