@albertopradilla
MADRID

«Te vas a comer los muertos»

«La primera declaración la acordamos en el trayecto a Madrid. Llevaba 24 horas de pie, sin dormir, mientras me golpeaban». El testimonio de Julen Zuaznabar ha vuelto a poner las torturas en el centro del proceso que se desarrolla contra 28 jóvenes vascos.

Los jóvenes juzgados, sentados en el banquillo de la AN. (J. DANAE/ARGAZKI PRESS)
Los jóvenes juzgados, sentados en el banquillo de la AN. (J. DANAE/ARGAZKI PRESS)

El joven ha explicado cómo le obligaron a aprenderse de memoria la declaración y de qué manera le chantajearon, haciéndole elegir entre culparle de la muerte de Isaías Carrasco e Inaxio Uria (muertos en acción de ETA) o autoinculparse de actos de «kale borroka».

Fue amenazado con frases como «te vas a comer los muertos». «Les veía capaces de todo», ha dicho. Julen Zuaznabar se había ofrecido a declarar dos años antes, tras una operación en Hernani, pero el instructor de aquel operativo, Baltasar Garzón, aseguró a su abogado que «no había nada contra él».

También han declarado Jazint Ramírez y Xalbador Ramírez. Ambos hermanos han explicado que fueron detenidos en Ipar Euskal Herria, por lo que no sufrieron malos tratos ni tortura y negaron todas las imputaciones ante el juez Fernando Grande-Marlaska una vez que fueron entregados por las autoridades francesas.

El primero, que ha declarado tras pasar la noche en Soto del Real, donde fue conducido junto a sus compañeros arrestados en Loiola por orden de Ángela Murillo, no ha podido mostrar la camiseta naranja contra los juicios políticos debido a que los responsables de la prisión no le han permitido llevarla al tribunal.

En el mismo sentido se ha manifestado Aiala Zaldibar, que ha explicado que se presentó en Ipar Euskal Herria porque «no quería pasar por las torturas que denunciaron mis compañeros». Lo mismo que ocurrió con Bergoi Madernaz.

El siguiente en declarar ha sido Igarki Robles, también sin camiseta naranja. «Fui obligado a hacer una declaración policial. Fui golpeado y humillado y el objetivo era inculparme e inculpar a otros», ha denunciado. Informó a los forenses sobre el trato que había recibido, pero no modificó su situación, ya que las palizas siguieron. Ha explicado que no presentó denuncia porque estas no prosperan. «Los poderes del Estado amparan la tortura, incluido el judical», ha afirmado.

En ese momento, la presidenta, Ángela Murillo, que ya había interrumpido en algún momento a los abogados, le ha instado a repetir la frase. «¡Aquí no se puede decir cualquier cosa!», ha espetado, insinuando que podría deducir testimonio de la frase por si pudiese ser constitutiva de delito. Cabe recordar que la sentencia que absolvió a  40 jóvenes en mayo señaló directamente la responsabilidad del juez instructor por no evitar los malos tratos, un hecho que se ha repetido en los testimonios que se escuchan desde el lunes.

La siguiente ha sido Marina Sagastizabal, quien fue detenida en Barcelona, donde se encontraba estudiando. «Me decían que cada día sería peor. Estaba en sus manos. En la celda no podía descansar porque estaba aterrorizada», ha explicado, emocionada, tras detallas golpes y amenazas sexuales. Firmó una declaración que posteriormente fue obligada a modificar.

«Me decían que mi acusación había cambiado y que me iban a imputar ser miembro de ETA», ha afirmado. Ante el juez corroboró lo declarado en comisaría debido a las torturas pero, según ha recordado, «saqué fuerzas y denuncié que el trato había sido muy duro».

Tras Sagastizabal ha declarado Ainhoa Villaverde, que ha explicado cómo los policías le chantajearon con su padre. Según su testimonio, cuando estaba en la sala de interrogatorios le notificaron que le había dado un infarto (ya había sufrido previamente una dolencia de corazón), así que le obligaron a firmar la acusación como condición para poder «despedirse».

«Me obligaron a aprenderme las respuestas de memoria», ha denunciado. Además, ha relatado que los policías que le torturaron le amenazaron, advirtiéndole que «esto» no termina ni en la Audiencia Nacional ni en la cárcel. De hecho, uno de ellos se ha presentado en su puesto de trabajo y otro le ha perseguido en dos ocasiones por la calle, tal y como ha detallado.

Los últimos en declarar han sido Xabier Arina e Imanol Salinas. El primero ha explicado que dos años antes de ser detenido se ofreció a declarar ante el juez acompañado de su abogada. El instructor no lo aceptó, ordenando su detención incomunicada en 2010. Según su testimonio, fue maltratado para obtener inculpaciones. En su caso, los golpes recibidos quedaron reflejados en el informe del forense en Madrid. «En Pamplona no tenía marcas», ha explicado. Días después, el parte médico revelaba contusiones «recientes» y la denuncia de Arina de haber sufrido «golpes en cabeza, costillas y testículos».

Salinas, por su parte, ha señalado que los golpes se limitaron a las primeras horas de la detención. Posteriormente, el maltrato no se extendió en interrogatorios ilegales, por lo que negó las acusaciones tanto en comisaría como ante el juez.

Después de la declaración de los 28 jóvenes, que se ha alargado durante tres días, el macrojuicio se ha suspendido hasta el próximo 6 de octubre.