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Entrevista
Judith Jáuregui
Pianista

«Este concierto es la ocasión de reencontrarme con la niña que fui y divertirme con ella»

El domingo 20 comienza la temporada de Kursaal Eszena con un programa no solo de música clásica, sino del más puro y escolástico clasicismo: dos sinfonías de Mozart y un concierto para piano y orquesta de Haydn. La donostiarra Judith Jáuregui dará vida desde el piano al concierto de Haydn.

La pianista donostiarra estará en 20 en Donostia y el 21 en Bilbo. (Kursaal Eszena)

La temporada de Kursaal Eszena arranca con un programa no solo de música clásica, sino del más puro y escolástico clasicismo: dos sinfonías de Mozart y un concierto para piano y orquesta de Haydn, tres obras que resumen a la perfección la esencia de este período. La Orquesta Filarmónica de Cámara de Baviera, una de las formaciones de cámara alemanas más destacadas, interpretará estas obras y será la donostiarra Judith Jáuregui quien dé vida desde el piano al concierto de Haydn.

La última vez que pudimos charlar con usted en este medio fue en agosto de 2023 con motivo de la Quincena Musical, pero han pasado muchas cosas desde entonces. ¿Cómo es la Judith Jáuregui de hoy?

Bueno, entonces estaba embarazada de cinco meses y ahora vuelvo a estar embarazada de cinco meses y, evidentemente, ha cambiado una parte fundamental de mi vida. En estos meses, más de una vez me han preguntado si noto alguna diferencia al tocar después de la maternidad, y es un cambio vital tan fuerte que, aunque me está haciendo inmensamente feliz, aún necesita reposo; aún es muy pronto para asimilar todos los cambios.

De momento, estoy viviendo una etapa muy bonita en la que me siento muy bien, porque, además, estoy pudiendo compaginar mi momento como madre con una actividad profesional fantástica. Está siendo muy bonito compaginar estas dos Judiths, estas dos facetas, la artística y la maternal; las estoy conjugando bien y estoy segura de que, con un poco más de tiempo, vendrá una fuente de inspiración de la que ya sea consciente. Ahora mismo estoy fluyendo y permitiéndome descubrir todo este mundo nuevo.

Pero también hay otro ‘bebé’ que nació en abril, ¿no es cierto?

Así es, di a luz en enero a mi niño y en abril saqué mi séptimo disco. Fue un proyecto muy ilusionante con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León que se llama ‘Homeland’ y que trata de las raíces, de la tierra, del apego, de la identidad y también del camino de la vida que nos va transformando y que se va convirtiendo en parte de lo que somos. Los dos compositores del disco, tanto Grieg como Falla, volvieron a sus raíces folklóricas después de haber pasado por escuelas europeas que influyeron muchísimo en su escritura. Este disco es ese recuerdo a las raíces que van con nosotros, pero que se van amoldando a nuestra trayectoria de vida.

Hablando, precisamente, de esa vuelta a los orígenes, este concierto de apertura de la temporada de Kursaal Eszena tiene mucho de eso, siendo en Donostia y con una obra relacionada con su niñez.

Pues sí y, sinceramente, estoy un poco emocionada con esto. Este concierto de Haydn fue mi debut con 12 años, fue mi regalo de cumpleaños. Recuerdo el momento en el que Lauren Gómez, mi profesor, me llamó meses antes y me dijo: «El día de tu cumpleaños vas a tocar por primera vez con orquesta». Yo era pequeña y, claro, tocar por primera vez junto a una orquesta me emocionaba mucho.

Lamentablemente, desde entonces no he vuelto a tocar este concierto, y han pasado casi treinta años. Lo he propuesto muchísimas veces, pero es cierto que no se programa mucho, aunque no tiene sentido porque es el concierto para piano más popular de Haydn. Está a la altura de cualquier concierto clásico de Mozart y podría estar perfectamente en las salas, pero, incomprensiblemente, no lo está; que ahora por fin se haya dado la oportunidad, que sea en Donostia y, además, que sea con esta orquesta fantástica, parte de cuyo sonido es precisamente este clasicismo de Haydn, me hace una ilusión enorme y es muy simbólico para mí.

¿Es una especie de reinicio, de botón de reset?

