José Allende, Juan Tomas Enciondo, Gonzalo Larroke, Ana López y Carlos López
Comisión de Defensa de una Costa Vasca No Nuclear

Al hilo del editorial diario GARA de 2022/01/16

«En Euskal Herria hay una relevante tradición antinuclear que sigue irradiando valores y argumentos, que engarza con los nuevos movimientos sociales contra la emergencia climática y con las demandas de la comunidad científica. No obstante, también queda gente con poder que tiene clavada la espina de Lemoiz, que dan por amortizado el desastre que han provocado con el Tren de Alta Velocidad y que sueñan con que un cambio general de tendencia sobre la energía nuclear les insufle aire. Son gente tóxica, obsoleta y decadente que le sale cara al país. Un país pequeño que debe invertir en sostenibilidad y tecnología, no en rentismo obsolescente». Editorial GARA de 2022/01/16

Retomar en Euskal Herria el debate sobre la utilización de la energía nuclear es como mentar la soga en casa del ahorcado. O que tal vez se volviera a repensar la esclavitud, el modelo político social de los jauntxos y banderizos o el sistema productivo de las macrogranjas. Regresión pura y dura.

Para los de aquellas generaciones (y los de posteriores que se han preocupado en informarse) que vivimos y participamos activamente en la década de movilizaciones contra la implantación de centrales nucleares y el chantaje de «Lemoniz», el debate resulta cansino, redundante, anacrónico… aunque se tratara de un mero «globo sonda» o de una burda maniobra de distracción respecto de los verdaderos objetivos en la lucha contra el inminente y de momento irreversible colapso medioambiental.

Pese a ello no podemos evitar el sentirnos interpelados y no debemos eludir unas reflexiones básicas que las dirigimos a dos sectores de población de nuestra comunidad:

Con todo el cariño y respeto, a quienes no se les ha facilitado información o directamente se les ha manipulado. Muchos jóvenes y no tan jóvenes desconocen en absoluto que nuestro pueblo se movilizó masivamente durante casi una década del pasado siglo (1973/1983) para impedir que Euskal Herria fuera hipotecada para siempre con la instalación de cuatro centrales nucleares de todo punto inaceptables y que lo consiguió con enorme tesón y esfuerzo y terrible dolor y sufrimiento. Se les ha ocultado esa información o, lo que es mucho peor, se les ha transmitido un fake new en forma de píldora-slogan del tenor «ETA paralizó Lemoniz».

Y con respeto pero sin cariño a quienes tienen responsabilidad en la desinformación, directa, indirecta o circunstancial y a los que según dice el propio editorial «sueñan con que un cambio general de tendencia sobre la energía nuclear les insufle aire». Y muy especialmente al Sr. Perez Alvarez quien en un artículo publicado en Deia (2022/01/13) y posteriormente en NAIZ, nos dedica este «cariñoso saludo» nada menos que en el encabezamiento de su artículo:

«ALGUNOS se arrogan la victoria moral y definitiva sobre la energía nuclear en Euskal Herria, si bien se olvidan que fueron permisivos por cabalgar a lomos de la bestia, causando cinco muertos del pueblo trabajador vasco».
 
Por supuesto no vamos a bajar a un barro tan emponzoñado. Aunque se entiende muy bien lo que dice incluso lo que quiere decir, para algún lector mas ingenuo y menos avezado en las lides de la difamación a espuertas, estaría bien que el propio articulista explicitara al menos estas cuestiones:

Quienes son o somos «algunos», se trata de personas físicas, de organizaciones populares, de gente depravada y pagada por el oro de Moscú o tal vez se refiera sin querer a una sociedad civil organizada, informada, movilizada y pacífica.

La victoria fue solo «moral» o fue «definitiva», ambas cosas no parecen casarse demasiado bien.
 
La victoria fue sobre la «energía nuclear» o sobre unos impresentables y técnicamente inaceptables proyectos electronucleares concretos, cuya justificación, ubicación, cumplimiento de la legalidad, etc., fueron contundentemente desautorizados y objeto del rechazo popular.

Para «cabalgar» precisamente sobre una bestia no basta ser «permisivo», hay que pretenderlo expresamente, tener intención de cabalgar y suponemos que también de llevar las riendas. Algunos cabalgamos y «ohhh idiotas» fuimos permisivos.

«Cinco muertos del pueblo trabajador vasco». El Sr. Pérez Alvarez debe referirse a los trabajadores muertos a causa de la explosión de una bomba en las obras de la central Lemoniz, o sea Andrés Guerra, Alberto Negro y Ángel Baños y a los ingenieros de Iberduero S.A. José María Ryan y Ángel Pascual Múgica asesinados por sendos comandos de ETA. Excluye expresamente como víctimas del conflicto a David Alvarez y a Gladys Del Estal. Y a tantos y tantos heridos en manifestaciones, accidentes en sabotajes, en torturas… sin olvidar a tres militantes de ETA fallecidos al manipular explosivos destinados a acciones relacionadas con el conflicto. Es decir que en su análisis solo hubo una violencia y algunos se subieron a ella y lograron la victoria moral pero definitiva.

Pero vayamos al grano, a las reflexiones básicas que surgen espontáneamente de un análisis objetivo y fundamentado de lo que fue y representó para nuestro pueblo aquella movilización.

