Selección de Italia, un fracaso casi previsible
El fiasco de los vigentes campeones de Europa llega al final de un proceso contradictorio en un país profundamente en crisis con respecto al fútbol.
Para leer este artículo
regístrate gratis o suscríbete
¿Ya estás registrado o suscrito? Iniciar sesión
Se te han agotado los clicks
Irlanda del Norte en 1958, Corea del Norte en 1966 y Macedonia del Norte ayer, 24 marzo de 2022: hay algo muy en común en las derrotas mas humillantes de la Selección italiana, cuya eliminación en el play-off de clasificación al Mundial de Qatar ha dejado a muchos sorprendidos.
El gol de Trajkovski en Palermo en el minuto 92, el macedonio que en la ciudad siciliana jugó durante 4 temporadas, fue una sentencia que parecía impensable si miramos justo nueve meses atrás, cuando los Azzurri habían ganado de manera bastante sorprendente la Eurocopa en Wembley contra los anfitriones ingleses.
Sin embargo, observando la situación del futbol en Italia, el fiasco palermitano no es nada del otro mundo, sino el resultado de una decada absolutamente desastrosa, donde los fallos han sido mucho mas que los éxitos.
Una década contradictoria
Por segunda vez consecutiva los Azzurri no irán a un Mundial. Los italianos tampoco compitieron en Rusia, eliminados en otro play-off por Suecia. En aquella época, en 2017-18, se habló de un vestuario dividido entre los viejos (Buffon, Chiellini, Bonucci, Barzagli) y los jovenes, con el seleccionador, Gian Piero Ventura, sin ninguna autoridad, gestionando la anarquía.
Era un futbol, el italiano, que tenía como jefe de la Federacción el vetusto Carlo Tavecchio, un tío mayor con tendencias machistas y racistas. Está todavia en la memoria de los tifosi la manera de describir los extranjeros que llegaban a la Serie A, los «Opti Pobà, que hasta anteayer vendían platanos» o el futbol femenino, que según su primer colaborador Felice Belloli, era «cosa de cuatro lesbianas».
Pero una vez echados a Ventura y Tavecchio parecía que con Roberto Mancini todo podía ser distinto. Y efectivamente, con el “Mancio” Italia ha cambiado su actitud. Un juego mas atractivo, con caras nuevas y frescas; en general, un mejor ambiente pero que necesitaba mejorar paso a paso, después de una década contradictoria.
La Selección italiana, de hecho, ha vivido periodos extremos y hasta ilusionantes, en algún caso: pésimo Mundial 2010 pero final de la Eurocopa dos años después; otro desastroso Mundial en Brasil en 2014 fue compensado por el principio de la era de Antonio Conte en el banquillo y la poderosa Eurocopa de 2016 con una plantilla aparentemente muy débil –perdió en penaltis contra Alemania en cuartos de final–.
Pero Conte había utilizado la selección como trampolìn para volver a un club (Chelsea, en aquel caso) después del brutal despido por su querida Juventus. Ventura fue un parche, y se sabía, mientras que Mancini parecía el perfil ideal, y fue así hasta el pasado verano, cuando de manera totalmente inesperada llevó a los Azzurri a ganar la Eurocopa después de 53 años.

Ganar no ha ayudado
Aquel triunfo fue algo inolvidable para los italianos. Sin embargo, y muchos observadores neutrales lo habìan notado, fue algo muy condicionado por las circustancias.
Primero, haberlo disputado en 2021 en vez de 2020, por culpa de la pandemia del covid-19. Segundo, los detalles mínimos que ayudaron a Italia en sus momentos mas difíciles de la Eurocopa.
Después de haber ganadode manera holgada a Turquía, Suiza y Gáles, ya en octavos tuvo que intervenir el VAR para anular un gol del austriaco Arnautovic que hubiera podido dar la ventaja a los suyos. Contra Bélgica, en cuartos, Bonucci y Chiellini completaron un partido magistral en defensa, perfectos enfrentandose a Lukaku; no obstante, en los Diablos Rojos no pasó desapercibida la ausencia por lesión de dos de sus mejores jugadores: De Bruyne y Hazard.
En la semifinal, el verdadero baño padecido por la selección española de Luis Enrique, que dominó el partido sin ganarlo y llegando a los penaltis. Italia estuvo 120 minutos en su trinchera saliendo solo para la contra perfecta de Federico Chiesa, que fulminó a Unai Simòn. El 1-1 de Morata fue premio merecido para selección española, que erró mucho.
En la final, Italia aprovechó otra vez toda la presión en la espalda de los ingleses, con un gol de Bonucci para empatar el inmediato 1-0 de Shaw; y luego, de nuevo, llegaron los penaltis, con Gigio Donnarumma protagonista, deteniendo los tiros de Rashford, Sancho y Saka.
