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Familiares y usuarias piden inversión y mejores servicios

Familiares y personas usuarias tienen mucho que decir sobre el futuro de la salud mental. Distintas asociaciones atesoran décadas de trabajo en defensa de sus derechos, la inclusión y la calidad de vida, promoviendo una sociedad más justa y libre de estigmas. NAIZ ha conversado con algunas de ellas.

A la izquierda, centro de rehabilitación psicosocial de Agifes en Benta Berri, en Donostia. A la derecha, hospital de Bermeo. (Jon URBE | FOKU)

Familiares y personas usuarias están llamadas a ser protagonistas en una futura reordenación o transformación de la red de Salud Mental de Osakidetza. Además de los recursos bajo el control de las distintas administraciones, el movimiento asociativo -articulado en torno a Salud Mental Euskadi a partir de 1987- ha ido creando los suyos para responder al incremento de la demanda de atención, y más recientemente, en 2018, en Bilbo nació Zoroa, colectivo autogestionado de personas con sufrimiento psíquico que han impulsado un grupo de apoyo mutuo y una red de cuidados al margen del sistema público. Mantienen relación con personas en distintos puntos de Euskal Herria.

Esta modesta iniciativa, si se compara con otras, merece un espacio al analizar cómo abordar el tratamiento de los trastornos mentales. El propio nombre del colectivo, Zoroa, muestra la voluntad de diferenciarse de lo oficial. Reivindica el fin de los ingresos involuntarios, del suministro forzado de fármacos o de las terapias electroconvulsivas en los centros psiquiátricos.

No hablan de enfermedad mental, porque sostienen que sus problemas son sociales. A través de un grupo de apoyo mutuo, que se reúne periódicamente en el espacio autogestionado Karmela, en el barrio bilbaino de Santutxu, ponen en común experiencias y formas alternativas de sobrevivir a su sufrimiento, consciente de que este nace de las malas condiciones de vida a las que les somete esta sociedad capitalista y patriarcal. Defienden que las políticas de salud mental deberían abordar los «desequilibrios de poder» en lugar de los «desequilibrios químicos».

«Lo que solemos hacer principalmente es reunirnos para ver cómo estamos, cómo llevamos las cosas. No es algo demasiado formal, tenemos que cuidarnos, ver cómo estamos y si tenemos suficiente energía, a veces hemos estado un tiempo paradas», explica Laura Costas, componente de Zoroa.

A la pregunta de qué cambiarían de la atención a las personas con trastornos mentales, comenta que lo primero es «dejar de someter a menores y mayores de edad a torturas en contra de su voluntad y desechar el DSM-5», el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales publicado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA), que representa una herramienta de clasificación y diagnóstico. «La psiquiatría es una ideología que rectifica y actúa como dispositivo de control sobre nosotres. Si te categorizan como loca, automáticamente pierdes los derechos que puedes tener y pueden decidir sobre tu vida», alerta.

Pone como ejemplo que el DSM-5 considera «el trastorno orgásmico femenino, disforia de género y trastorno negativista desafiante, que quiere decir básicamente que si como mujer nunca tuviste un orgasmo estás trastornada». Subraya que «no existe el mismo trastorno si eres hombre, o si eres trans. Y si militas y te cuestionas la autoridad, según este manual, también tendrías un trastorno».

Reivindica «la experiencia en primera persona». «Nos molesta que psiquiatras, psicólogos o educadores sean expertos sobre nuestro sufrimiento sin ellos haberlo vivido, desde la frialdad de una consulta», explica en conversación con GARA.

Costas sabe de lo que habla. «La mayoría de nosotres hemos estado medicalizadas y psiquiatrizadas», desvela. «Cada una tiene sus vivencias y luego tenemos aliades, que es gente que igual no lo ha vivido tan de cerca, pero que nos entiende y también está en nuestra lucha», expone.

La importancia del apoyo mutuo

Otra experiencia en primera persona es la de Raquel Corrales, usuaria de Agifes (la asociación guipuzcoana de familiares y personas con problemas de salud mental) y agente de apoyo mutuo. En enero le entregarán el título después de formarse y realizar en septiembre pasado las prácticas en el centro de rehabilitación psicosocial de Tutera.

Estos centros ofrecen conocimientos y adiestramiento en distintas habilidades sociales: autocuidados, habilidades sociales, psicoeducación, manejo de estrés, integración comunitaria, habilidades sociales y manejo del dinero; habilidades de trabajo y ajuste laboral, actividades de ocio y tiempo libre, y de apoyo a las familias.

La labor de un agente de apoyo mutuo consiste en acompañar a otras personas que se encuentran en los primeros compases de su recuperación. En esa tarea, escucha, comparte experiencias y ofrece herramientas para avanzar en ese itinerario, que no está exento de episodios dolorosos o momentos de soledad. «Con medicación, terapia y apoyo te puedes recuperar», asegura.

