Josu Ondarra: «En BBK Live vimos a muchos grupos distintos que nos abrieron los ojos»
Curiosa la evolución de este noneto, Skasti, originario de Zarautz, que comenzaba en 2005 su carerra con el ska como aliado. Estilo con el que han convivido hasta 2013, año que rompen con el pretérito. «Maskarak» es su segundo álbum, donde la banda se decanta exclusivamente por el rock, el pop dance y el indie. Un cambio de temperatura drástico y convincente en resultado.
El ska es historia en esta numerosa formación de Zarautz. Tras siete años de acoplamiento con los sonidos jamaicanos, donde se defendían de manera correcta, el grupo decide hace tres años teñir su ska con canciones de ambiente pop y rock. En 2015, con la edición de “Maskarak” la metamorfosis se materializa. Del ska no quieren saber nada, mientras que ser producidos por Eñaut Gaztañaga, guitarra, voz y composición de Grises, ya indica cuál puede ser el nuevo camino tomado. Girando el cedé quedan al descubierto las renovadas intenciones: pop-rock bailable, vientos con nuevas formas, armonías de aspecto indie, revolución rítmica y diez canciones muy del gusto del pop-indie británico que con tanta fuerza emergió hace unos cuantos años.
La transición es de vértigo, pero no hay ni muescas ni querencias ni fisuras, lo tienen muy claro y “Maskarak” les ha quedado perfecto, sin medias tintas y con todo el renovado sonido asimilado de forma inaudita y con un único cambio, la batería, ahora responsabilidad de Gorka Mendizabal, batería de Kauta.
Skasti es todo potencial melódico rítmico, ajustan su deseo de contemporaneidad musical y resuelven con talento.
En 2013 ganan Gaztea. Una gran oportunidad para elaborar un disco y darse a conocer, pero el disco ya estaba grabado. Es un álbum de ska donde se encuentran medio escondidos dos temas singulares que apuntan diferente. ¿Qué terremoto se desencadena en el grupo para que de esos dos temas el grupo derive en el pop rock dance de corte indie actual?
Comenzamos viéndonos en el espejo de Betagarri, Skalariak, Kortatu, Rip… En 2005 [con 14/15 años] no había tantos grupos de ska como hay ahora. Nosotros fuimos de los primeros en vestirnos con camisa blanca y corbata negra. Recuerdo que para comprar un gorro de rude boy tuvimos que irnos hasta Donostia. Más tarde vendían en todas las jaias, y los hay en todas las tiendas de chinos, jejeje. Pero con el tiempo empezamos a aburrirnos de una música que ya estaba muy dispersada y decidimos reflejarnos en otros grupos como Delorean (en nuestro comienzo ensayábamos en el mismo local sin que ellos lo supieran hasta el día que nos pillaron, jejeje). Mezclando ritmos de ska con las de Delorean y otros grupos sacamos el disco “New age” (2013, Xuxurla Musika), un álbum que fue mezclado en Gaztain Estudios de Eñaut Gaztañaga y masterizado en Doctor Master con Estanis Elorza. Enseguida decidimos que queríamos eliminar todo lo relacionado con el ska en el siguiente disco. Así que nada más terminar de grabar “New age” empezamos a componer con nuevos objetivos. Algunas canciones se han quedado en el camino y otras han sufrido cambios en la preproducción con el mismo Eñaut en sus estudios.
Y deviene el cambio.
Sí, ya no queríamos tocar más ska. Hemos vivido con él durante muchos años, pero creíamos que era el momento para cambiar de aires y tocar algo que nos llenara más. Nos pusimos como reto no componer más canciones con los acordes típicos del ska, sin ritmos de batería jamaicanos ni nada. Nuestros puntos de mira se dirigieron a grupos como Foals, Kasabian, Arctic Monkeys, Grises, Arcade Fire, Delorean, The Rapture… grupos que están sonando mucho por ahí. Aquí están saliendo también grupos que arriesgan en su estilo, pero casi todos lo hacen en castellano o inglés. Nosotros teníamos claro que queríamos seguir cantando en euskera. En fin, ya no escuchamos nada de ska, nos aburre.
Al margen de los nombres que mencionan y por proximidad quizá un día vieron o escucharon a Grises y quedaron cautivados. Es fácil que pase algo así si se les ve en directo o se les presta la atención debida.
Conocemos a Grises desde hace mucho tiempo y más tarde tuvimos la oportunidad de conocerlos en persona. Hoy en día son unos buenos amigos con los que hemos compartido escenario en más de en una ocasión. Son muy buena gente, y muy buenos músicos. Además uno de nuestros guitarras es el técnico de luces de ellos. Eñaut nos aconsejó mucho en la preproducción del disco, dando opiniones de distintos temas y ayudando con los sintes. Él ha sido el productor del disco, nos ha ayudado con un montón de cosas, y desde aquí nos gustaría darle las gracias, así como a todos los amigos de Zestoa que hemos hecho estos años.