Primera reflexión

La sociedad civil se autoinformó y se armó de una coraza argumental extensa, contundente, científicamente sustentada.

La sociedad civil se autoorganizó como nunca antes lo había podido hacer, estamos en los estertores del franquismo y el sueño de una liberación y emancipación como pueblo y en todas sus reivindicaciones. No quedó un solo pueblo ni barrio de Hego Euskalherria sin su comité antinuclear. Charlas informativas, debates, encierros, movilizaciones locales, comarcales… hasta las espectaculares manifestaciones como nunca se habían producido.

La sociedad civil acometió una imparable batalla jurídico administrativa que no dejó resquicio. Se recurrieron las licencias municipales, los dictámenes de las diputaciones forales, los autos de las instancias estatales. No se dejó pasar ni una sola resolución administrativa que tratara de dar apariencia de legalidad a lo que la propia legislación vigente rechazaba. Los propietarios de los terrenos, los vecinos de los municipios afectados, las asociaciones de vecinos y de familias, colegios profesionales… protagonizaron muchos de aquellos recursos. Y un gran equipo jurídico tras largos años de trabajo logró evidenciar que al final prevalecería la ley de la fuerza por encima de la fuerza de la ley. Ahí quedó ese ámbito de la lucha que en cierto modo dejaba al pueblo con la certeza de que estaba utilizando hasta el límite todas las armas a su alcance.

La sociedad civil contrarrestaba día a día, punto por punto, las argumentaciones, las maniobras y las estrategias de empresa, administraciones, algunos partidos políticos y determinados medios de comunicación, empeñados en sacar adelante «pese a quien pese» la central nuclear de Lemoniz.

Lo importante es que todo lo que se expresa mas arriba está perfecta y profusamente documentado. Todos los hechos que acaecieron y todas las informaciones y opiniones que de un lado y otro se vertieron fueron archivados y publicados. Constan en las hemerotecas, en publicaciones especiales y en particular en tres libros/informe publicados por la llamada Comisión de Defensa de una Costa Vasca No Nuclear. Por cierto actualmente se prepara para editarse el cuarto libro que completa la parte final de la documentación generada en aquella década, el período comprendido entre finales de 1981 y 1984 fecha de la paralización formal del frustrado proyecto de Lemoniz.

Y la sociedad civil movilizada en esta reivindicación consiguió implicar desde el minuto primero al mundo de la creación artística de este país, que se comprometió al ritmo que imponía la comunidad pero contribuyendo decisivamente en la sensibilización para el logro de la reivindicación. Fueron muchos los artistas de todas las disciplinas y muchas las obras. No se puede obviar esta contribución si se pretende conocer la realidad. Tal vez la creación que representa ese esfuerzo colectivo y la intensidad del compromiso del mundo del arte vasco es el mural intitulado “Lemoiz gelditu” creado por los artistas Ameztoy, Zabala y Zumeta, en vivo y en directo en unas jornadas celebradas en Bilbao los días 8 y 9 de noviembre de 1980 y que hoy asombra al mundo desde las salas del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Segunda reflexión

«Algunos» creemos que aquella movilización fue modélica y dejó patentes muchos valores y recursos de los que estaba dotada nuestra sociedad civil en aquella época. Y que estamos seguros que siguen vigentes en la sociedad actual.

Por supuesto no nos referimos a las formas ni a los sistemas de organización, información, concientización y movilización que sirvieron entonces pero que ahora serían irrelevantes e ineficaces.

Mucho menos nos atreveríamos a decir que entonces la gente era mas luchadora o tenía más ilusión o clarividencia para las reivindicaciones.

Pero sí debemos decir que la gente fue muy valiente, tenaz y solidaria. Se luchaba contra gigantes pero nos crecíamos con la dificultad haciéndonos cada vez mas creativos. Y por encima de todo la gente fue muy participativa y supo sacar lo mejor que tenía.

Y sobre todo la auto-organización de la sociedad civil, al margen de los partidos y al lado de los que optaron por acompañarla, fue absolutamente decisiva.

Y tercera reflexión

Aquella movilización generó conciencia ecologista, sensibilidad medioambiental, reforzamiento de la identidad nacional, haciendo surgir muchos de los organismos que hoy siguen luchando eficazmente contra la catástrofe planetaria en la que el modelo económico imperante nos conduce inexorablemente. Todo nuestro apoyo a quienes desde los mas variados ámbitos de la sociedad se afanan en crear y desarrollar modelos alternativos de vida, de consumo y de producción, contra todos los obstáculos que desde los poderes económicos y políticos, sibilinamente disfrazados de verde, no dejan de sembrar dejando bien minado el campo por el que ha de transitar la humanidad si quiere sobrevivir.

Pretender que la energía nuclear, al menos transitoriamente, pueda ser calificada de verde y sostenible es creer que el pueblo puede comulgar con ruedas de molinos. El nuestro no caerá nunca en esa trampa a nada que vuelva un poco la vista hacia atrás y se pregunte por qué sus aitas y amas, sus aititas y amonas pelearon a brazo partido contra la pretendida nuclearización de Euskadi y contra el abominable proyecto de Lemoniz que el franquismo diseñó para nuestro pueblo.

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