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Las tensiones en el entorno de Putin empañan su discurso del «Día de la Victoria»

El inquilino del Kremlin, Vladimir Putin, ha prometido la «victoria» en una guerra de la que acusa a Occidente con el objetivo de destruir Rusia, en un discurso en el que ha vuelto a hacer un paralelismo con la II Guerra Mundial, y replicado por una nueva diatriba de los mercenarios de Wagner.

Discurso del presidente ruso en la Plaza Roja. (Gavriil GRIGOROV )

En su segundo discurso ante el desfile militar de la Plaza Roja desde el inicio de la invasión de Ucrania, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha insistido en establecer un paralelismo histórico de la guerra en Ucrania con la victoria soviética, y a la postre mundial, sobre la Alemania nazi, de la que se cumplen precisamente 78 años.

Una guerra, la de Ucrania, de la que Rusia no es responsable sino víctima, al haber sido «provocada contra nuestra patria» por Occidente para provocar «la caída y la destrucción de nuestro país».

Haciendo otra vez suyas las ideas-fuerza del movimiento mundial de la «nueva derecha», Putin ha vuelto a acusar de supremacismo a Occidente, «de imponer su voluntad, sus derechos y sus reglas», para forjar desde el exclusivismo de las élites globalistas (...) un sistema de saqueo, violencia y opresión» en la que también se destruyen «los valores tradicionales que convierten al hombre en hombre».

Frente a todo ello, y tras presentar a Ucrania como «rehén» y «moneda de cambio de sus (de Occidente) crueles y lucrativos planes», el inquilino del Kremlin ha prometido la victoria.

El comandante en jefe ha saludado a sus fuerzas militares, especialmente a los cientos de miles de reservistas movilizados. «En vosotros descansa la seguridad del país, de vosotros depende el futuro de nuestro Estado y nuestro pueblo» ha añadido para concluir su discurso de 10 minutos con un «¡Por Rusia, por nuestras valientes Fuerzas Armadas. Por la victoria. Hurra!».

Menos fastos

El discurso, ante unos 10.000 soldados, incluido más de medio millar destinados en Ucrania, y con la única presencia internacional de los líderes de la CEI (Bielorrusia, Armenia, Kazajistán, Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán y Turkmenistán) se ha visto empañado por las estrictas medidas de seguridad, con el reciente sobrevuelo de drones sobre el Kremlin en la retina, y que han obligado a suspender la tradicional marcha del «Régimen de los Inmortales», que reúne anualmente a decenas de miles de rusos que homenajean a los veteranos del Ejército Rojo que lucharon, y vencieron, a los nazis.

El desfile ha tenido su réplica en otros puntos y ciudades, como San Petersburgo. No obstante, han sido suspendidas decenas de marchas, sobre todo en las zonas de Ucrania bajo control ruso y en las regiones rusas más cercanas a la frontera.

Diatriba de Wagner

Ha sido, sin embargo, una nueva diatriba del jefe de la compañía Wagner la que ha arrojado sombras sobre el discurso de Putin y sobre la histórica jornada, mostrando las fisuras crecientes en el entorno del Kremlin y dejando otra vez en evidencia que la «campaña militar especial» va mucho peor de lo que Rusia no ya deseaba sino pensaba en el peor de sus sueños.

Días después de que amenazara con retirar mañana mismo a sus mercenarios del frente de Bajmut, el jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, ha denunciado la «incapacidad» del Ejército ruso para vencer a Ucrania, ha acusado a una unidad del Ejército regular de «huir y abandonar sus posiciones en la devastada ciudad y ha llegado a acusar a la alta jerarquía militar rusa de querer engañar a Putin.

«¿Por qué el Estado Mayor no quiere defender el país?», se ha preguntado, para denunciar que lo que muestra la televisión rusa «no es la realidad».

El empresario, conocido como el «chef de Putin», ha augurado que «si se insiste en engañar al comandante en jefe (Putin), entonces el comandante en jefe les arrancará la cabeza o será el pueblo ruso el que se enfurecerá si se pierde la guerra».

Tras insistir en que sus mercenarios no se retirarán esta medianoche de Bajmut pese a no haber recibido todavía toda la munición prometida, y después de ser advertidos por una orden desde Moscú de que se consideraría una «traición a la patria», Prigozhin ha llegado a poner en duda la misma celebración del aniversario del triunfo sobre los nazis. «Feliz Día de la Victoria a todos nuestros abuelos. Por qué lo estamos celebrando.. esa es una gran pregunta».