¿Y alguna circunstancia concreta que supusiera una reflexión que invitara a cuestionarse el estilo de una vez por todas?
Al principio, cuando nuestra biblioteca de música era pequeña, teníamos claro que queríamos hacer ska, pero ya hace cinco años que empezamos a aburrirnos de utilizar siempre, o casi siempre, el mismo ritmo de batería, mismos acordes ska… Queríamos hacer algo más, y tocar en el BBK Live [julio, 2013] fue un antes y un después. Vimos a muchos grupos distintos, nos abrieron los ojos y nos quitaron la cera que teníamos en las orejas. Desde ese momento tuvimos claro que el ska había terminado para nosotros.
Sí, el caso es que no han dejado ni rastro de ska, si acaso el arreglo de viento de «Mesopotamia» ¿Las canciones ska anteriores se conservan para el directo o se les ha dado la vuelta con todas las consecuencias? ¿Cómo están siendo las sensaciones en directo? ¿Sus ritmos pueden con los oyentes que esperaban una banda de ska?
Conservamos una canción de ska que tocamos para cerrar el concierto. Nos gusta cómo reacciona la gente porque es muy pegadiza, pero al inicio de esta gira llamada “Maskarak tour 2015” no estaba en la lista de canciones. Una vez nos pidieron tantos bises que decidimos tocarla y ahí sigue en la lista. Pero el resto nos han dejado de llenar. Normalmente tocamos las canciones que nos motivan a nosotros, y si nos motivan a nosotros creemos que llenarán al espectador. En los directos la gente se queda un poco asombrada. Ellos esperan otro grupo de ska en el que predominan los vientos muy melódicos y ese tipo de guitarras que a nosotros nos aburren tanto ahora. Sin embargo, la respuesta del público está siendo muy buena y mucha gente nos comenta que prefieren mucho más el estilo actual que el anterior. No obstante, tenemos que apuntar que hay al menos dos grupos de ska que destacan entre otros y que lo están haciendo muy bien.
Cambiar el timón puede que no sea complejo, pero resulta paradójico que los vientos se adapten a una nueva estructura, ¿cómo fue posible llegar a este punto sin traumas?
Sabíamos que los vientos tendrían que quedar en otro plano diferente al del ska y fue un reto ambicioso. Componer los vientos ha sido muy difícil en la mayoría de las canciones, pero muy interesante al mismo tiempo. No queríamos tapar todo lo que hacen los demás, y decidimos que tuviesen el protagonismo adecuado, no tanto como antes. Los sonidos que les sacan Joel, Matt e Iza a las guitarras se tiene que oír y son ellos los que llevan la batuta. Creo que, en general, nos ha ido bastante bien y le dan un toque especial a las canciones.
Cabe suponer que han sido muchas horas de trabajo delante del ordenador buscando nuevos ritmos y melodías o muchas horas de exploración en el local de ensayo (y discusiones). ¿Quizá también han surgido dudas de hacia dónde se iba…?
Más que trabajo placer, bueno, y trabajo también. Pero ten en cuenta que somos nueve y bebemos de muchas fuentes. Somos un poco frikis y nos encanta explorar nuevos grupos y enseñarles a los demás e intentar coger ciertas cosas de cada grupo. Foals nos encanta por las melodías de las guitarras, el bajo, voces, batería… Kasabian es brutal, impresionante en directo, Arctic Monkyes tiene unas melodías que te entran hasta dentro… Cada grupo nos aporta muchas cosas que nosotros siempre los adaptamos a nuestros gustos. Pero las dudas han sido muy frecuentes. Si uno se fija no hay canción que se parezca mucho a las demás. No hemos ido a por un estilo en concreto, por lo que al final ha salido algo propio de los Skasti de hoy en día, y que ha madurado fruto de los diez años que llevamos juntos y más de 400 conciertos a la espalda.
La propuesta deja las cosas tan claras que hasta han compuesto un tema instrumental de dance sicodélico, «8994». Números que tienen relación con ustedes.
Esa canción la utilizábamos para abrir los conciertos y la gente respondía muy bien. Cuando la compusimos dijimos que tenía que ser instrumental, porque ya sin voz nos llenaba. Sí, los dígitos son los años de nacimiento de nosotros, el 94 Mattin y el 89 el resto.
¿Sonido asentado, transición pasada?
El disco de transición fue el anterior, sin duda. Como bien has apuntado anteriormente, en ese ya había dos temas que no tenían nada que ver con el ska y con “Maskarak” va la definitiva y sin marcha atrás.
Y qué pasa con el nombre, ¿hubo tentaciones de cambiarlo?
Tentaciones siempre las ha habido, pero somos los de siempre y cambiar el nombre sería absurdo. El título del disco, “Maskarak”, viene de ahí, invitamos a la gente a quitarnos la máscara, que es el nombre del grupo, para que explore en las canciones y en los directos, que suelen ser muy cañeros, bailongos y con mucha fuerz