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El 60% de encuestados por Ikuspegi no alquilaría una vivienda ni contrataría a personas gitanas

Una encuesta de Ikuspegi señala la discriminación estructural que afecta especialmente a personas gitanas, de origen extranjero, mujeres o quienes tienen bajos recursos. El 83% de quienes la sufrieron no presentó denuncia, queja o reclamación formal al entender que «no sirve para nada».

Participantes en la presentación del último trabajo de Ikuspegi. (Raúl Bogajo | FOKU)

El 60% de habitantes de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa no alquilaría una vivienda a personas de etnia gitana y un 55% no las contrataría, según la encuesta de percepciones y actitudes sobre la discriminación del Observatorio Vasco de Inmigración-Ikuspegi presentada este miércoles en Bilbo.

En la encuesta, realizada en mayo y junio de 2024 con 1.200 entrevistas personales, el 62,3% dice que contrataría a una persona gitana y el 51% que le alquilaría una vivienda, pero cuando se le pregunta por lo que haría su entorno cercano (amigos íntimos y familia), una pregunta que al atribuir la discriminación a terceros reduce la inhibición, bajan al 45 y el 39,5% respectivamente.

Los otros colectivos a los que más se está predispuesto a discriminar en los ámbitos laboral y residencial son las personas de origen extranjero, las que tienen una enfermedad mental y los pobres.

El estudio refleja que el 16,6% de la población residente en la CAV siente haber sido discriminada en el último año y un 26,7% dice haber sido testigo de situaciones de discriminación de otras personas.

El 23,3% de las mujeres afirma haber sido discriminada, aunque no todos los casos son solo por el género, ya que también pueden haber sido discriminadas por ser extranjeras, gitanas, pobreza, orientación sexual, religión, edad o aspecto físico. En cambio, solo el 9,4% de los hombres manifiesta haber sido discriminado.

El 23,3% de las mujeres afirma haber sido discriminada frente al 9,4% que lo manifiesta en los hombres, aunque no solo es por el género

De las personas que sufrieron actos discriminatorios, el 83% no presentó denuncia, queja o reclamación formal porque entienden que «no sirve para nada» (el 57%), «no era tan grave» (10,2%), es «habitual» (8,5%) o tienen miedo a represalias (7,2%).

Además, el 13,6% no sabe a quién acudir en caso de ser víctima, mientras que un 27% informaría a una amistad, el 22% a la Policía y el 17% a un organismo público de igualdad o derechos humanos.

En las preguntas más generales, el 76,4% de las personas encuestadas declara que prefiere vivir en una sociedad diversa y el 17,7% en una más homogénea y un 76,1% cree que la discriminación es un problema «bastante o algo» preocupante.

Para la ciudadanía consultada, los principales motivos de discriminación son la raza y la apariencia física y hay casi el mismo porcentaje (37,5 frente a 36,2) entre los que creen que en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa se discrimina a la mujer y los que sostienen que eso no ocurre o es «muy raro».

Esa igualdad se produce también en los casos de discriminación por ideología y por peso corporal, mientras que se cree que hay poca discriminación por ser joven, por creencias religiosas, orientación sexual o discapacidad.

«Indicadores preocupantes»

La directora de Ikuspegi, Julia Shershneva, ha dicho que respecto a la anterior encuesta sobre discriminación, de 2020, «se ha mejorado algo a grandes rasgos» pero que se mantienen «indicadores preocupantes en discriminación sufrida y en predisposición a ejercer discriminación» sobre los «mismos colectivos», especialmente hacia la etnia gitana.

«Los datos apuntan a una discriminación estructural que afecta especialmente a grupos sociales como personas gitanas, de origen extranjero, mujeres o quienes tienen bajos recursos. Es imprescindible –ha añadido– actuar desde lo institucional, pero también desde lo cotidiano».

Por su parte, la consejera de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico, Nerea Melgosa, ha destacado que «la sociedad vasca va por buen camino, pero aún hay claro margen de mejora».

«La diversidad suma, no resta, y más del 76 % de la población vasca no quiere una sociedad monocolor, individualista y sin contrastes. Somos una sociedad orgullosa de sus raíces y a la vez abierta al mundo», ha dicho la consejera, que ha pedido «ponerse en la piel» de las personas discriminadas.