INFO

Unionistas por una Irlanda unida

El Brexit ha generado paradójicamente una situación políticamente esperanzadora en el norte de Irlanda. Cada vez son más los protestantes y unionistas que, siquiera por pragmatismo y por el bienestar de sus descendientes, aceptan la unidad de Irlanda para seguir anclados en Europa.

(Paul FAITH | AFP)

A nadie que siga mínimamente la política de la isla de Irlanda se sorprenderá de que Sinn Féin impulse una campaña por la celebración de un referéndum para consultar a la ciudadanía sobre la reunificación de Irlanda en una sola entidad política. Desde sus inicios, hace más de 100 años, el partido republicano ha luchado por una república de 32 condados, lo que ve como la evolución lógica a la actual situación en la que 26 condados forman la república de Irlanda mientras que los seis restantes son parte del denominado oficialmente como Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, dado que una de las principales premisas por lo que se creó la entidad, conocida por los unionistas como Irlanda del Norte y por los republicanos como el norte de Irlanda, fue la de que en los condados separados existía una mayoría probritánica, algo que ya no se cumple.

Sinn Fein ha puesto negro sobre blanco sus propuestas para la unificacion y ha impulsado el debate entre los diferentes agentes políticos y sociales de la isla. Algo más sorprendente puede ser que en las conclusiones de su documento por una Irlanda unida, Sinn Fein constata que «nuestro deseo es establecer una Irlanda inclusiva en la que la diversidad de identidades presente en nuestra isla sea acogida y protegida y celebrada. Y debe incluir a aquellos que aprecian y celebran su identidad británica».

Pero lo realmente sorprendente para aquellos que siguen mínimamente la política irlandesa es encontrar antiguos miembros de partidos unionistas e incluso lealistas hablando abiertamente de las ventajas de una Irlanda unida integrada en la Unión Europea. Si nos guiáramos por el ingente número de ciudadanos del norte de Irlanda que han solicitado el pasaporte irlandés tras el Brexit, y lo atribuyéramos al hecho de que no tienen ningún problema en declararse irlandeses y jurar respetar la Constitución irlandesa, podríamos pensar que una inmensa mayoría de los ciudadanos de los seis condados bajo jurisdicción británica parece pertenecer a ese grupo.

Ahora bien, eso sería pecar de ingenuos, ya que es bien sabido que son miles los que se declaran orgullosos británicos unionistas y antirlandeses (a pesar de ser ellos mismos irlandeses) y han optado por la solución pragmática de solicitar el pasaporte irlandés para que sus gestiones administrativas al viajar o comprar propiedades en los países europeos que rodean el Mediterrá- neo sean más fáciles. Al fin y al cabo se declaran ciudadanos (de conveniencia) de un país miembro de la Unión Europea, pero sin renunciar a su pasaporte británico.

Son ciudadanos, en este caso, que ponen en riesgo su empleo, sus relaciones sociales y familiares, e incluso su integridad física al declarar abiertamente su apoyo no solo a un referéndum por la unificación, sino declarándose partidarios a una República de Irlanda de 32 condados.

En una conferencia organizada en Belfast, en el marco de una larga serie de charlas organizadas en toda la isla con la participación de un amplio espectro político y social, describían una nueva realidad en la que la división entre las comunidades en el norte de Irlanda es cada vez más difusa, lo que llevó a los organizadores a preguntarse: ¿Cómo describir a un exsoldado británico miembro de la Orden de Orange, criado en el barrio unionista de Shankill Road que ahora está abierto a discutir la posibilidad de una Irlanda unida porque cree que sería lo mejor para sus nietos? ¿O a un sacerdote baptista que cree que es necesario una asamblea ciudadana para toda la isla para preparar y planear el futuro de la isla? ¿O al antiguo líder del Alliance Party, que proviene de una familia orangista, pero que piensa que el Gobierno de la República de Irlanda necesita establecer un plan como paso previo a la celebración de un referéndum sobre una nueva Irlanda?

Por esos motivos personas como Ben Collins, Wallace Thompson o David Adams son consideradas una especie de rara avis en el panorama político irlandés, pero desde la perspectiva nacionalista irlandesa alimentan la esperanza de que no solo no se extingan, sino de que se multipliquen a pesar de las dificultades.

Adams, antiguo líder del ya desaparecido Ulster Democratic Party, surgido de las filas del UDA, grupo armado lealista al que también perteneció. Formó parte del equipo negociador del Acuerdo de Viernes Santo que se negó a abandonar las conversaciones como proponía el DUP de Ian Paisley. En la actualidad está retirado de la política, pero eso no le impide seguir dando su opinión sobre lo que considera que sería el camino más adecuado para la isla de Irlanda. Una opinión que sorprende conociendo su pasado unionista/lealista, ya que si bien hasta ahora se mostraba abierto a debatir las distintas opciones y consideraba necesario que la comunidad unionista formase parte del debate sobre un eventual referéndum de reunificación, en los últimos meses ha dado un paso más y ha expresado sin ambages que su voto sería favorable a la reunificación en caso de que se preguntara a la ciudadanía.

