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El alto vuelo creativo de los veteranos no tiene competencia

La penúltima jornada elevó la exigencia jazzística con los expertos Dave Holland y Chris Potter y el notorio Brad Mehldau acarició el Festival con su lírica pianística. El entorno playero bailó en alegre despedida y la clausura de hoy recordará a los maestros Oscar Peterson y Paco de Lucía.

Dave Holland al contrabajo y Chris Potter con el tenor durante su actuación en la ‘Trini’. (Gorka RUBIO | FOKU)

En un sábado por fin soleado, la penúltima jornada del Festival fue un tobogán de músicas. Al mediodía, con un intenso solo del prolífico guitarrista Marc Ribot, en el Museo San Telmo. Pasaron por el teatro Victoria Eugenia, Pere Bujosa Trío y Daniel Román Jazz Quintet. Arima Soul y Lew Tabackin Quartet animaron Txikijazz en Chillida Leku. Por las terrazas marinas, reventadas de público, se disfrutó de hasta cinco sesiones. La programación del Kursaal descansó por suspensión.


La plaza Trinidad lució de nuevo llena para una nueva visita del pianista Brad Mehldau, en formato de trío junto al contrabajista Félix Moseholm y Jorge Rossy a la batería. Bien conocido del recinto de Alde Zaharra, el brillante músico de Florida, a  punto de cumplir 55 años de edad, volvió a evidenciarse como un sensible puente entre las viejas glorias y la nueva escena joven.


Sonó pleno de técnica y sentimiento en una perfecta camaradería con sus músicos de apoyo. Equilibrados entre los capítulos más directos a la tentación rítmica y los territorios más ligeros. Se ha hablado de la independencia rítmica entre las dos manos con las que Mehldau trabaja, con la sensación a veces de estar escuchando dos pianos diferentes en zonas paralelas de libertad. Y ahí estaba compacto, sin tregua, el preciso caminar conjunto con la doble rítmica de Moseholm y Rosy.


‘August Ending’ fue el saludo leve, fino, lírico. Una sinuosa, compleja y cromática carta de presentación de delicadeza melódica que iba a ser la norma del set. La brasileña ‘O Silêncio de Iara’ bajó sedosa hacia lo baladístico y ‘Embers’ prosiguió por la vía de un sutil masajeo melódico.


El trio concedió algunos tramos más saltarines, siempre exquisitos, como ‘Almost Like Being in Love’ y dibujó fino romanticismo en ‘Secret Love’. El agur con ‘Marcie’, canción de Joni Mitchell, no pudo ser más bello. Refinado jazz de clase media blanca, tan perfeccionistamente rostro pálido que fue siempre aplaudido con timidez. El pianista agradeció estar en aquel ‘santuario’, fuera del feo mundo que nos rodea.



La fuerza del destino


A los 78 años, el contrabajista británico Dave Holland se ha rejuntado con su viejo colaborador y saxofonista norteamericano Chris Potter, bastante más joven y con quien ha trabajado desde hace muchas lunas. En conjunción con el baterista neoyorquino, aún más joven, Marcus Gilmore. El altamente respetado bajista de Wolverhampton parece decidido a no bajar la guardia creativa y rebuscar nuevas aventuras. La biología empuja y a esas edades da ya muchos sustos, por lo que Dave llama a este nuevo proyecto ‘Kismet’, como encomendándose a las idas y venidas del destino.


Y la fuerza hipotética le llevó a presentarnos ayer esta nueva aventura sin haber podido tener aún constancia grabada de sus intenciones. Las composiciones del súper dúo sonaron a improvisaciones valerosas de raíz clásica jazzera asomada al vanguardismo contemporáneo. La estela de John Coltane encaminó de entrada el encuentro, con un enorme saxo tenor cuyo intenso culebreo iba ser la estrella fugaz que alumbrara la noche. En estrecha comandita con el sabio contrabajista inglés que dibujó una sesión magistral. Y con el perfecto nervio del joven batero.

Tiró Potter de clarinete bajo en ‘Fade Away’ y el redondo experimento se fue consolidando como una notable muestra de categoría creativa que subiría enteros a cada nueva composición, como en ‘Quiet Fire’, y bajaría más íntima durante la balada ‘Okinawa’. Con la anécdota de un perro aparcado a la entrada del recinto por su jazzero dueño, que acompañó la sesión con un lastimero blues ladrado. La propuesta ‘Kismet’ fue una cumbre absoluta de virtuosismo en acción, en búsqueda y exploración. Energía y sentimiento en comandita para una redonda noche.


Despedida con tronío


Toca ir despidiendo la intensa programación sónica que ha vuelto a sacudir Donostia durante casi una semana. El macro escenario de la playa de la Zuriola se clausuró ayer con meteorología cálida y una doble juerga. Primero con los azkoitiarras Lizarazu, Lizarralde, Arrieta y Azpillaga, que forman Bulego y que reunieron una multitud en la arena y aledaños. Y en la medianoche, con los barceloneses Marc Ros, Axel Py y Jesús Senra, de Sidonie. Una explosión popera para el ‘Pobre de mí’ playero.


El programa final de hoy contará de mañana con un Marc Ribot que atronará el Victoria Eugenia con los enmarañes de su Ceramic Dog y recibirá el Premio Jazzaldia. Habrá tarde de lujo con el concierto Oscar Peterson Centennial, celebrando los cien años del recordado pianista de Montreal. Y doble fiesta sureña en la Trinidad con el duelo de guitarra-piano, Chicuelo-Marco Mezquida, y su propuesta ‘Del alma’, más un amplio grupo de estrellas flamencas que protagonizará el homenaje ‘Paco de Lucía Legacy’, en reconocimiento al gran guitarrista de Algeciras.