«Es nuestra responsabilidad cantar por los palestinos que no tienen voz»
El cantante Mohammed Nasrallah, junto a Rahaf Shamali, Said Fadel (batería y percusiones) y Abdelkader Aboqassim (teclista), forma parte de la banda palestina Sol Band, que hoy ha participado en el festival Maite Zaitut junto a decenas de artistas en homenaje a Pirritx, Porrotx eta Marimotots.
Tras una breve visita en noviembre, Sol Band regresa a Euskal Herria para alzar su voz en el festival Maite Zaitut, que hoy ha llenado el BEC de Barakaldo en homenaje a Pirritx, Porrotx eta Marimotots. Hace tan solo un año que lograron salir de Gaza, pero la sombra del genocidio sigue presente: esta misma semana han llorado la muerte de varios familiares, y en julio perdieron a su director artístico, Saadi Mdoukh, víctima de un ataque israelí. Aun así, su música, nacida entre las tiendas de campaña de una devastada Rafah, se alza como un grito de resistencia y un intento de conectar con quienes «aún creen en la humanidad», en palabras de su cantante, Mohammed Nasrallah. Tras el concierto, buscarán asilo en el Estado, depositando en Euskal Herria la esperanza de encontrar refugio para seguir cantando.
¿Qué significa para su banda participar en un festival como este, rodeados de miles de personas que quizás no entienden su idioma, pero sí su mensaje?
Esto era un sueño incluso antes de que comenzara el genocidio. Nacer en Gaza es vivir encerrado, es como una competición entre tú y el lugar en el que has nacido. Por eso, sacar nuestras voces fuera tiene un valor inmenso para nosotros, especialmente a Euskal Herria. Como sabes, somos supervivientes, y nuestra responsabilidad es seguir hablando de Palestina, contar las historias de los palestinos que no tienen voz. Sentimos que podemos hacer algo a través de nuestras voces.
En el concierto habrá muchos niños y niñas. Ustedes han cantado para los niños palestinos, principales víctimas del genocidio israelí.
Vamos a tocar una canción compuesta en las tiendas de campaña en Rafah, entre la destrucción y los escombros. Cada canción tiene su mensaje y su emoción. Como decías, incluso si el público no entiende el idioma, los sentimientos se pueden transmitir. Eso es lo que intentamos: contar nuestra historia desde el escenario. La que cantaremos es una canción muy especial, en árabe se titula ‘Mis hijos son pájaros en el cielo’. Habla de un padre que ha perdido a sus hijos en el genocidio y que soñaba con verlos crecer, con ver su futuro. Es muy triste, pero también muy real. La escribió nuestro amigo mientras vivíamos en las tiendas de Gaza, y luego le pusimos música.
Desde la última conversación que mantuvo NAIZ con sus compañeros, ¿cómo han estado? ¿Ha cambiado algo su situación?
El alto el fuego nos dio un poco de esperanza, creíamos que podíamos empezar a reconstruir, fue como una segunda oportunidad para vivir. Pero cuando terminó, volvió la tristeza. Sentimos que todo sigue igual o peor, que se han cerrado todas las puertas ante nosotros.
¿Y sus familias?
Hoy mismo me han dicho que han matado a mis primos. Y no puedes hacer nada. Solo quieres que pare. Respecto al resto, siguen en Gaza. Y allí todo cambia rápido. Hoy pueden estar vivos, mañana no. Están atrapados, con poca comida, sin acceso a medicinas. Nos duele mucho no poder hacer nada. Lo único que nos queda es seguir cantando, seguir hablando de ellos.
«Nuestros familiares hoy pueden estar vivos, mañana no. Están atrapados, con poca comida, sin acceso a medicinas. Nos duele mucho no poder hacer nada. Lo único que nos queda es seguir cantando, seguir hablando de ellos»
Pedirán asilo tras el concierto. ¿Qué les ha llevado a tomar esa decisión?
No podemos volver a nuestra tierra y no sentíamos que teníamos libertad en países de Oriente Medio. Si eres jordano, egipcio… quizás tengas un poco. Pero si eres de Gaza, no. Por eso ahora que tenemos esta oportunidad en Europa, queremos aprovecharla. Antes del genocidio estuvimos en Francia, Alemania y Bélgica, pero teníamos trabajo en Turquía y ayudábamos a nuestras familias. Estábamos reconstruyéndonos. Recuperando nuestras mentes y nuestra relación como banda. Pero todo cambió y no nos queda otra opción. Sabíamos que el siguiente paso era venir a Europa.
¿Sienten un respaldo especial aquí en Euskal Herria?
Nos sentimos muy apoyados en Euskal Herria. Ver a la gente en la calle, manifestándose por Palestina, es algo que muchos no se atreven a hacer. Eso nos da fuerza. Sentimos que aquí sí entienden lo que es la humanidad. Y eso nos hace sentir que no estamos solos. La gente aquí es diferente y nos gustaría quedarnos.

También quieren realizar una gira por Europa.
Queremos tocar en festivales para llevar nuestro mensaje al mundo. Israel ha intentado apropiarse de nuestra cultura: la comida, la ropa, incluso nuestra música. Esto es lo único que realmente podemos ofrecer al mundo en este momento, queremos decirles que en la ciudad de Gaza hay gente que puede pensar y amar la libertad, que ama la vida y anhela vivir en paz en este mundo, sin problemas ni guerras. Nací en 1995 y solo he conocido la guerra. He vivido cuatro, y la última es un genocidio.
Israel ha intentado apropiarse de nuestra cultura: la comida, la ropa, incluso nuestra música. Queremos decir al mundo que en Gaza hay gente que puede pensar y amar la libertad, que anhela vivir en paz en este mundo.
La música puede cambiar algo, entonces.
Por supuesto. Mi única arma ha sido la música y las letras. Si sientes tristeza, felicidad o miedo, también puedes entregar tu mensaje a través de ellas. Puedes llevar tu causa a una canción. Y durante la guerra, si alguien busca esa melodía, encontrará una historia detrás.
¿Cómo se mantiene viva la creatividad cuando alrededor solo hay destrucción?
Escapábamos de toda esta mierda que pasaba a nuestro alrededor: los bombardeos, las evacuaciones de un lugar a otro... Solo nos sentábamos yo, Said y los demás miembros de la banda y comenzábamos a tocar algo de música para que nuestras mentes sintieran que aún estamos sanos, que aún estamos vivos. Para dejar de pensar en la muerte, porque todo lo que había alrededor olía a muerte. En el refugio en el que estábamos en Rafah había muchos niños. Así que empezamos a tocar y a enseñarles canciones, y a cantarlas juntos para hacerles sentir que no pasa nada y que vamos a superar esto todos juntos.
Y ahora, ¿hay algún sueño musical que todavía tengan pendiente, algo que les gustaría lograr como banda?
De pequeños soñábamos con hacer una gira por todo el mundo y ondear la bandera palestina en todos los escenarios. Ese sueño sigue vivo.