En su opinión, esa opción sería secundada por más miembros de la comunidad unionista/protestante porque, según su análisis, el Acuerdo de Viernes Santo está saliendo adelante con el apoyo de ambas comunidades a pesar de los numerosos altibajos. Pero el hecho de que el DUP apoyara no solo el Brexit, sino su versión más radical, ha traído consigo una situación inédita, en la que la mayoría de los católicos de clase trabajadora, y la inmensa mayoría de los católicos y protestantes de clase media votarán, dado el caso, a favor de una Irlanda unida. Y cita Adams el futuro bienestar de sus nietos como la razón última para explicar su cambio de postura, dejando atrás la de decidir una vez llegados al punto del referéndum.

No presenta su análisis desde un punto de vista tribal. Nada parecido. Simple y llanamente lo ve como la mejor opción de cara al futuro. No obstante, lo que desea no es una réplica de la actual república extendida a los seis condados del norte, sino algo nuevo para cuya materialización se requerirá esfuerzo y asegura que «si el unionismo tiene el más mínimo sentido, debería empezar a ser parte de la negociación de esa nueva Irlanda».

A sus 72 años, Adams, afirma no querer volver a ser el centro de los focos, algo que, dice, su familia no le perdonaría, pero eso no le impide opinar y participar en foros como el que tuvo lugar el 16 de octubre en Derry bajo el título “Unidad irlandesa. Perspectivas”, donde compartió el estrado con una concejal de Sinn Féin, entre otros ponentes. O en junio del 2024 en Belfast, donde participó como invitado en la conferencia “El Camino del cambio”, impulsada por el colectivo Ireland’s Future, organización que desde enero de 2019 promueve el debate sobre la unificación de Irlanda y la celebración de un referéndum constitucional en el norte y el sur de la isla sobre en base a un plan detallado.

En aquella conferencia participó también Wallace Thompson, uno de los fundadores del DUP, miembro de una versión fundamentalista dentro del protestantismo, quien en la actualidad muestra sin ambages su apoyo a una Irlanda unida y admite que su posición previa de “no surrender, Ulster says no” (“no a la rendición, el Ulster dice no”) no ha conducido a ningún sitio. Para Thompson, el Brexit dañó irreparablemente a Reino Unido y ve como resultado inevitable la unificación de Irlanda, algo que, según afirmó públicamente, apoyan más unionistas e incluso lealistas que todavía no se atreven a expresarlo públicamente. Thompson asegura que los irlandeses del norte ya no son bienvenidos dentro de Reino Unido.

Ben Collins es un abogado y exmiembro del partido probritánico UUP que se describe a sí mismo como «procedente de una comunidad fuertemente unionista y probritánica que ha evolucionado hasta apoyar la reunificación de Irlanda después de estudiar las posibles opciones para Irlanda del Norte, tras el Brexit». Ha publicado dos libros en los que aboga por la unificación desde un punto de vista meramente pragmático tras llegar a la conclusión de que una Irlanda de 32 condados integrados en la UE tendría más sentido, prestando atención a los cambios demográficos, políticos e institucionales a lo largo de la isla.

En su libro “The Irish Unity Dividend” (Beneficios de la Irlanda Unida), de 2025, mira a la identidad, la historia y los aspectos económicos y sociales. Es una continuación del libro “Irish Unity: Time to Prepare” (Irlanda Unida: Momento de prepararse), publicado en 2022.

En el nuevo libro sostiene que la partición de la isla ha sido un experimento fallido para la población del norte de Irlanda. Recoge datos como que si bien en 2004 la esperanza de vida era similar en el norte y el sur de la isla, los nacidos en 2021 en la República de Irlanda tienen una esperanza de vida de 82,4, dos años más que en el norte. Lo achaca a los fallos sistemáticos en los ámbitos de salud, educación y vivienda. En muchos aspectos, los datos son similares, pero la mortalidad infantil es un 71% más alta en el norte, donde un tercio de los jóvenes de entre 15 y 19 años no van en la escuela, frente a más del 85% que sí lo hace en la república del sur.

Collins presenta en sus libros dos realidades diferentes: una república próspera, moderna e integrada en un mundo global, frente a un norte de Irlanda estancado, bajo el auspicio de los sucesivos Gobiernos en Londres, que tienen otras prioridades. «La triste realidad es que Irlanda del Norte siempre estará en un segundo plano en el contexto político de Reino Unido», subraya. Algo que para Collins resultó evidente durante el referéndum del Brexit y las posteriores negociaciones.

Collins describe Reino Unido como un «barco hundiéndose» del que el norte de Irlanda tiene que separarse si quiere tomar el control de su destino.