Desde sus propias vivencias, que le llevaron a ingresar en una unidad psiquiátrica de agudos en Madrid, y no fue la única, trata ahora de ayudar a las personas que están pasando por un proceso de recuperación. «Yo no soy psicóloga, ni educadora, ni trabajadora social, pero es verdad que es más cercano porque has vivido en propias carnes lo que es el proceso. Ayuda bastante», admite.

Lleva más de dos décadas conviviendo con un trastorno bipolar y sostiene que el acompañamiento, el apoyo mutuo, «es muy importante, porque la persona ha sufrido lo que tú o parecido a lo que estás padeciendo».

Asentada en Gipuzkoa, asegura que «la asistencia no tiene nada que ver con Madrid. Aunque haya todavía carencias, está a años luz». Menciona, como ejemplo, las citas con la psiquiatra, que «son muy espaciadas, siempre están a tope. Deberían ser más frecuentes».

Gracias a los recursos que oferta Agifes realiza terapia, que complementa al seguimiento que lleva a cabo con una psicóloga y una psiquiatra en la red de Osakidetza. «Voy a las terapias grupales y eso me ayuda bastante, es un apoyo», destaca. «Te ofrecen un abanico de posibilidades, te ves integrada», comenta.

Salud Mental Euskadi es la federación que agrupa a las asociaciones de familiares y personas con problemas de salud mental de Araba (Asafes), Bizkaia (Avifes) y Gipuzkoa (Agifes), además de Aiaraldea (Asasam). En la actualidad, cuenta con más de 3.200 familias asociadas y representa a más de 12.000 personas. Mantienen una relación «fluida» con distintos departamentos del Ejecutivo de Lakua.

La federación participó en el Pacto Vasco de Salud, aportando su visión en grupos como el de Salud Mental y en otros que consideran importantes para ellos, como el de atención sociosanitaria o atención primaria. Derivado del Pacto, ahora participan en un grupo de trabajo sobre análisis de la atención de la salud mental en la CAV, «donde hemos participado activamente y hemos trasladado nuestra visión».

Su misión, explica Mari Jose Cano, directora de la federación, es defender los derechos, la inclusión y la calidad de vida de las personas con problemas de salud mental y de sus familias, promoviendo una sociedad más justa, solidaria y libre de estigmas y discriminación. «Las asociaciones de la federación son un punto fundamental de asesoramiento y apoyo a las personas con problemas de salud mental y sus familias. Ofrecen espacios de participación ciudadana y gestionan servicios de calidad», señala.

«Faltan recursos en determinadas zonas»

Interpelada por la valoración que hacen de los servicios que prestan en la actualidad las redes de Salud Mental de Osakidetza, cree que a lo largo de los años se han dado pasos importantes hacia el modelo comunitario «pero faltan recursos en determinadas zonas y sobre determinados grupos poblacionales, nos preocupa -incide Cano- la atención infanto juvenil». También comenta que los servicios, especialmente los más especilizados, se suelen centralizar mucho en las capitales, quedando otras zonas sin servicios especializados. «Existe falta de equidad, en Gipuzkoa los recursos son menores que en el resto de los territorios. En las zonas rurales de los tres territorios o en la comarca de Aiaraldea no se cuenta con recursos especializados», expone.

Ahondando en las carencias, la responsable de Salud Mental Euskadi cita la falta de profesionales de psiquiatría, «especialmente en determinadas zonas, además existe alta rotación de profesionales que dificulta el vínculo terapéutico, igualmente faltan profesionales de otras especialidades como psicología... Las citas son bastante distanciadas en el tiempo».

«Es necesario mejorar la coordinación entre servicios de Osakidetza (centro de Salud Mental y hospitales, Atención Primaria,...) y también con los servicios sociosanitarios. Las familias se quejan de falta de información sobre recursos y rutas asistenciales, y de falta de coordinación. Falta proactividad, es un sistema más reactivo que preventivo, se deja a determinadas personas hasta que hay que ingresarla en un hospital, si actuamos de forma preventiva, en muchos casos se evitarían ingresos», asegura.

De cara a mejorar, Cano plantea que un aspecto importante debe ser la apuesta por incrementar recursos, inventariar lo que se tiene y optimizar. «Debe hacerse», valora sobre esto último, pero añade que «pese a ello será necesario invertir en salud mental». «Solo con reorganizar no basta. El enfoque debe cambiar. El sistema debe ser más proactivo, más preventivo, tenemos que ir a atender a las personas a prevenir recaídas y a apoyar a las personas, a prevenir ingresos», insiste.

Aboga por un «enfoque de derechos en la atención», para lo que considera importante «tener una atención preventiva que evite ingresos involuntarios, ir hacia las voluntades compartidas en salud mental...». Además, propone crear canales para contar con las familias «ya que son aliadas en la recuperación de las personas y que no se vean perdidas o desorientadas en la ruta asistencia».

Salud Mental Euskadi reivindica inversión y, si es necesario, más presupuesto para avanzar hacia nuevos retos, como la atención del trastorno mental grave. Mari Jose Cano declara que tienen muchas demandas, pero se dan por satisfechas si el Gobierno atiende algunas de las que ha citado para ir avanzando.