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La Euroliga 2020/21 hace acto de fe para lanzarse a la cancha

Protocolos estrictos de higiene y seguridad, canchas casi cerradas a cal y canto, pero con la cabezonería de mantener el formato de doble vuelta y 34 jornadas para terminar con la Final Four en Colonia. Lo que no se pudo terminar en 2020, el «juguete» de Bertomeu se prepara para poder volver al ruedo en 2021.

El CSKA de Moscú levantó en Gasteiz el último título de Euroliga que llegó hasta el final. (EUROLEAGUE.NET)

Fecha, 1 de octubre de 2020. Hora, 19.30 en Euskal Herria. Lugar, el Sinan Erdem Arena de Estambul. Contendientes, Anadolu Efes y Zenit de San Petersburgo. Después de que la campaña 2019/2020 de la Euroliga quedase cancelada a cuenta de la covid-19, la principal competición europea de baloncesto por equipos echa a andar, y que sea lo que Dios quiera. La opción de albergar a las plantillas en burbujas, o recortar una Fase Regular que, tal y como está concebida, llevará a hasta las 34 jornadas; es decir, el 9 de abril de 2021, no ha salido adelante. La Euroliga que dirige Jordi Bertomeu ha decidido jugársela a una carta y arrancar una campaña 2020/21 con todavía más incertidumbres que la que tuvo que ser cancelada hace unos meses.

El coronavirus ha trastocado los planes de todos, pero la Euroliga ha decidido apostar fuerte, dando primacía a una competición con los mismos 18 participantes que la pasada campaña, parcialmente a puerta cerrada –solo unos pocos privilegiados podrán acudir a los pabellones– y con la idea de que en mayo de 2021 la localidad alemana de Colonia, tal y como debía haber sucedido el pasado mes de mayo, sea testigo de la Final Four, para ver si el CSKA de Moscú es capaz de revalidar un título que data de mayo de 2019 y que conquistara en Gasteiz.

«Somos conscientes de que la situación es compleja por culpa del coronavirus», admite Jordi Bertomeu, jefe de la Euroliga, en una reciente entrevista. «Todos –en referencia a equipos, jugadores, personal de la Euroliga...— tenían muchas ganas de volver. Pero también somos conscientes de que la situación es compleja. Sufrimos una caída en los ingresos de alrededor del 30%. Los clubes recibieron un 13% menos de lo que debían haber recibido. Por supuesto que ha sido un mal año para nosotros y para todos los clubes», añadía.

El CEO de la Euroliga aclaraba que «durante los meses de agosto y septiembre trabajamos mucho con los clubes, pusimos mecanismos de flexibilidad para cambiar las fechas de una reunión o incluso jugar un partido en otro país. Estas serán circunstancias que podemos experimentar durante la temporada, pero hemos puesto en marcha estos mecanismos para que suceda con el menor número de problemas posible. Sabemos que la pandemia está en constante evolución, de un país a otro, tenemos 42 equipos (18 en Euroliga y 24 en Eurocup), que viajan todas las semanas y es difícil de gestionar».

El protocolo, a groso modo, tanto en Euroliga como en Eurocup establece un número máximo de personas en la cancha de juego y en la zona de vestuarios. También se nombra un gerente covid-19 en cada club.

A partir de ahí, jugadores, cuerpo técnico y árbitros realizarán una prueba de PCR tres días antes de cada partido, con protocolos a seguir en caso de resultado positivo del test. Además, se establecen pautas para hoteles, transporte, árbitros, producción de televisión, medios de comunicación y espectadores.

Eso sí, el protocolo no está cerrado y se revisará y adaptará periódicamente ante cualquier posible evolución de la situación actual.

Traslados y aplazamientos limitados

Está previsto que los partidos que no se puedan llevar a cabo según lo programado, debido a restricciones nuevas o existentes impuestas a los clubes locales o visitantes por sus autoridades nacionales, serán suspendidos y reprogramados. En tales casos, el partido puede trasladarse a un lugar alternativo, si es necesario.

También se establece que un encuentro en particular puede suspenderse un máximo de tres veces.

Todos los partidos de la temporada regular de la Euroliga deben haberse jugado antes del 13 de abril de 2021 y todos los partidos de playoffs deben haberse jugado antes del 5 de mayo de 2021.

«La idea es terminar el 31 de mayo en Colonia y no tenemos margen después, porque habrá los playoffs de los distintos campeonatos europeos, luego Torneos de clasificación olímpica. Todos tenemos que hacer un esfuerzo para mantener esa fecha y todos los clubes son conscientes de eso», advertía Jordi Bertomeu, consciente que poner en marcha bajo estas condiciones eventos como la Euroliga y la Eurocup supone adquirir unos compromisos que van a resultar muy difíciles de cumplir.

En el caso de que no haya fechas disponibles para reprogramar un partido, o que se haya alcanzado el número máximo de reprogramaciones, el equipo cuyas restricciones nacionales o locales originaron la reubicación/reprogramación perderá dicho partido por el resultado de cero a veinte (0-20), aunque repetidas derrotas 0-20 por esta situación no supondrían la descalificación del equipo.

