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Cárcel y salud, dos términos extremadamente difíciles de conjugar

Osatzen ha organizado este jueves un coloquio en el que han quedado al descubierto los riesgos que conlleva para los y las presas el actual sistema penitenciario. También mencionaron las ventanas de oportunidades que abre el traspaso de las competencias de prisiones.

Coloquio organizado por Osatzen sobre la salud penitenciaria. (Marisol RAMIREZ/FOKU)

La sede del Colegio de Médicos de Bizkaia en Bilbo ha acogido este jueves por la tarde el coloquio organizado por Osatzen (Sociedad Vasca de Medicina Familiar y Comunitaria) sobre la salud penitenciaria en la que se ha hablado de los determinantes de riesgo adentro de las cárceles.

La primera ponente ha sido Sara Olariaga, que trabaja en el centro penitenciario de Basauri y en la OSI de Bilbo. Ha comenzado fuerte, recordando que en la mayoría de ocasiones, el sistema de justicia penal al que está sometida la población presa «es despectiva, estigmatiza y deshumanizante». Asimismo, ha señalado que existe «un vinculo claro» entre las desventajas socioeconómicas, la enfermedad y la cárcel.

De hecho, Olariaga ha indicado que algunos de los factores de riesgo de salud más relevantes se duplican adentro de las cárceles, «incluso hasta el punto de que la población presa dobla las cifras encontradas en la población general. Por ejemplo en el consumo de tabaco, en las tasas de alcoholemia, o en las enfermedades derivadas de relaciones sexuales sin protección».

En este sentido, ha destacado que en las prisiones se concentra una población con más riesgo de enfermedad, «en parte porque los factores estructurales o determinantes sociales que condicionan peor salud y mayor riesgo de enfermedad se han asociado también con mayor probabilidad de encarcelamiento». Además ha señalado que la propia cárcel actúa como un determinante más. «La cárcel no solo concentra, sino que amplifica y distribuye conductas, comportamientos y enfermedades», ha explicado Olariaga.

Yendo al meollo de la cuestión y a la circunstancia más sangrante, Nahia Aia, sanitaria en el Hospital de Galdakao y miembro de Osabideak (asociación en defensa de la salud de las personas privadas de libertad), ha indicado que en las cárceles del Estado español mueren unas 3 personas por semana. El 20% muere por sobredosis, el 20-25% por suicidio y el 50-60% por enfermedades. Además, hay una tasa de enfermedad mental del 40%.

Ha subrayado que el actual modelo penitenciario y las características de las prisiones dañan gravemente la salud de los presos y presas. Riesgo que se aumenta en regímenes más estrictos como puede ser el aislamiento. De hecho ha recordado que la ONU, la OMS y la CPT han llegado a calificar esas prácticas de «trato inhumano y degradante que va contra el derecho a la integridad física y mental de las personas».

Aia ha destacado que los factores que más dañan a las personas en la cárcel, son el aislamiento social, la reducción de estímulos y actividades y la falta de autonomía, independencia o control sobre uno mismo.

Mecanismos para mejorar

La sanitaria de Osabideak ha mencionado algunas de las actuaciones necesarias para mejorar la salud dentro de las prisiones. En primer lugar, ha asegurado que se necesitan más recursos humanos, materiales y financieros. En segundo lugar, ha destacado la necesidad de que el personal de prisiones tenga formación de derechos humanos, «porque hay muchas prácticas que chocan con los derechos básicos» y conocimientos sobre los factores que dañan la salud.

En tercer lugar, ha afirmado que es muy importante que los profesionales sanitarios que acuden a las prisiones tengan independencia y mecanismos de protección ante el personal de seguridad, «ya que muchas veces se dan choques entre ellos».

Asimismo, ha indicado que apenas existen estudios y datos recopilados sobre la calidad asistencial en las prisiones. «Es un tema que está muy poco desarrollo y en el que no existen protocolos ni guías», ha lamentado Aia.

Todas las ponentes han coincidido en que el traspaso de las competencias de prisiones de la CAV del Gobierno español al Gobierno de Lakua abren una oportunidad para mejorar la situación. «Tenemos un gran reto por delante, siempre y cuando no convirtamos esto en una mera competencia», ha señalado Aia.

«Supuestamente el objetivo de las prisiones es la resocialización y reinserción, pero sabemos que en torno al 70-75% de las personas consumidoras de droga reingresa en prisión y el 50-60% de las no consumidoras también», ha señalado Olariaga recordando además que las circunstancias que motivan el primer ingreso, «normalmente se mantienen».