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Pasado, presente y futuro

Desde una plantación esclavista de EEUU (‘Alice’, de Krystin Ver Linden), a una región agrícola de Chile (‘La vaca que cantó una canción hacia el futuro’, de Francisca Alegría) a las redes sociales (‘TikTok, Boom’, de Shalini Kantayya), Sundance nos invita a fundir el ayer con el ahora y el mañana.

‘TikTok, Boom’ es un ejercicio de mímesis con el objeto de estudio, sobre todo en lo referente a convertir el poder adictivo de las redes sociales, en puro vicio narrativo. (NAIZ)

Como ya falta poco para que concluya la 38ª edición del Festival de Sundance, y como el visionado de películas se junta con la acumulación de horas de sueño perdidas por el camino, es fácil llegar a ese punto desconcertante en que todo se confunde. ¿Qué es bueno y qué es malo? ¿Cuándo termina una película y cuándo empieza la siguiente? ¿Cuándo soñamos y cuándo estamos despiertos? Y ya puestos, ¿en qué punto exacto del día y/o del calendario nos encontramos? Y qué mal nos encontramos…

En fin, que, la jornada de hoy empieza en la sección U.S. Drama, la equivalente a la Oficial a Competición de cualquier otro certamen. En ‘Alice’ seguimos el sufrido día a día de una comunidad de esclavos afro-americanos que malvive en una plantación de Georgia. Increíblemente basada en hechos reales, Krystin Ver Linden no tarda demasiado en introducirnos el verdadero gancho de la historia: un giro argumental que bien podría haber firmado el M. Night Shyamalan en mejor estado de forma.

De repente, el dónde y sobre el todo el cuándo se emborronan en un relato que pasa de la tragedia histórica al thriller vengativo con aires y ritmos de blaxploitation. Cuando menos lo esperábamos (porque era casi imposible verlo venir), Pam Grier se convierte en ese icono atemporal, que guiará a los oprimidos hacia esa tan anhelada liberación. Y cuanto más se piensa, más delirante resulta todo. Pero en Sundance, ya se sabe, el desmadre está en el orden de programación. Ya está bien así, porque tanto en el pasado pretérito como en el más reciente, están las claves para poner orden en un presente que, por lo visto, anda muy perdido.

Hablando de… la siguiente parada la hacemos en la sección U.S. Documentary. Ahora, la no-ficción de Shalini Kantayya debe ayudarnos a entender mejor el ahora, o sea, unos tiempos que parecen pura ficción. ‘TikTok, Boom’ es un documento periodístico envidiable, un estupendo ejercicio de mímesis con el objeto de estudio, sobre todo en lo referente a convertir el poder adictivo de las redes sociales, en puro vicio narrativo.

Pero por suerte, hay más. La directora entiende que a la hora de adentrarse en los entresijos de TikTok (esa mega-comunidad virtual de micro-vídeos en formato vertical), es necesario explorar también todos los temas satélite que orbitan a su alrededor. Así, en apenas hora y media de metraje, la película se las ingenia para que los algoritmos y las viralidades que marcan los ritmos acelerados (o directamente frenéticos) del presente, se comporten también como síntomas delatores de un orden geo-político que definitivamente ha perdido el norte… y también el «occidente».

Al principio creíamos que esto sería un retrato de la generación Z, y sí, en parte así ha sido, pero de paso hemos entendido que en la alegría, despreocupación e inspiración con la que esta se comunica, también se esconde el escalofriante choque entre dos súper-potencias (Estados Unidos y China) que luchan por ver quién se queda antes con nuestra alma. Con tan desolador panorama, se diría que solo queda la esperanza remota del porvenir. Allá nos vamos, a Chile, a encontrar a Francisca Alegría y ‘La vaca que cantó una canción hacia el futuro’.

Se trata de una fábula a partir de las tensiones en el seno de una familia que se desintegra, y de una comunidad rural que ve, con impotente horror, cómo el medio natural del que vive se degrada a causa de su actividad económica. Un atractivo batiburrillo de inquietudes e inseguridades, bellamente fotografiadas por Inti Briones, y aún mejor recicladas por una directora que, siguiendo (y mejorando) el ejemplo de Krystin Ver Linden, recurre a las grandes referentes de antaño para que estas pasen el testigo de su energía renovadora a una juventud que, ahora sí, ya sabe cuál es su lugar (y su momento) en el mundo.