Si se diera el caso de que algún equipo tuviera menos de ocho jugadores aptos para jugar debido a la covid-19, dicho equipo perderá el juego 0-20. Las derrotas repetidas 0-20 por esta situación tampoco supondrían la descalificación del equipo.

Cualquier club que se niegue a jugar sin ninguna restricción oficial nacional o local sin ninguna causa justificada perderá por 0-20 en la primera ocasión y será descalificado de la competición en la segunda, según las normas de competición existentes. Una derrota 0-20 ocurrida durante los playoffs de la Euroliga, implicaría la pérdida de la serie por parte del equipo que la sufriera.

En el caso de una suspensión de temporada, las posiciones provisionales vigentes cuando ocurrió la suspensión pueden considerarse definitivas, ya sea para reanudar la competencia o para que los equipos avancen a una posible siguiente fase. Si es necesario, los equipos jugarán los partidos restantes o aplazados para garantizar que el número de partidos jugados esté equilibrado entre todos los equipos del mismo grupo.

Bajo la sombra del CSKA de Moscú

Hechas las advertencias, toca centrarse en juego. Y como es el vigente campeón del ejercicio, el CSKA de Moscú se erige en el favorito principal.

Dmitris Itoudis sigue, así como su gusto de crear un «Baskonia B» en tierras moscovitas. A los antiguos Voigtmann, Hilliard y Mike James hay que sumarle Tornike Shengelia, que se ha ido a Rusia después de cumplir su promesa de irse dejando un título más en las vitrinas del Baskonia.

«Recuerdo los diez segundos finales de la pasada Liga ACB perfectamente, pero como a cámara lenta, como si durase horas», confesaba el ala-pívot georgiano al periodista gasteiztarra Sergio Vegas en una reciente entrevista.

Pero ahora Shengelia forma parte de un conglomerado que solo peinsa en la victoria porque no le vale ningún otro resultado. «No quiero llamarlo presión, sino responsabilidad. Aquí todos somos jugadores muy responsables que estamos centrados en conseguir los objetivos de ir a por todo. Por eso, da igual que desde fuera pueda haber presión», explicaba el excapitán del Baskonia.

Evidentemente, el ambiente deportivo moscovita es otro cantar comparado con el de Gasteiz. El nivel del CSKA de Moscú, con los jugadores anteriormente citados más la incorporación del pívot Nikola Milutinov, «robado» a Olympiacos, más la recuperación de Will Clyburn, MVP de la Final Four de Gasteiz 2019, supone erigir un equipo pensado para ganar, y punto, con anclas del nivel de los Kurbanov, Bolomboi, Antonov, Hackett o Strelnieks.

Pero el CSKA de Moscú no fue el mejor de la campaña 2019/2020, lo fue un Anadolu Efes que mantiene a su pareja compuesta por Larkin y Micic, y ese gusto del «baloncesto punk» de Ergin Ataman, que ha pasado de ser el «patito feo» de los banquillos turcos a ser un personaje respetado, pese a sus histrionismos. Ataman recuperó a Larkin y consiguió que Anadolu Efes, histórico equipo en desperdiciar inversiones millonarias.

Se trata de otro «Baskonia B», con Larkin, Pleiss o Beaubois en su plantilla, o el ex de Bilbao Basket Moerman. No hay cambios en su plantilla, en un año en el que Turquía ha vivido un terremoto baloncestístico, después de que Zeljko Obradovic haya abandonado Fenerbahçe y se haya desmantelado la escuadra gualdinegra. Efes sigue con el mismo bloque más la llegada de algún canterano más, y habrá que ver si Ataman consigue los mismos resultados que hace escasamente un año, aunque este año no tendrá a Alec Peters, que está en Gasteiz.

El Real Madrid es otro candidato abonado a la continuidad, aunque en su caso hay un pero en mayúsculas. La NBA comenzará a principio sde 2021 y los argentinos Facundo Campazzo y, en menor medida, el alero Gabriel Deck, tienen muchas opciones de volver a dar el salto al Atlántico. Los de Pablo Laso se han reforzado con jugadores como Carlos Alocén –recientemente elegido como Mejor Joven de la pasada BCL con Casademont Zaragoza– y Alberto Abalde –con experiencia suficiente en la Euroliga surante su etapa en Valencia–, pero para brillar en la Euroliga, estos dos únicos refuerzos saben a muy poco, sobre todo si Campazzo y Deck dejan a los de Pablo Laso mediada la campaña.

El Barça, por su parte, también ha realizado solo dos cambios, pero la llegada de Calathes y Jasikevicius le ha cambiado por completo la cara. El base heleno-americano es un pésimo tirador, pero es un gran director, al tiempo que Jasikevicius ya advertía el pasado domingo en un tiempo muerto ante Bilbao Basket que «este Barça ya no es el del año pasado y no se permite jugar de forma egoísta». Por lo pronto, amén de estos dos fichajes, los blaugrana han renovado a Mirotic hasta 2025 y están en proceso de recuperar la mejor versión de Abrines, así como de empezar a ver la explosión de Leandro Bolmaro. Si el plan de Jasikevicius cuaja, después de que en Can Barça hayan peleado ¡tres años! hasta conseguir traer el técnico lituano, este cuarteto de equipos adquiere muchos números para estar en Colonia el próximo mes de mayo.

