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ANKARA

Turquía aguarda el regreso de Erdogan en medio de protestas

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, regresa este jueves a su país después de tres días de viaje oficial por el Magreb, durante los que se han acrecentado las protestas contra su Gobierno y su persona, y con el interrogante sobre si mantendrá su dura actitud frente a los manifestantes.

Un vehículo policial lanza un chorro de agua contra los manifestantes en el centro de Ankara. (Adem ALTAN/AFP PHOTO)
Un vehículo policial lanza un chorro de agua contra los manifestantes en el centro de Ankara. (Adem ALTAN/AFP PHOTO)

Ante el inicio de las protestas hace seis días, el primer ministro ha respondido con dos estrategias: mano dura policial y desprecio por las personas que se manifestaban primero en Estambul, luego en Ankara y después por todo el país.

Calificó como «radicales», «extremistas» y «saqueadores» a los participantes en las protestas, contra los que la Policía empleó masivamente gases lacrimógenos y chorros de agua a presión.

A día de hoy, las verdaderas batallas campales han dejado tres muertos, dos de ellos a manos de agentes, y más de 4.000 heridos.

Tras su ausencia los analistas coinciden en que la actitud que tenga ahora Erdogan puede tener el efecto de echar agua o más gasolina al fuego de las protestas.

«Espero que cambie su tono a su regreso. Si diera una respuesta positiva a las demandas, las calles se podrían calmar fácilmente», ha declarado a Efe Ilhan Cihaner, un diputado del CHP, el principal partido de la oposición, que ha participado en las protestas.

Cihaner, un antiguo fiscal general del Estado, no espera, sin embargo, grandes gestos del primer ministro: «No soy muy optimista, pero espero equivocarme».

Estas demandas son las que han transmitido al viceprimer ministro, Bulent Arinc, los miembros de la llamada «Plataforma de Solidaridad con Taksim», el grupo que inició las protestas para defender el parque Gezi de Estambul de los planes de construcción de un centro comercial.

Los activistas han insistido en que se respete el parque, se cancele el proyecto de reurbanización y que se mantenga un centro cultural existente en la zona, cuya demolición estaba prevista.

Además, reclaman que se sancione y se despida a los responsables de la violencia policial, que se prohíba el uso de bombas de gas lacrimógeno, que los detenidos durante las protestas sean puestos en libertad sin cargos y que no se restrinja la libertad de expresión.

Huelga

Las mismas demandas, en esencia, que han reclamado los principales sindicatos del país en una jornada de huelgas y paros.

De momento, Arinc, que se ha erigido en la voz conciliadora del Gobierno, e incluso ha pedido perdón y reconocido abusos policiales, no ha dado respuesta a esas peticiones.

«Arinc no dijo nada sobre las demandas. Escuchó. Dijo que había una decisión judicial sobre el parque Gezi y que evaluarían la situación con Erdogan cuando regrese», ha relatado a Efe Ismail Tombul, secretario general de la Confederación de Sindicatos de Funcionarios, presente en la reunión de este miércoles.

Según algunos medios, el primer ministro habría dado instrucciones de calmar las calles antes de que él regrese, un plazo que termina este jueves sin que haya remitido la indignación ni las exigencias de dimisión hacia el primer ministro.

De hecho, el enfado es visto, mas allá de su origen concreto en la defensa del parque Gezi, como la respuesta a políticas autoritarias del gobernante partido de Desarrollo y Justicia (AKP) de una nueva sociedad que reclama sus derechos.

Ese el diagnóstico que hace Tarik Sengul, profesor de ciencias políticas de la Universidad Técnica de Oriente Medio de Ankara.

«Este es un nuevo movimiento social. Gente joven y educada, que no pertenece a ninguna organización política, están en el centro de este movimiento urbano», ha comentado.

«Se preocupan por su estilo de vida y protestan por el saqueo del bienestar urbano con grandes proyectos sobre los que no se le ha consultado», ha agregado.

Proyectos como el del parque Gezi, el tercer puente sobre el Bósforo, un nuevo aeropuerto, grandes infraestructuras que se han impuesto a los habitantes, en ese caso, de Estambul.

Unas imposiciones que se extienden a los planes del Gobierno para limitar el consumo de alcohol en la calle, y que son vistos como una violación de la esfera privada y una imposición a toda la sociedad del partido del primer ministro.

Hasta ahora, cualquier malestar de las clases medias era eclipsado por los magníficos datos macroeconómicos del país eurasiático en la última década.

Sin embargo, la actual ola de protestas ha marcado claramente un punto final a esa pasividad frente a estas políticas del AKP.