Aquel triunfo fue celebrado de manera descarada en Italia, en un verano sin precedentes para el deporte del Belpaese, con los Juegos de Tokio también repletos de medallas inesperadas, en disciplinas donde hasta el día anterior casi los Azzurri ni participaban (un nombre por encima de todos, el velocista Marcell Jacobs, ganador de los 100 metros olímpicos).
Fue una borrachera que hizo parar un cierto proceso que todavía le faltaba al fùtbol italiano para volver a competir a largo plazo y no solo en una competición de un mes, donde puede pasar casi de todo. Incluso Mbappé, uno de los mejores jugador del mundo, fue incapaz de meter un solo gol en 4 partidos.
El proyecto de Mancini paradojicamente se ha quemado, mientras que Bonucci y Chiellini, los gigantes de la defensa azzurra, dormían con la Eurocopa o tomaban el pelo a los ingleses versionando su canción “Football is coming home” (“El fùtbol vuelve a casa”) en “Football is coming Rome” (“El fùtbol llega a Roma”).
Calidad donde no hay
La apuesta del seleccionador italiano ha sido desde su toma de cargo priorizar la calidad en un país donde, futbolísticamente hablando, calidad no hay. La liga es cada año mas pobre de nivel, con las plantillas que son un himno grisaceo a la vejez y donde se opta por “gastar lo menos posible”.
Durante los días previos a la derrota contra Macedonia del Norte salieron en los periódicos algunos reportajes espantosos. El primero fue que, a pesar del intento de fichar sin desangrarse, los clubes de la Serie A tienen una deuda de más de 2 mil millones de euros.
Esto es por culpa de operaciones sin sentido, renovando a pre-pensionistas o con trueques de maquillaje financiero que sirven solo para limpiar los papeles. Muchos equipos de la máxima categoría están en manos de fondos de inversiones opacos, o con propietarios que, como los Zhang con el Inter, no saben si el gobierno de su país (China) les dejará seguir en el deporte. Otros tienen mas suerte e inyectan miliones de euros en subidas de capitales suficientes para tapar agujeros. Las leyes fiscales italianas hasta invitan los clubes a invertir en extranjeros, porque le sale mas barato.
La segunda noticia fue el grito de dolor del seleccionador de la sub21 italiana, Paolo Nicolato, que tiene que clasificarse para su Eurocopa. «No encuentro jugadores aptos, tendré que buscar en Segunda o Tercera Divisiòn» ha dicho, reflexionando sobre el ínfimo nivel de minutos de los jóvenes en la Serie A, donde quitando a 3 o 4, en las alineaciones habituales aparece un largo listado de extranjeros.

Así es imposible el recambio generacional para una selección donde los titulares en el centro de la zaga son dos chavales de 38 y 35 años, los míticos Chiellini y Bonucci, por ejemplo.
Si los equipos italianos no utilizan “productos del territorio” como podrán sumar experiencia a nivel internacional? Imposible. Quitando a los dos “jefes” de la defensa de la Juventus, solo Jorginho, Verratti, Immobile e Insigne tienen un nùmero alto de presencias en la Champions League. Y todos ellos están entorno a la treintena. Ademàs Jorginho es brasileño, a pesar de haberse criado futbolísticamente en Verona y sus alrededores, como Emerson Palmieri, el lateral zurdo; y Verratti está en el PSG desde 2012, cuando una genial intuición del club parisino permitió su traspaso desde Pescara que competía en la Segunda División italiana.
En general, falta gente, y con este material es muy difícil trabajar. Lo que hizo Mancini el pasado verano fue una obra maestra excepcional, pero que se ha convertido casi en una condena, porque Italia rinde mejor bajo presión que cuando está tranquila entre los favoritos. Es su historia tanto en el deporte como en la .vida real.
Ganar la Eurocopa ha sido un obstaculo para el desarrollo del proceso de renovación, porque se tuvo que confirmar una plantilla con huecos evidentes. De hecho, a parte de los jovenes, falta físico en la medular y por lomenos un gran delantero centro, como Italia siempre ha tenido desde Silvio Piola hasta Gigi Riva, Paolo Rossi, Christian Vieri o Filippo Inzaghi.
Si añadimos los problemas de un portero como Donnarumma, elegido mejor jugador de la Eurocopa pero en crisis en el PSG, y la lesión de Chiesa, probablemente el mas revulsivo de todos, allí está el fracaso sobre la mesa.
Mancini pagará los platos rotos de todos pero los problemas son más profundos. A pesar de haber sido descubiertos, otra vez, por un equipo del Norte.