No menos de diez outsiders

Incluyendo al Baskonia, el atasco en la parte media de la clasificación de la Euroliga fue una constante en la pasada Euroliga, y no parece que este año vaya a ser menos. Puestos a descartar equipos de la pelea por jugar los playoffs de cuartos de final, quizá el Bayern de Múnich y el Alba de Berlín –pero ojo a lo que Aíto y Trinchieri se saquen de sus chisteras– son los dos peores equipos, junto con el Asvel Villeurbanne y el Zalgiris «post Saras Jasikevicius».

Por lo demás, hay no menos de diez equipos con vitola de outsiders, de los cuales alguno rendirá mejor de lo esperado, y otros se la pegarán. El Maccabi de Sfairopoulos ha perdido algo de cacapidad atlética y carisma con las pérdidas de Avdija y Omri Casspi, pero su «facción croata» –el exjugador Nikola Vujcic forma parte del staff técnico macabeo– ha rescatado a Ante zizic y Dragan Bender de su ostracismo en la NBA, con una cláusula de retorno a los Estados Unidos, eso sí, en el caso de Bender. A poco que el ala-pívot croata se sacuda de sus corsés, este Maccabi dará miedo.

Se podría hablar igual de equipos como el propio Baskonia, con la llegada de Jekiri, Giedraitis y Alec Peters. Del eterno Khimki, si es que Kurtinaitis consigue de una vez que Shved deje de ser un autista y haga valer el poderío interior que ha ganado con el retorno de Jordan Mickey y el fichaje de Greg Monroe del Bayern.

¡Qué decir del Armani Milano! Ettore Messina ha perdido a Scola, pero ha ganado a jugadores como Datome, Kyle Hines o Shavon Shields. Si Delaney y Sergio Rodríguez hacen jugar a los lombardos, por fuerza han de estar arriba. Olympiacos ha perdido potencial, pero Spanoulis sigue en pie y mientras «Kill Bill» tenga el balón en los dos minutos finales de cualquier partido, Olympiacos será peligroso; más aún tras el retorno de Kostas Sloukas, o teniendo en el interior a Printezis y Octavious Ellis. Eso sí, Bartzokas tendrá que hacer magia ante el plantel más lánguido de sus últimos años.

Valencia Basket, con Hermannsson, Prepelic y Kalinic, será competitivo, aunque los equipos de Jaume Ponsarnau siempre tardan un rato en arrancar y este año no tienen a Abalde. Ahora bien, el equipo que más curiosidad desìerta será el propio Fenerbahçe. Por un lado, porque pese a su desbandada mantienen a De Colo, Vesely, Westermann, Duverioglu y Ali Mohammed, porque Igor Kokoskov, seleccionador de Eslovenia en el oro de la escuadra balcánica en el Eurobasket de 2017 y entrenador jefe de los Phienix Suns 2018/19, se enfrenta con una reconstrucción hecha en crudo de un equipo que echará de menos a Obradovic. Fichajes como Danilo Barthel, Lorenzo Brown o Jonathan Hamilton le darán aire al técnico serbio, pero deberá pelear para hacer olvidar al gran monstruo de los banquillos.

400 espectadores en el Buesa Arena

En lo que respecta a TD Systems Baskonia, debutará el viernes a las 21.00 frente al Real Madrid en el Buesa Arena. Más allá de lo que traiga el propio juego, la mejor noticia es que al menos habrá 400 espectadores en las gradas de Zurbano. Por primera vez, aunque sea con una representación irrisoria, algo de calor de la afición podrá llegar a los pupilos de Ivanovic en el que será su vigésimo primera Euroliga consecutiva.

Un sorteo ante notario realizado este miércoles ha servido para dar a conocer qué abonados, sí lo desean, pueden acudir al recinto bajo un estricto protocolo sanitario y de seguridad.

Las entradas serán nominativas y en caso de que ese abonado no pueda o no desee acudir al partido, la localidad quedará liberada y se pasará al siguiente número de la lista.

«El club continúa trabajando en diferentes planes de ampliación del aforo para dar cabida al mayor número de abonados y seguidores baskonistas, garantizando en todo momento las medidas sanitarias y de seguridad vigentes, teniendo en cuenta las dimensiones del Buesa Arena, su capacidad (15.540 espectadores) y las condiciones del reciento —medidas de evacuación y capacidad de sectorización—», han detallado a este respecto desde la entidad gasteiztarra.

En fin. Nunca más claro que el himno de la Euroliga, el archiconocido «I feel Devotion», está plenamente vigente, porque esta Euroliga 2020/21 nace por las necesidades económicas y por puro acto de fe.