Es demasiado pensarlo así, pero sí que es revisitar a esa niña y, tal vez, reconciliarme con algunos aspectos de esa niña que era tan perfeccionista. Yo tuve una infancia muy feliz, pero es cierto que había una parte demasiado perfeccionista en mí y me gustaría volver a ella y enseñarle que esto también se puede hacer desde el disfrute, y no desde el miedo. Este concierto puede ser una ocasión muy bonita de reencontrarme con esa niña, abrazarla y divertirme con ella.

Dejando un poco de lado la parte sentimental y anímica, ¿cómo se aborda profesional y técnicamente la preparación, el reaprendizaje de una obra que estudió en su niñez?

Desde cero. ¡Eso sí que es un auténtico reseteo! De hecho, aunque tengo la partitura de aquella ocasión y me hace mucha gracia leer las anotaciones –algunas de ellas, muy certeras–, me he comprado una partitura nueva para poder empezar desde cero. Seguro que la esencia de esa niña sigue en mí, pero soy otra persona, otra pianista, incluso físicamente soy otra, tengo otra mano, así que el abordaje ha sido desde cero, pero con la experiencia, la técnica y los recursos que tengo hoy.

Cuando uno toca una obra no está solo presente el estudio de esa pieza, sino todo el bagaje que viene detrás, y todo el trabajo de investigación que hace un artista cuando está en el estudio, además de, técnicamente, superar los retos que tenga. Esta obra, por ejemplo, llena de vitalidad, de alegría y muy juvenil, necesita mucha agilidad, mucha flexibilidad, mucha rapidez mental para cambios de dinámica, para la articulación… Hace falta frescura y ligereza de dedos, pero a la vez una energía mantenida constante.

Estamos muy acostumbrados a escucharla en un repertorio romántico, pero, efectivamente, el Concierto en Re de Haydn tiene un lenguaje muy clásico. ¿Se siente cómoda con él?

Sí, este lenguaje es la base troncal de cualquier pianista. He tocado mucho Mozart, y las sonatas de Haydn las trabajé intensamente en mi época de Munich con Suchanov, también estuve en un proyecto muy importante durante ocho o nueve años con las sonatas de Beethoven… El repertorio clásico es un estilo que he trabajado mucho y, aunque es verdad que no se ha visto mucho en público y que tanto en discos como en mis recitales he hecho un viaje más romántico e impresionista en los últimos tiempos, tenía muchas ganas de volver a lo clásico; necesitaba volver a este repertorio como una especie de limpieza, como ese reseteo del que hablábamos, volver a lo esencial.

Hemos hablado en alguna ocasión de la soledad del pianista, pero esta vez viene acompañada de la Orquesta Filarmónica de Cámara de Baviera. ¿Se siente menos soledad trabajando con una orquesta?

Todo depende del grupo humano con el que te encuentres. Hay formaciones que están deseando compartir y crear algo juntos y hay otros grupos que son más individualistas. De la misma forma, hay obras que integran más el instrumento y otras obras que son mucho más solistas. Tampoco es lo mismo tocar con una orquesta de cámara que, al haber muchos menos músicos, tiene mayor flexibilidad; con ochenta personas hay que ir a algo mucho más establecido, pero con un grupo de dieciocho personas, como va a ser esta vez, podemos ir a una espontaneidad que un grupo más grande no se puede permitir.

En cualquier caso, hacer música viva rodeada de otros músicos y que todas esas piezas encajen y todos vibremos a la vez, es algo grandioso. Pero, aunque el momento es magnífico, la dinámica de ensayos es breve, y el trabajo del pianista sigue siendo solitario.

El lunes 21 repiten en Bilbo, nada menos que en la Sociedad Filarmónica, una sala emblemática con un público con fama de exigente.

Me hace mucha ilusión estar dentro de la programación de la Sociedad Filarmónica y volver a tocar en esa sala que, además de emblemática, es una auténtica joya. En Bilbo, me siento como en casa y, aunque el público pueda ser exigente, me siento muy cercana a él. Tocaré, como siempre, con mi mejor saber hacer y habrá con quién conecte más y con quién conecte menos; eso es parte de la realidad, no se puede gustar a todo el mundo.