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Productos de artesanía en el Boulevard, el valor del trabajo hecho a mano

Joyas, ropa, cuadros, mochilas de cuero, fundas para gafas… Artículos hechos a mano, con tiempo y cariño, y que se exponen para su venta en la feria de artesanía que se ubica en el Boulevard durante cuatro de las jornadas de la Aste Nagusia donostiarra.

Uno de los puestos de artesanía instalados en el Boulevard donostiarra. (Gorka RUBIO | FOKU)

Las palomas deambulaban con desgana, dando tumbos, como un turista de Liverpool que se reita a su refugio a las cinco de la mañana. Los termómetros coqueteaban con la frontera de los cuarenta grados, una cifra nada habitual en la capital guipuzcoana.   

En la calle San Juan, las cofradías piratas Kale Poza y Eskifaia se divertían a la sombra del edificio Pescadería, meneando los abanicos, bebiéndose hasta el agua de los floreros y bailando al ritmo de temas como ‘Potra salvaje’, elevado a los altares de himno veraniego.

Había guiris paseando en bañador y bikini, largas colas en todas las heladerías y un grupo de asiáticos que completaba su recorrido por lo Viejo al margen del bien y del mal, equipados con su kit ‘anti-sol’ de sombrillas, mangas largas y hasta algún pasamontañas.

Y en ese marco, una fila de pequeñas carpas ubicadas en el Boulevard anunciaba la presencia de la feria de artesanía, de la mano del colectivo Gabiltza. La del pasado domingo fue la primera de las cuatro fechas pactadas para esta Aste Nagusia, todas en ese mismo emplazamiento. Ropa para adultos y bebes, joyas, tallas de madera, artículos de cuero como bolsos o carteras, fundas para gafas, skates, cuadros, delantales… Hoy miércoles volverán a estar, y repetirán el viernes y el sábado.  

«Antes solíamos hacer el mercado en la plaza delante de La Perla –antes plaza Vinuesa, ahora plaza Clara Campoamor–, en el paseo de La Concha, pero ahí a la gente le costaba llegar, pasaban por delante pero no se meneaba mucho», explica Aitor Bastarrika, representante del colectivo Gabiltza, que agrupa a una quincena de artesanos y artesanas de toda Gipuzkoa.

Cambios en la ubicación

«Después estuvimos delante de San Telmo, en la plaza Zuloaga, pero también mal, o no bien al menos, muy lento. El año pasado experimentamos e hicimos una feria itinerante, estuvimos en la plaza Gipuzkoa, el Bule, el Antiguo, en Zurriola y plaza Catalunya. Pero quitando el Boulevard… en la plaza Gipuzkoa bastante bien también, y en el Antiguo por la mañana, pero por la tarde no había nadie», continúa.

Así que para esta ocasión «hemos llegado al acuerdo de que hacemos en el Boulevard los días que se pueda y ya. De otro modo es mucha locura, tienes que estar ahí doce horas, carga, descarga, a ver dónde aparcas. Para hacer una mala feria la gente no quiere venir, porque es agotador», sentencia.

Además del mercadillo, como actividad paralela han organizado talleres para jóvenes y no tan jóvenes. El domingo algunos niños y niñas desafiaron el calor para hacer fieltro con hebras de lana, agua y jabón. Hoy será el turno de aprender a coser cuero, en este caso dirigido a personas adultas, mientras que el viernes enseñarán a los más pequeños a hacer huchas en las que guardar su paga y el sábado se ofertará un taller de macramé.  

«El del domingo fue el peor día en el Bule de toda mi vida. Pero la calle es así, un día te llueve, otro día hace viento… estamos acostumbrados», apunta Bastarrika. «Lo peor es el viento, te empieza a volar todo. Yo vendo textil, empieza a salir todo volando y estás todo el rato recogiendo del suelo, y la carpa puede volar. Si llueve pero no hace viento puedes aguantar bien».

A falta de ventas...

A grandes males, grandes remedios. «Nos lo tomamos con humor. Si no se vende te haces tus corrillos, te tomas tus cervezas, tus helados y a pasar el día», señala. Algunos incluso se animaron a dar unos pasos de baile con la música de un cuarteto que interpretaba cumbias, salsa y otros ritmos caribeños delante de La Brecha.  

Pero al fin y al cabo esto es un negocio, un modo de ganarse la vida, así que esperan que lo que resta de Aste Nagusia sea mejor en el aspecto comercial. Quien se dedica a la artesanía es «gente creativa que consigue vivir de lo que le gusta hacer», pero detrás de ese tinte bohemio y libre hay que darse de alta como autónomos, pagar impuestos, la tasa municipal por poner el puesto, la carpa… «Y ahora con el Ticket Bai es otra pega, que no solo nos repercute a nosotros, también por ejemplo a las baserritarras, a mucha gente que tiene negocios pequeños», añade Bastarrika.

Incide además en que no basta con ser buen artesano, hay que aprender a tratar de cara al público. «Hay que vender el producto, saber tratar a la gente, no solo es sentarte ahí y que te compren, tienes que poner tu parte comercial. Tienes que aprender un montón de cosas, al final tú eres tu jefe, te obligas a salir, a producir, a vender…».

No todo es de color de rosa, como en cualquier otra actividad. La artesanía tiene un alto componente de «buscarse la vida» de feria en feria, el año es largo más allá de las fiestas veraniegas o las Navidades. Hoy volverán a estar al pie del cañón en el corazón de la Aste Nagusia, de 12.00 a 14.30 y de 17.00 a 19.30.