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Ramon Agirre: Aupa Agirre!

Mikel Insausti, crítico de GARA. (Gorka RUBIO/ARGAZKI PRESS)

Hay cinematografías que pueden ser contadas a través de la trayectoria completa de un actor, y en el caso de la nuestra Ramon Agirre es quien mejor la resume. Basta con trazar una línea desde los inicios inciertos de ‘Ehun metro’ (1986) hasta la consagración que ha supuesto la multipremiada ‘Handia’ (2017), y en medio nos encontramos con una carrera de fondo trazada paso a paso. Me imagino lo que se le tiene que estar pasando por la cabeza al curtido actor, en un momento crucial de su vida profesional en el que todo parece coincidir como parte de un plan divino. Porque a la alegría de protagonizar catorce años después la continuación de ‘Aupa Etxebeste!’ (2005), hay que sumarle el estreno en Donostia dentro de la sección Nuevos Realizadores de la película de Koldo Almandoz ‘Oreina’ (2018), y otros tres títulos más en la sección Zinemira, lo que hace un total de cuatro trabajos presentados de una tacada.

A tenor de semejante cosecha anual sobran las justificaciones para confirmar lo oportuno e incontestable de la concesión del Zinemira Saria, y no está de más recordar que Ramon Agirre formó parte en su día del Jurado que otorgó a su vez el premio Serbitzu-Zinemira a la ópera prima de Imanol Rayo ‘Bi Anai’ (2011). Pero sería un error etiquetarle única y exclusivamente como un artista local, pues no en vano es uno de los más internacionales entre los nuestros. Ha trabajado a ambos lados de la muga, sabiéndose adaptar al castellano y al francés con la misma soltura con que domina su lengua materna. Por esa regla de tres, siendo un hombre de teatro como lo es, nunca ha tenido problemas para desenvolverse con igual técnica interpretativa en el medio televisivo y en el cinematográfico, hasta hacerlos suyos también.

Con Ramon Agirre puede más la cercanía, porque por más que le veas sobre un escenario, en la pequeña o en la gran pantalla, también te lo encuentras por la calle o en los bares. Ya sé que hay mucho donostiarra ilustre, pero uno siempre tira para los de su gremio, y no es fácil seguir siendo accesible y natural en el trato dentro de la vorágine mediática. Los que como Ramon están inmersos en ella se refugian en su trabajo, y tal vez precisamente por ello, está que no para.