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Una Diada masiva da aire a un renovado independentismo

En un día marcado por la lluvia y las tensiones, miles de personas secundaron las manifestaciones unitarias en cuatro ciudades. Pese a no desbordar las calles, para las entidades soberanistas permite abrir una nueva etapa para arrastrar a los partidos a plantear otro embate con el Estado.

Cabecera de la manifestación independentista unitaria en Barcelona. (Dani CODINA)

Barcelona, Girona, Lleida y Tortosa fueron los puntos cardinales de una Diada que difícilmente nadie hubiera pronosticado ahora hace una década, cuando el independentismo llenaba las calles en pleno Proceso hacía el referéndum del 1 de octubre de 2017. Y es que, salvando las ediciones de la pandemia, donde la jornada quedó reducida a meros actos simbólicos, la convocatoria de ayer evidenció un movimiento desarbolado en todos sus frentes: sin influencia en las instituciones, en las cuales el PSC de Salvador Illa acapara todo el poder, enfangados en heridas abiertas que no acaban de cerrarse y faltado de una estrategia clara para reconectar con el grueso de la ciudadanía.

Aún y así, y como recordaba Lluís Llach los días anteriores, después de haber tocado fondo, empiezan a aflorar brotes verdes en el sí del movimiento, al menos entre las entidades soberanistas. Prueba de ello es el manifiesto conjunto que presentaron para la jornada, en qué denuncian el expolio fiscal, la minorización de la lengua catalana y la desnacionalización que padece Catalunya en la actualidad. Este diagnóstico, suscrito por la Assamblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural, el Consell de la República, la Intersindical y el Ciemen, se vislumbró sobre todo en las marchas celebradas por la tarde, que pese a no ser tan concurridas como en las ediciones de la etapa álgida del Procés, tuvieron una participación muy superior al año pasado.

Bajo el lema ‘Més motius que mai: independència (Más motivos que nunca: independencia)’, la manifestación de Barcelona congregó a unas 100.000 personas          –70.000 en 2024–, que ocuparon todo el tramo que abarca desde el Passeig de Colom hasta el Parc de la Ciutadella, lo que llevó los organizadores a afirmar por las redes sociales que «El independentismo siempre está, firme y decidido hasta lograr nuestra libertad. Entre todos, hemos vuelto a llenar las calles. ¡Sois un orgullo!». Del mismo modo que la participación en Girona, dónde se agruparon 12.000 personas, el doble que en la edición precedente; en Lleida, unas 5.000, y la ciudad de Tortosa (Terres de l’Ebre), cerca de 3.000, hicieron que el balance final cogiera un tono más optimista de lo esperado.

Reclamación de la independencia en la manifestación unitaria de Barcelona. (Dani CODINA)
Reclamación de la independencia en la manifestación unitaria de Barcelona. (Dani CODINA)


Del diluvio a la reacción

La Diada no auguraba nada positivo. Y con ese espiritiu se inició, pues todos los actos y parlamentos previstos durante la mañana y el mediodía tuvieron que suspenderse a causa de un lluvia torrencial que encharcó toda Barcelona y su Área Metropolitana. Solo hubo tiempo para las ofrendas florales en el monumento a Rafael de Casanova (mártir de 1714) y la izada de una gran senyera en los aledaños del Parlament de Catalunya.

Curiosamente, esta atmósfera de decaimiento pronto se disipó al conocerse la sentencia con la cual el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) anula el decreto de la Generalitat que busca conservar el modelo de inmersión del catalán en la escuela. Un régimen adoptado en 2024 que despliega varias normativas destinadas a preservar la lengua catalana en la actividad docente y en los materiales didácticos.

Dicha sentencia desencadenó una reacción en cadena de todas las formaciones: así, mientras que Oriol Junqueras, presidente de ERC, consideraba que «supone un ataque al modelo lingüístico catalán basado en una escuela inclusiva e integradora», para Jordi Turull, secretario general de Junts, la nueva ofensiva de la justicia española contra el catalán añadía una razón más para movilizarse con el fin de «garantizar que el catalán en el idioma vehicular del aprendizaje y de la cohesión social». Por su lado la CUP, a través de su portavoz, Non Casadevall, señaló que «sin la independencia, no habrá futuro alguno para el catalán», al cual le siguieron la Plataforma per la Llengua, la CAL y otras organizaciones y sindicatos de enseñanza, que aprovecharon la sentencia para instar al conjunto del catalanismo a desobedecer y salir a la calle para defender la lengua catalana en el sistema educativo.

La sentencia del TSJC, ante la cual se prevé un recurso de casación por parte del mismo ejecutivo catalán, animó una jornada que también afrontaba con gran preocupación la presencia de la ultra Aliança Catalana. Una formación que, de la mano de la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, llegó a concentrar en la víspera un millar de seguidores en el Fossar de les Moreres, feudo habitual de la izquierda independentista, y que en la marcha de Barcelona tuvo que ser escoltada por los Mossos d'Esquadra para evitar encontronazos con colectivos antifascistas. Finalmente, la polvareda desatada por polémica al entorno del catalán y el repunte de participantes que suscitó la manifestación unitaria eclipsó un partido que, con sus alegatos de orden racista y proisraelís, prometía enturbiar la jornada.

Otros brotes verdes

La Diada tuvo otros elementos que invitan a un punto de inflexión en el sí del movimiento. Por un lado, el incremento de jóvenes en las diferentes marchas, una de las obsesiones de la ANC y Òmnium Cultural, las cuales habían admitido que tras el 1-O y la ‘Batalla de Urquinaona’ (los incidentes surgidos a raíz de la sentencia contra el Procés), se había producido una deserción de jóvenes muy notoria. Ayer, fruto de las campañas de de la Sectorial de Joves de la Assamblea y del colectivo Joventut d’Impuls Català, surgido hace unos meses, el aumento de jóvenes en el bloque principal fue considerable.

Así mismo, tampoco pasó desapercibido la denominada ‘Declaració de l’independentisme civil’, presentada por Òmnium Cultural ante los medios, en cuyo seno un centenar de activistas de larga trayectoria apelan a realzar la diversidad y la riqueza del movimiento soberanista con el fin de «volver a trabajar unidos para avanzar, ser más fuertes y determinantes hacia la libertad nacional». Entre los impulsores de dicha declaración destacan los escritores Màrius Serra y Joan-Lluís Lluís, la cineasta Isona Passola, el cantante Quico Pi de la Serra, el abogado August Gil Matamala, la histórica militante independentista Blanca Serra y la periodista Rita Marzoa.

Al final de la marcha de Barcelona, que transcurrió simultáneamente con la tradicional convocatoria de la Esquerra Independentista (CUP, Endavant, Arran, Alerta Solidaria y SEPC), tanto los presidentes de la ANC y de Òmnium, Lluís Llach y Xavier Antich, coincidieron en señalar que, más allá de las diferencias puntuales, las entidades soberanistas «tenemos claro que la independencia no solo es un derecho legítimo de nuestra nación, sino la herramienta que tiene que garantizar los derechos colectivos que se nos niegan: vivienda, trabajo de calidad y una vida sostenible en el territorio».

Así terminó una Diada que, pese al chaparrón inicial y la hostilidad indisimulada entre los partidos y líderes del Procés, puso encima de la mesa la voluntad comuna de activar un nuevo ciclo que, mediante la desobediencia civil y la movilización, muscule el independentismo para retomar el pulso con el Estado.